El pasado viernes, día 5 de abril, y dentro del ciclo "Patios y Libros en Córdoba", tuvo lugar un encuentro con Mara Torres, periodista y autora de la novela "La vida imaginaria" -finalista del Premio Planeta, como ya sabéis- en la Biblioteca Central de Córdoba, un encuentro que mi amiga Marga (sí, la Marga que todos conocéis, la bloguera mallorquina polifacética que anda metida en mil fregaos) y yo no nos queríamos perder y que programamos unos días antes cuando lo vi anunciado en la página Web de la biblioteca.
Llegamos a la Sala María Moliner, donde el acto tendría lugar, algo pasadas las ocho de la tarde, recien llegadas de Málaga y habiendo empleado el tiempo justo para dejar su maleta en casa, coger los ejemplares de La vida imaginaria y salir de nuevo por piernas para no perdernos nada. Cuando nos sentamos ya había comenzado la charla, aunque creo no habernos perdido mucho: la presentación del acto, a cargo de Dª Laura Ruiz, Delegada de Infraestructuras del Ayuntamiento de Córdoba y las primeras palabras -tan aduladoras, tal vez, como las que vinieron después- de D. Enrique Miguel Rodríguez, director de Relaciones Institucionales del diario La Razón, que habló inicialmente de la trayectoria profesional de Mara Torres y de su labor de periodista y presentadora de las Noticias de la 2, además de su recién estrenada faceta de escritora. Y a continuación, la finalista del Premio Planeta tomó la palabra para hablarnos, de forma amigable, amena, distendida y sin protocolo ni guión aparente, del antes, durante y después de la novela, de algunas anécdotas en torno a ella y a su escritura y por supuesto de sí misma, casi más atendiendo a las preguntas que le llegaban desde la mesa y desde el público que por iniciativa propia.
No voy a tardar más tiempo en decirlo: ¡me encantó! Me encantó lo que dijo y cómo lo dijo, el fondo y la forma, porque una vez más volví a comprobar (ella me lo confirmó con su actitud) que en esta vida quienes más tienen de lo que presumir suelen hacer alarde de una humildad que desconocen muchos otros a los que aún les queda muchísimo por aprender y por progresar, y que por tanto no suelen tener mucho de lo que pavonearse, aunque intenten demostrar lo contrario. Y me gustó poder comprobar que algunas de las conjeturas que yo había elaborado en torno al fondo y a la forma en que está escrita la novela se acercan bastante a la "versión oficial" de la propia autora y del jurado del Premio Planeta, y no digo esto por presunción, sino por empatía, lo digo por ella, más que por mí, porque cuando se escribe una historia -de mayor o menor extensión, de mayor o menor importancia, real o imaginaria- lo que se desea por encima de todo es que quien la lea sea capaz de captar la esencia que la obra encierra, aquello que el autor deseaba transmitir, y que acierte a comprender los motivos que le llevaron a escribirla de tal y cuál forma; y no siempre es así, no siempre ese flujo se canaliza de forma correcta, ya sea por defecto del emisor, del receptor o del propio mensaje.
Mara Torres tocó diversos temas a lo largo de su intervención, pero no es cuestión de plasmarlos aquí por entero, entre otras cosas porque yo no sabría reproducirlos, tal vez, de la misma forma en que fueron expuestos por ella misma; todos sabemos que los matices y el lenguaje no verbal que envuelve a una charla o a una conversación son tanto o más importantes que el mensaje en sí. Pero sí que voy a compartir con vosotros algunos detalles que a mí, personalmente, me parecieron interesantes, y uno de ellos tiene que ver con ese lenguaje ágil, cercano, directo y coloquial usado en la narración de la novela y que tanta controversia está suscitando entre los lectores.
Ella habló del lenguaje literario, de las normas estrictas que lo sustentan y que ella conoce, y se declaró muy pulcra y cuidadosa con su forma de escribir y de redactar, por propia exigencia y por la de la profesión que ejerce desde hace ya un buen número de años, lo cual disipa la duda que podría suscitar la narrativa empleada en La vida imaginaria en términos de calidad, o mejor dicho, en términos de mérito de quien la ha escrito. Y es que ella se propuso de forma expresa huir del lenguaje literario típico para describir las hazañas y el discurrir de la vida diaria de Fortunata Fortuna. Decidió plasmar sobre el papel, de manera fiel, la forma con la que nos expresamos al hablar, porque deseaba que el lector "escuchara" hablar a Nata, no que la leyera, lo cual supuso un esfuerzo para ella a la hora de redactarla porque rompía con las normas habituales que la autora, por instinto natural, tenía tendencia a emplear a la hora de escribir. Y fue este aspecto precisamente -según confesó durante su charla- lo que indujo al jurado del Premio Planeta a valorarlo especialmente por novedoso, original, fuera de lo común, sin que por ello pudiera tacharse de descuidado o poco trabajado.
Ella habló del lenguaje literario, de las normas estrictas que lo sustentan y que ella conoce, y se declaró muy pulcra y cuidadosa con su forma de escribir y de redactar, por propia exigencia y por la de la profesión que ejerce desde hace ya un buen número de años, lo cual disipa la duda que podría suscitar la narrativa empleada en La vida imaginaria en términos de calidad, o mejor dicho, en términos de mérito de quien la ha escrito. Y es que ella se propuso de forma expresa huir del lenguaje literario típico para describir las hazañas y el discurrir de la vida diaria de Fortunata Fortuna. Decidió plasmar sobre el papel, de manera fiel, la forma con la que nos expresamos al hablar, porque deseaba que el lector "escuchara" hablar a Nata, no que la leyera, lo cual supuso un esfuerzo para ella a la hora de redactarla porque rompía con las normas habituales que la autora, por instinto natural, tenía tendencia a emplear a la hora de escribir. Y fue este aspecto precisamente -según confesó durante su charla- lo que indujo al jurado del Premio Planeta a valorarlo especialmente por novedoso, original, fuera de lo común, sin que por ello pudiera tacharse de descuidado o poco trabajado.
Y no sólo fue el lenguaje lo que procuró que escapara de los cánones habituales, también quiso que así fuera con el perfil de su protagonista, presentándola como una mujer de nuestro tiempo, alejada de la imagen desmerecida que la mujer ha ocupado innumerables veces en el cine y en la literatura. Quiso que Fortunata Fortuna fuera lo más parecida posible a cualquiera de nosotras y con la que pudiéramos identificarnos muchas de nosotras de encontrarnos en una tesitura parecida; alguien ni guapa ni fea, ni inteligente ni torpe, ni delgada ni gruesa, ni tímida ni excesivamente extrovertida, integrada en el mundo a nivel social, tecnológico, laboral, familiar... y capaz de salir adelante replanteándose una nueva forma de vivir su vida mientras lucha con un desengaño amoroso que no sabe bien cómo digerir. Una mujer de carne y hueso con un lenguaje malsonante que en nada se parece al que la autora emplea en su vida pública ni privada. Y justificó el título por la confluencia entre realidad y sueños que todos nosotros entremezclamos a diario, entre lo que somos y lo que quisiéramos ser, entre lo que vivimos y lo que quisiéramos vivir, entre lo que escuchamos y lo que nos gustaría escuchar, entre lo que vemos y lo que realmente desearíamos ver, dejándonos llevar a veces hasta no saber dónde está la frontera entre una cosa y la otra, dónde termina lo onírico y comienza lo tangible, lo veraz.
Y refirió un detalle con el que a mí terminó de ganarme.
No fue ésta una novela escrita con la pretensión exclusiva de presentarla al Planeta, ni tan siquiera -inicialmente- con la intención de remitirla a una editorial para su publicación. Las primeras páginas de esta novela dijo haberlas escrito en uno de esos domingos de tarde solitaria en las que una intenta a veces matar el aburrimiento y la soledad como puede, con el hastío entre los dedos y el lamento profundo de que existan en el calendario tales días que alguien o algo debería hacer desaparecer, y tanto es así que el primer título que ostentó esta novela fue "Los domingos de mierda", un título muy representativo del estado anímico de la autora en el momento de comenzarla, y que encabezaba una historia destinada a quedarse oculta en un cajón hasta que la voz de la propia protagonista, haciendo alarde de rebeldía e inconformismo, se hizo valer para salir a la luz pública, aunque fuera bajo un pseudónimo que escondiera la verdadera identidad de Mara Torres, que no tenía intención alguna de figurar como autora declarada en la portada de un libro para saltar aún más a la palestra pública con la consiguiente pérdida de, aún más, intimidad. Llegados a este punto, no pude evitar hacer comparaciones malintencionadas -lo confieso- con todos aquellos vividores y oportunistas que hacen uso de cualquier aspecto mediático que pueda cruzarse en sus vidas para adentrar la cabeza en el mundo literario sin saber escribir una letra. Y al hilo de todo esto, una nueva aseveración de la señora Torres que casi me hace levantarme y aplaudir. Su afirmación contundente de que ésta es su primera novela escrita y que ello tan sólo la convierte en la autora de la misma, no en escritora, calificativo que considera de mucha envergadura como para asignárselo alegremente siendo La vida imaginaria su primera obra escrita, por mucho que haya sido galardonada con el premio Finalista del Planeta. Aseguró que este premio es una rampa de lanzamiento muy potente para una novela, que la sitúa automáticamente en todos los medios de comunicación, en todas las librerías y en todos los quioscos de prensa del país, cosa que no ocurriría si la misma hubiera sido publicada por cualquier editorial sin premio añadido, cuya progresión habría sido, indudablemente, mucha más modesta y de más lenta evolución, por lo que volvió a ratificar su cualidad de periodista -profesionalmente hablando-, pero en absoluto de escritora. De nuevo una humildad que yo repartiría entre muchos de quienes habiendo escrito apenas dos historias ya se hacen llamar así con boca amplia y sin pudor (sálvese quien pueda).
Muchas cosas se me quedan en el tintero, pero no os quiero cansar. Al terminar pudimos charlar un poquito con ella, nos firmó los ejemplares de La vida imaginaria que llevamos para nosotras y el que regalaré para Sant Jordi Bloguero, y no dudó en hacerse unas cuantas fotos con nosotras para inmortalizar el encuentro.
Genial tu crónica. Como te dije lo terminé hace unos días (lo que no te dije es que fue por tu comentario en la reseña lo que me decidió definitivamente) y ese lenguaje no literario no me parece en absoluto poco trabajado, a veces lo difícil está en narrar algo como si no estuviese narrado. Todavía ando digiriendo esta historia y todos tus apuntes sobre las intenciones de la autora me vienen como anillo al dedo. Además de lo cercana que resulta y de esa dosis de humildad poco abundante en muchos sectores. Gracias por compartirlo Pilar :)
ResponderEliminarUn besito
En la sencillez se encuentra innumerables veces la verdadera dificultad. Un lenguaje recargado, te echa para atrás, al igual que un lenguaje poco trabajado. Pero algo que se lee con comodidad, de forma ágil y sin trabas es porque está elaborado de forma correcta, con independencia de su estilo. Y eso es lo que yo veo en La vida imaginaria, algo que se sale de lo común y que me gustó escuchar de boca de ella porque corrobora que también ha de hacerse un esfuerzo para saber plasmar el lenguaje oral en forma escrita. Por lo demás, y en cuanto al fondo, creo que ya está bien de arquetipos, tanto en la figura de la mujer como en el tono en que se narran algunas de sus vivencias. Queremos ser fuertes, independientes, libres, valientes y echadas para adelante, ¿no?, pues ahí está, afrontando una situación sin meterse bajo la concha a lamentarse de sí misma, y si encima se puede soñar... pues mejor.
EliminarBesitos, guapa!
A mí no me gustó mucho el libro, y de hecho algo que odio de él es el intento de estilo moderno usando tacos cada dos párrafos. No sé, tal vez es que tengo una maní al Premio Planeta y esa editorial suele caerme bastante mal.
ResponderEliminarLa verdad es que hay libros que hay que afrontar con la "mente abierta", sin esperar encontrar nada en concreto. El hecho de que haya sido galardonada con un premio abre la veda a los prejuicios en relación a lo que se supone que nos debe ofrecer o al concepto literario que cada lector tenga al respecto. Si a eso le añades la manía a la editorial, la verdad es que la combinación no es del todo acertada para que la novela salga victoriosa, jaja. Pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito y está claro que cada cual tiene que leer aquello con lo que se siente cómodo, y hay veces que un relato no gusta y tampoco no se acierta a saber exactamente por qué.
EliminarLibertad de expresión (respetuosa, eso sí) y de acción, ¿no? :)
Besos!
Lo de los domingos de mierda me dejó impactada. Ni que decir tiene que lo leeré, hasta este finde había tenido dudas, pero lo tengo que leer. Me encanta lo que cuentas de la autora, su reflexión sobre lo de que en la vida quienes más tienen algo de que presumir suelen hacer alarde de una humildad que desconocen los demás...
ResponderEliminarUn besazo guapa!
No, Meg, eso lo digo yo, no ella. Yo también tengo teorías, jajaja, y muchas, y una de ellas es esa, que no deja de ser un poquito fiel al famoso dicho de "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces". Me gustó su espontaneidad, su humildad y su honestidad para contar las cosas sin pretender aparentar nada, tal cual se produjeron y esa fue una de las cosas que contó, que no tenía intención de darle publicidad a la novela, pero que todos sus amigos, cuando llegaban a casa, le preguntaban "bueno, ¿y cómo vas con Los domingos de mierda?", jaja.
EliminarSi la lees, ya me cuentas luego, porque es una novela que tiene opiniones un poquito contradictorias y enfrentadas.
Un beso!
¿Quién es esa Marga que está en todos los fregaos? jaja
ResponderEliminarDespués de acudir a varias presentaciones de libros está es la más especial de todas, no todos los días tengo a mi lado a una grandísima amiga con la que disfrutar de un acto así, ni la oportunidad de escuchar a una gran mujer con las ideas muy claras. Una gran crónica, Pilar. No nos levantamos a aplaudirla, pero más de una mirada de complicidad y sonrisas de felicidad si tuvimos al escuchar lo cercana y humilde que es Mara. Fue un placer charlar con ella, un encanto de chica.
Gracias, preciosa, por este fin de semana inolvidable.
Un besazo!
No sé quién es la tal Marga, una que se pegó a mí todo el fin de semana y no sé por qué, jajaja.
EliminarEste encuentro fue un buen comienzo para todo lo que vino después, yo también disfruté con la compañía ;) y fueron muy significativas esas miradas que nos dedicamos casi al unísono en determinados momentos, un signo más de complicidad y de compenetración entre nosotras, ¿no?
Gracias a ti por haberle echado valor y haberte atrevido a venir, jaja.
Un beso, guapa!
Te va a tener que contratar Mara Torres como su representante, que entre tu reseña y esta fantástica crónica, creo que no soy la única que está deseando leer este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Jajaja, te prometo, Margari, que no llevo comisión, jaja, pero es que si alguien me cae bien pues lo digo y si algo me gusta, también. En la literatura hay combinaciones para todos los gustos, porque también hay escritores con una pluma de oro que a nivel personal no hay por donde cogerlos, pero no es el caso, al menos hasta donde yo conozco.
EliminarBesitos, guapa!
Lo debisteis de pasar genial, y Mara parece un encanto. Qué ironía eso de que ella quisiera guardar su intimidad y otros que no tienen ni idea de escribir se dediquen a ello como si fueran expertos...
ResponderEliminarLo pasamos genial, sí, sobre todo porque esto sólo fue el preámbulo de un fin de semana completo que incluyó algo de turismo, tapeito, concierto y quedada bloguera en Málaga el domingo como colofón. Así es que mejor no pudo salir.
EliminarUn beso!
Pilar ya he visto que lo habéis pasado de lujo... ¡¡qué envidia!! Y de la mala además.. jejeje.. En cuanto a la crónica, muy completa. Tengo el libro en casa hace un mes y cada vez que veo una reseña me entran muchas ganas de leerlo pero ¿sabes qué pasa? Que hay tantos libros a los que les tengo ganas que no sé por dónde empezar. Es como si a un niño pequeño le pones muchas chuches delante y le pides que coja solo una... Coge una, la suelta, coge otra, la suelta, coge otra.. la vuelve a soltar.. ¡No se decide! A mí me pasa igual jejeje. Besos
ResponderEliminarPues nada, Marisa, tú haces como con las chuches, los miras todos y te dejas llevar por el color, el tamaño o el nombre a la hora de elegir, el que te pida el cuerpo en ese momento y punto, jaja.
EliminarBesitos!
Pues tengo el libro en casa. Como era muy finito, mi tía, que tenía ganas de leer algo ligero (al menos de peso) me lo "robó". Me dijo que le había gustado, pero que era muy surrealista, muy raro, que se salía de lo normal. A ver si lo leo prontito. Un beso.
ResponderEliminarSu parte de razón, lleva, Marina, de lo normal se sale. A ver lo que te parece a ti.
EliminarUn beso, guapa!
Me alegra que lo pasarais tan bien y que Mara sea casi como cuando da las noticias. Y estoy de acuerdo con los comentarios anteriores cada vez me llama más la atención este libro, un besote.
ResponderEliminarPara serte franca, no la conocía de las noticias de la 2, porque normalmente no coincido con su horario y en casa es difícil a veces ver los programas que nos interesan, pero me resultó encantadora personalmente, muy cercana. Lo pasamos muy bien, tanto en ese encuentro como en todo lo que vino después.
EliminarEn cuanto al libro, si al final lo lees ya nos contarás tus impresiones, a ver a ti qué te parece.
Un beso, Rocío!