No tengo prisa por que me toques, adivinarte es tan excitante
como sentirte. Aunque no sé bien qué sentiré, jamás estuve ante ti. Jamás
estuve contigo así.
Te soñaba tanto, tantas noches... Y tu sonrisa me saludaba luego por las mañanas
al llegar a la facultad. Tus labios musitaban «buenos días». Pero yo
me colaba por ellos sin escuchar nada, con la conciencia rendida ante el
intento de adivinar a qué sabrían... Notaba el rubor pigmentando mis mejillas y
agachaba la mirada al sentirme delatada, con el estómago comprimido por un
nervio adolescente que me hacía repetir entre dientes con obcecación: «No te
marches, no te marches... No te marches». Hasta que un día te sentaste a mi lado,
intuyendo tal vez mi plegaria muda. Abriste el portafolios sobre la mesa y
rozaste el dorso de mi mano con la tuya. Quedé electrizada. Una corriente de
energía me sacudió y me hizo suspirar como a una idiota, simulando un bostezo poco
verosímil que solo sirvió para atrapar tus pupilas, fijándolas en las mías. Vi
cómo frunciste el ceño para escudriñar mi mente y... probablemente mi corazón,
porque tu vista recaló en mi escote y quedó allí varada unos instantes hasta
devolverla a mis ojos. La cantinela del profe con su tediosa explicación me supo
a música de violines cuando garabateaste en un papel que todavía guardo: «¿Un café?». Y lo deslizaste la cuarta escasa que nos separaba
acompañándolo de un guiño que aún puedo ver al cerrar los ojos...
No dormí. Adopté al insomnio por compañero aquella noche,
repitiendo mi respuesta: «¡Sí, sí, sí...!», a sabiendas de lo que
podría venir después. No pude calmar mi piel, en extremo sensible a aquel
sentimiento de loca enamorada, de loca ilusionada... Sentí más que nunca tu
voz, tus manos, tu boca y tu cuerpo a una distancia dolorosa...
Hasta hoy. Hasta hoy en que esa voz se tornará un susurro
que solo yo podré escuchar, próxima a mi oído... Hasta hoy en que tus manos, tu
boca y tu cuerpo disolverán el espacio entre tú y yo para fundir nuestras
pieles de una sola textura. Tus labios besarán los míos, tus senos acariciarán
los míos... Y mi sexo disfrutará del roce de un igual, mientras nuestras manos
se enlazan y nuestros corazones palpitan emanando ese amor que a todo le da
color. Y en cuyo nombre todo cobra sentido.
No tengas prisa por rozarme, a pesar de mi desnudez. Permíteme sufrir unos minutos más la espera de lo que tanto ansié. Y pide conmigo que este sueño no sea de los que al tocarlos se rompen. Pide conmigo que este amor sea eterno. Porque profundo y verdadero... ya es.
No tengas prisa por rozarme, a pesar de mi desnudez. Permíteme sufrir unos minutos más la espera de lo que tanto ansié. Y pide conmigo que este sueño no sea de los que al tocarlos se rompen. Pide conmigo que este amor sea eterno. Porque profundo y verdadero... ya es.
© Pilar Muñoz - 2016
Ays, chiquilla, cómo escribes!
ResponderEliminarBesotes!!!
Me encantó, me atrapo desde el primer momento.
ResponderEliminarPasaré mas seguido por aquí.
Saludos
Uffff!!!
ResponderEliminarQue bonito lo cuentas 😊
Uffff!!!
ResponderEliminarQue bonito lo cuentas 😊