22 nov 2018

RELATO: «HOJAS PARA EL RECUERDO»


   En este banco del parque me declaraste tu amor, en una noche preñada de luna llena, ¿te acuerdas? Yo era una jovenzuela loca y tú un donjuán de tres al cuarto, descarado y guapetón, pretendido por las mozuelas de mi escuela y de mi calle a espaldas de sus papás, porque labia te sobraba, pero te faltaban los billetes con los que conquistar sus corazones ignorantes de emoción. Yo rehuía tu presencia por esa pose altanera y tu falta de humildad, creyente de que tu cara bonita sería un pasaje hacia una felicidad soñada junto a una dama y señorita como yo. Qué ilusa fui. No supe que al no mirarte me convertiría en un reto, en una meta por conquistar. Que plantarías tu bandera en mitad de mi corazón tras conquistarlo como Neil Armstrong la luna. Sin podérmela arrancar en los once lustros que vivimos juntos. Ni siquiera cuando me dijiste adiós.

   Caen las hojas de los árboles y me acarician las piernas, con el mismo roce suave con el que tus manos se aventuraban en esa época de juventud. Los ojos encendidos, la boca prieta. Y el ansia por poseerme cristalizando en tu piel. Qué sofocos me subían. Me palpitaba el pecho, aunque no te lo confesara; no podía permitir que antes de nuestras nupcias mancillaras mi virtud, que me pusieras en boca de las demás. Y ahora río y descubro que fui tonta. Por acallar un instinto placentero vetado sin argumentos por aquella sociedad; por ignorar esa naturaleza animal que Dios nos dio para algo más que para procrear.

   Ahora tengo un pretendiente, a mis ochenta, mira tú. Me tiemblan las manos cuando lo veo, pero no puedo asegurar que las mueva la emoción y no la edad. Me toco el pecho y mi corazón no baila al pronunciar su nombre, aunque me reconforta su compañía. ¿Acaso será por la soledad?

   Dudo si quedé privada de sentimientos, si estos cayeron al suelo dejándome las entrañas huecas como un árbol muerto, sin brotes nuevos, sin savia alguna que los haga florecer. Si te los llevaste tú a ese lugar sin nombre en el que me esperas.

   Dudo si consentirle a este nuevo hombre que me dé su amor. Si guardar tu ausencia, según me educaron. Si dejarás de quererme por considerarlo traición.

   Dudo si volver a sentarme en este banco, porque los recuerdos me matan. O dejar para siempre que las hojas me acaricien. Como si fueras tú. 
© Pilar Muñoz Álamo - 2018

13 nov 2018

«AQUELLO QUE FUIMOS». NOVELA GANADORA DEL V PREMIO LITERARIO DE AMAZON

   Quiero dedicar este premio a mis padres, mis grandes ausentes en este momento tan importante y emocionante de mi vida. Sé que habrían llorado en silencio al conocer la noticia, que se les habrían caído lagrimones mudos, limitándose a abrazarme porque la emoción les habría impedido articular palabra.
   ¡Va por vosotros, guapos míos, allá donde estéis!

   Son tantas cosas las que querría expresar en este momento que me resulta imposible abarcarlas y, aún menos, resumirlas. Se me agolpan los flashes de todos los momentos literarios vividos, incluso de aquellos que en su día no supe apreciar como precursores de lo que me vendría después: esos cuentos escritos, ilustrados y encuadernados con nueve o diez años; una miniobra de teatro antiguo a los trece; múltiples reflexiones sociales y psicológicas plasmadas en un diario en mi adolescencia; mis poemas de juventud; los relatos de instituto; mi primera novela de ciencia ficción a los diecisiete y una segunda a los veinte, ambas en un cajón; los primeros relatos de corte intimista y reivindicación social en la madurez —«Ellas También Viven»—, paralelos a la escritura de mi primera novela, «Los colores de una vida gris», en esta nueva etapa literaria que comenzó hace algo más de diez años.
   Diez años... Sí. Fue en aquel momento cuando di el salto. 
  Afilé la pluma y le planté cara a la timidez para escribir y presentar después lo escrito en Córdoba, Sevilla, Málaga, Madrid y algunos pueblos pequeños, bajo la única protección de mí misma y de una familia a la que debo millones por su apoyo incondicional, haciendo camino con uno de los primeros sellos de autoedición en papel, que me brindó la oportunidad de hacer despertar mis historias a los ojos de los demás. Ahora sé que, aunque salió bien, aquella fue una inversión arriesgada. Pero el mundo es de los valientes. O así lo pienso yo.
   Aquel fue el inicio de un camino enriquecedor en el que he vivido multitud de experiencias personales y literarias, un camino en el que, entre otras muchas cosas, he ido aprendiendo y depurando un estilo y una forma de escribir, aunque manteniéndome siempre fiel a mi esencia, a mi afán de hacer de la literatura de ficción un medio de transmisión de emociones, sentimientos y reflexiones, además de entretener con historias que enganchen, que conquisten, que remuevan...
   Hoy hago balance. Y veo que llego aquí con cuatro novelas, un libro de relatos, unas cuantas participaciones en antologías publicadas por editoriales y Corporaciones Locales y un centenar de escritos cortos de ficción, publicados en este blog o en Facebook y dedicados a todos aquellos que gustan de la literatura breve. Pero sobre todo, veo que llego aquí con la sangre convertida en letras, con un puñadito de amigos íntimos e incondicionales de cuya mano camino, con un compromiso hacia los lectores de respeto y buen hacer y un compromiso hacia mí misma, iniciado hace ya tiempo, de hermanarme todo lo posible con la Literatura en cada una de mis obras, por encima de lo demás. Esa es mi pretensión, mi objetivo, mi meta..., lo que más anhelo conseguir.
   Hoy lloro. De alegría por lo que quiero entender como un reconocimiento a un esfuerzo de muchos años, parte del cual ha terminado gestando esta novela profunda y compleja; como un empuje para seguir luchando en este mundo de letras tan complicado, bonito e injusto a la vez; como una oportunidad para que se me abran las puertas que otros cerraron.
   Y miro a mi alrededor. Para desearle a mis compañeros finalistas el éxito que también merecen; para dedicarles, si me lo permiten, una palabra de aliento que los motive a seguir caminando, poniendo el mayor empeño posible en cada obra que escriban, porque esta carrera de fondo la tenemos que terminar derrochando tesón, trabajo, constancia, estudio, pasión, esperanza..., y aún nos queda a todos mucho por recorrer. La meta sigue estando lejos. Pero la alcanzaremos, estoy convencida. Y si lo hacemos unidos, mejor.
   Gracias a quienes me habéis apoyado siempre, a quienes confiasteis en mí, a quienes me concedisteis el beneficio de la duda leyendo esta novela antes de hacer valoración alguna, a quienes me empujasteis con vuestras palabras de aliento, a quienes me ayudasteis de alguna forma para que esta novela ganara visibilidad o audiencia durante estos cuatro meses que ha durado el concurso, a quienes me habéis dado la mano a pesar de no tener nombre.
   Y gracias a Amazon. Por concederme la oportunidad de sacar mis letras del anonimato.

   Una llamada en la carretera ha dibujado un nuevo paisaje en mi vida y yo voy a perderme en él para vivirlo y sentirlo al máximo. Pero antes, permitidme que dé rienda suelta a la voz que he venido acallando y que, como un eco emocionado, no ha cesado de gritar: «¡He ganado!».




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