Dentro del género literario de la narrativa, quienes escribimos cuento o relato corto debemos ser muy conscientes de que, hoy por hoy, la tendencia más generalizada y lo que por tanto goza de mayor aceptación entre los lectores de literatura de ficción es la novela, tal vez por la creencia extendida de que la brevedad de un relato o de un cuento no nos va a permitir adentrarnos de lleno en una historia completa y relativamente detallada, como sí suele ocurrir cuando nos enfrentamos a las más de cien páginas escritas de cualquier novela. Pero yo me atrevería a decir que ¡nada más lejos de la realidad!
Según palabras de Marina Mayoral -novelista y escritora también de relato-, “la novela es como un veneno lento y el cuento, como un navajazo”, dando a entender con ello, según ha sido expuesto ya en algunos otros foros y blogs literarios con los que estoy plenamente de acuerdo, que un cuento debe de ser conciso, pero sin perder por ello la profundidad y una intensidad que puede conseguirse no solo eliminando todo lo superfluo, todo lo que no aporta algo realmente esencial para la trama, sino sabiendo elegir además las palabras adecuadas y la composición de unas frases que en muchos casos nos permita sugerir, más que decir; que nos permita transmitir y dar a entender muchas más cosas de las que se dicen en realidad, como una forma de economizar al máximo el espacio… pero no la información. Partiendo de estas premisas y teniéndolas muy presentes, a pesar del número reducido de palabras escritas, podemos conseguir recrear, no sólo un pasaje estático de la historia de su protagonista, sino llegar a describir con cierto detalle una serie de acontecimientos que pueden incluso extenderse temporalmente, y ser capaces de construir además unos personajes bien perfilados y profundos que nos permitan sensibilizarnos con su vivencia, empatizar con ellos y sentirlos incluso muy cercanos a nosotros como lectores.
A mí personalmente, al igual que ya está admitida la distinción entre relatos y microrelatos para referirnos a aquellos que tan sólo ocupan un par de líneas -pero que son capaces de englobar o de sugerir muchísima información dentro de ellas-, me gustaría que también estuviera aceptada la posibilidad de hablar de novelas y de “micronovelas”, para poder definir de esta forma el estilo de los cuentos o de los relatos cortos que componen “ELLAS TAMBIÉN VIVEN”.
Cuando yo comencé a escribir los primeros relatos que componen este libro, ni siquiera sabía que acabaría escribiendo un libro. Más que ser yo la que buscara una historia que contar, podría decir que fueron estas historias las que me encontraron a mí cuando me detuve a observar concienzudamente todo lo que sucede a nuestro alrededor, y en particular, cuando me detuve a observar y a analizar muchas de las vivencias y de las experiencias, ¡tan intensas a veces!, de nosotras, las mujeres, en nuestra sociedad actual. En ese mismo instante, tuve muy claro que podía huir sin problema de lo excesivamente fantasioso, de lo histórico, de lo misterioso o de lo exótico…, para centrarme en recrear muchos de los acontecimientos que nos suceden en nuestra vida y en nuestra realidad cotidiana, porque aunque a veces no lo parezca, las mujeres tenemos muchas cosas que contar, muchas experiencias vividas que merece la pena sacar a la luz y compartir con los demás.
Dieciséis historias de este tipo, dieciséis vivencias de este tipo, protagonizadas todas ellas por mujeres y contadas de primera mano por ellas mismas, -y con las que más de una o uno de los que ahora leéis esto os sentiríais identificados-, son las que conforman esta recopilación de relatos de ficción; relatos en los que se dan cita las experiencias vitales de todas ellas en nuestra sociedad de hoy, su forma –nuestra forma- particular de percibirlas y de afrontarlas, y todo ese cúmulo intenso de pensamientos, emociones y sentimientos que nos suele embargar a todas cuando nos tenemos que enfrentar a ese tipo de vivencias: la historia del ama de casa que se ve abocada a ejercer la prostitución para salvar a su familia de la crisis económica, la mujer casada que se ve envuelta en un conflicto pasional del que no sabe cómo salir, la madre soltera que ha de afrontar en solitario la enfermedad de su hijo pequeño, la trabajadora vulnerable y con escaso sueldo que acaba siendo víctima de un acoso laboral, la cuarentona que ha de enfrentarse a la infidelidad cibernética de su marido, la profesional cualificada e inteligente que ha de elegir entre su prometedora carrera o la maternidad... son algunos ejemplos de estas historias, contadas con detalle en tan sólo unas cuantas páginas de papel.
Si tuviéramos que catalogar a este libro, podríamos decir que estamos ante literatura realista, pero siempre dentro del género de la narrativa de ficción. “Ellas también viven” no es un libro de autoayuda, ni de corte psicológico o sociológico. Estamos ante relatos literarios de ficción que son, vuelvo a repetir, historias completas con un planteamiento de la trama, un desarrollo de la misma y un final, y que incluyen además, como a mi juicio no podía ser de otra forma, todos esos aspectos propios de las novelas cuales son la intriga, la tensión, la emoción, la incertidumbre o la sorpresa. Porque todos los que somos amantes de la lectura sabemos que, al fin y al cabo, son estos matices los que más nos incitan siempre a seguir leyendo, a seguir pasando páginas para ver al final en lo que termina la historia. Desde aquí te invito a descubrirlas. A dejaros sorprender.
Y vosotros... ¿sois reacios a leer relatos?