Hace unas tres semanas, La Fundación Mutua Madrileña se puso en contacto
conmigo a través de un correo electrónico para darme a conocer su iniciativa
del #RetoSolidario, invitándome -al igual que a otros muchos administradores de
blogs- a participar en el Concurso de Post Solidarios organizados con motivo de
los III Premios al Voluntariado Universitario, y cuya finalidad era -y es- la
de impulsar la solidaridad entre los jovenes a través de un medio de difusión
tan potente como la blogosfera y, por extensión, las redes sociales. No había
una estructura que seguir, ni unos requisitos específicos para el post que
fueran más allá de la finalidad que ya he comentado.
Acepté. Pero este blog es eminentemente literario y a mí me place crear
historias imaginarias de base real, aderezadas con un puñado de sentimientos y
una pizca (o varias) de emociones. Y con mensaje de fondo, a ser posible.
Siempre lo he hecho. Fiel a mi forma particular de entender la literatura como
algo más que puro entretenimiento, siempre he procurado transmitir un mensaje,
despertar la observación, sacudir o incitar a la reflexión en relación con
multitud de aspectos de nuestra vida cotidiana y de nuestra condición de
humanos, y el propósito de este post no podía ser más acorde a esta finalidad
última de mis escritos. Así surgió el relato "ALGO MÁS QUE UN BUEN AMIGO", que ha resultado ganador del concurso para mi felicidad. En él, un
anciano y un chico son los protagonistas; el anciano, por ser un colectivo -el
de la tercera edad- que considero especialmente vulnerable y, sin embargo, muy
poco amparado por las instituciones, y un chico porque la labor de
concienciación que desemboque en esa solidaridad dirigida a construir un mundo
mejor ha de empezar lo antes posible, desde la más tierna juventud o incluso
desde la infancia, fomentándose con insistencia a lo largo de lo años hasta
conseguir hacer de ella un modo de vida, hasta lograr que ese tipo de acciones
formen parte de su repertorio habitual de conductas. De todos es sabido que los
niños aprenden por modelaje e imitación, que se prestan a repetir la manera de
actuar de sus progenitores o de las figuras de referencia que conviven con
ellos, incluyendo su manera de reaccionar ante cada situación y ante los demás.
Si somos capaces de educarlos incitándolos a ponerse en el lugar de otros,
a imaginar aquello por lo que están pasando, estaremos contribuyendo a que
desarrollen una conducta mucho más empática, lo cual facilitará su actitud
solidaria a través de acciones al alcance de su mano. Un simple acto de
escucha cuando alguien está afligido y necesita desahogarse ya es
un acto de solidaridad que, además, nos puede venir de vuelta cuando nosotros
lo necesitemos, y eso solo requiere un poco de tiempo, paciencia y cariño. A
medida que vayan alcanzando más edad irán siendo más capaces de abordar
empresas de mayor envergadura; pero la solidaridad comienza en los pequeños
actos cotidianos, en aquellos rutinarios que terminan por convertirse en
hábitos, en un modo de entender la vida, las relaciones sociales y de ayuda a
los demás. Incluso si todos contribuyéramos con esos pequeños actos de la vida
cotidiana a ayudar a quienes lo necesitan, es probable que se evitaran
situaciones de necesidad mayor en el futuro.
Quiero alabar desde aquí la implicación de la Fundación Mutua Madrileña en
el apoyo a fundaciones, asociaciones y ONGs que, sin ánimo de lucro, trabajan y
luchan a diario en favor de colectivos necesitados de ayuda personal, material
o económica. Y por supuesto, a todos aquellos que hacen gala de esa solidaridad
buscada prestándose a destinar parte de su tiempo, de su esfuerzo e incluso de
sus recursos para hacerlo posible.
El plazo de participación en este concurso de post soidarios es obvio que
terminó, pero aún sigue abierto (hasta el 30 de octubre) el plazo de
presentación de proyectos de voluntariado en colaboración con entidades sin
ánimo de lucro, objeto de los III Premios al Voluntariado Universitario
referidos al principio y de los que podréis conocer las bases pinchando en el
enlace anterior.
La dotación de este premio que a mí me han concedido es de 2000€, que la Fundación Mutua Madrileña
donará en mi nombre al proyecto solidario que yo elija de entre los 37
proyectos con los que trabajó el año pasado.
Me siento muy feliz de que mi trabajo y mi creatividad literaria
hayan servido a un fin solidario como este. Creo que es el premio más bonito
que podría recibir.
Mi enhorabuena a los finalistas del concurso y mis felicitaciones a todos los que han contribuido con su participación a esta causa tan especial.
Felicidades, Pilar. Un merecido premio porque el relato es emotivo.
ResponderEliminarBesos
Muchísimas felicidades Pilar! No me extraña que ganaras, con el precioso relato que escribiste.
ResponderEliminarBesotes!!
Ya te lo he dicho veinte veces, pero no está de más otra: felicidades, Pilar. El relato es magnífico y lo que transmite algo a tener muy en cuenta. Igual que lo que dices en el post, hay que empezar a educar en valores desde la infancia.
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