
Ciego mis pupilas y permito que ella me tome de la mano y me arrastre. Que me posea y se haga dueña de mi cuerpo y de mi alma por un momento, como tantas veces hizo. Me siento ante el piano y mi blusa resbala por mis hombros, deslizándose hasta mi cintura por voluntad propia. Un escalofrío me eriza el cuerpo al posar mis dedos sobre las teclas, que se han tornado cálidas para mí. Y toda la magia que inunda la habitación se concentra en la simbiosis maravillosa que acabamos de crear, yo haciéndolo resonar como nunca, alentándolo a invadir de acordes melodiosos mis sentidos y el aire que los envuelve, y él brindándome un instante de felicidad al responder a esta habilidad prestada por Jana de la que yo carezco y que siempre deseé tener. Unas manos rodean mi cintura y me abrazan. Su aliento a mi espalda rocía mi nuca. Me besa. Y una emoción se desborda y me hace llorar cuando los labios de Julio, impregnados de amor, ascienden hasta mi oído para susurrarme que es un placer escucharme tocar.
Entorno la puerta al salir, no quiero cerrarla. No quiero. Recorro el pasillo dejándolo todo atrás, sin volverme para mirar. Y una luz intensa me despierta del estado de sonambulismo en el que me encuentro y que ha provocado este sueño tan extraño. Tan real.
Tan vívido y... angustiosamente real.
0 opiniones. ¿Me dejas la tuya?:
Publicar un comentario