24 jul 2020

NUEVA NOVELA: «CUANDO LA LLAMASTE CLAUDIA»



   El hilo argumental de esta novela parte de un relato escrito hace más de seis años y guardado celosamente en un cajón. Quizá penséis que no me parecía lo bastante bueno como para sacarlo a la luz, pero nada más lejos de la realidad; la historia, tal cual sucedía, merecía no pasar sin pena ni gloria por mi mundo literario.

    En un principio, la proyecté como parte integrante de una novela más extensa, junto a un par de hilos argumentales más que acababan entretejiéndose como una tela de araña. Pero las circunstancias hicieron que se le pasara el momento, su momento de ser escrita, y cuando quise retomarla ya era tarde; porque el tren también pasa de largo para ciertas novelas y ya no vuelve. Decidí entonces crear una historia sencilla basándome solo en ella, añadiendo aditivos emocionales y reflexivos y variando sustancialmente el final para hacerla más acorde a la realidad.

    Lo intenté una, dos, hasta tres veces, sin que me convenciera lo que estaba escribiendo. No me emocionaba, me parecía insulsa, sin calado. Y yo tengo que SENTIR cuando escribo. Necesito verme atrapada por aquello que cuento, creérmelo, sufrirlo, porque sé que solo así seré capaz de transmitir lo que cada historia requiere para convertirse en una verdad cuando llega a vuestras manos.

    Después de casi tres años de sequía literaria, e incapaz de dar forma a esta historia, comencé a pensar que tal vez mi apatía era la causa del fracaso; mi apatía por seguir escribiendo para enfrentarme luego a un universo literario repleto de sinsabores, de falta de oportunidades, de hechos tan injustos como, a veces, inexplicables. Hasta que encontré la «voz» que, sin saberlo, andaba buscando. Me sonó tan rematadamente bien, tan acorde a la manera en que debía contarla, que todo se iluminó. Porque la fuerza de una historia no solo está en los hechos, sino en la forma de contarlos.

    Los sinsabores de este mundo literario pasaron a un segundo plano y cobró vida el reto personal de escribir con un registro narrativo que nunca había utilizado y que me apetecía poderosamente intentar dominar. Aprendizaje, renovación, enriquecimiento personal, afán de superación. Pasara lo que pasase, solo por todo esto ya habría merecido la pena desarrollar la historia. Así es que volví a empezar.

    Les conté la idea a quienes siempre me acompañan en mis lides literarias: una trama con un hilo argumental relevante y un hilo secundario menor; un narrador con voz y carisma propios, muy diferente a los de obras anteriores; y un estilo narrativo mucho más directo, sin florituras, para una novela con un tema de fondo delicado y con una visión masculina en primer plano, contrario a mi tendencia habitual de adjudicar a las mujeres un indiscutible papel principal (aunque en esta tampoco me olvide de ellas).

    Me pusieron cara de póker y me dijeron: «Adelante»; pensando en el fondo: «Vamos a ver por dónde sale el invento». Pero el invento empezó a cobrar forma y a sonar bien. Distinto, pero bien.

    Una vez escrita y revisada, puedo afirmar que Cuando la llamaste Claudia es mi novela más especial, por la historia que cuenta y lo mucho que transmite; la más arriesgada por ser una apuesta literaria en todos los sentidos; y la más personal, por haber satisfecho mis propias exigencias evolutivas —hablando en términos de «letras»— a la vez que deja huella en vosotros. Porque estoy casi segura de que así será.

    El 3 de agosto saldrá a la venta en Amazon, en formato digital y papel. A partir de ese día, será vuestra y comenzará la aventura. Y con ella, la emoción contenida al preguntarme si llegaréis a sentir al leerla tanto como yo al escribirla.

    Un abrazo y gracias de nuevo por estar ahí.


12 feb 2020

«AQUELLA VEZ EN BERLÍN» de MARÍA JOSÉ MORENO


SINOPSIS 

El día que el arquitecto alemán Richard Leinz recibe en su casa de Londres al señor Parker, investigador privado, descubre que hace quince años cometió una grave equivocación que marcó su vida. Atormentado por sus dramáticos recuerdos y por el dolor que causó a su alrededor, emprende una búsqueda tenaz en su pasado para intentar enmendar su error. Cuando Thomas, secretario de Richard, decide por su cuenta llamar a Marie Savard, con la que el arquitecto mantuvo una relación, no sabe que está a punto de derrumbarse todo lo que lo ha mantenido a salvo hasta el momento: ¿Por qué Richard ya no es el que era? ¿Podrá Marie ayudarlos a librarse de sus fantasmas? ¿Cómo se puede convivir con la culpa? Una historia intimista de secretos desgarradores, de amores frustrados, de palabras no dichas, de luces y sombras en el pasado de unos personajes que intentan sobrevivir en un tiempo histórico complejo mientras tratan de combatir a sus propios demonios y coger aire para disfrutar de eso a lo que llamamos vida. Las casualidades no existen. Los encuentros fortuitos tampoco. 

***

   Me he pasado un buen rato mirando el «folio» en blanco de la entrada de Blogger, con el cursor parpadeando a la izquierda, esperando paciente a que comenzara a escribir. Y me ha recordado, por un momento, al famoso bloqueo del escritor, que suele producirse cuando este no sabe bien lo que contar, o cómo lo va a contar. En mi caso, el bloqueo no es producto de una carencia de ideas, sino del exceso; es tanto lo que podría decir que no sé bien por dónde empezar. Quizá porque le quiero hacer justicia a una obra que la merece. Quizá porque le tengo un cariño especial. Quizá porque la he visto gestarse, crecer, madurar y, finalmente, nacer, en ese orden inverso a la vida propio de la literatura que a ti, lector o lectora, te permite ser testigo del resultado final, pero que a mí me ha concedido el privilegio de mostrarme el camino arduo y laborioso que la ha llevado a ser una historia preciosa y redonda. Y me preguntaba al hilo de todo esto y ahora que no nos escucha la autora, por qué no podría yo revelar algunos de esos secretos de trastienda que no suelen ver la luz... 

   ¡Shsss...! Cierra la puerta y vigila, porque allá voy.

   Hace ya mucho tiempo que María José Moreno me envió un e-mail. Como anexo venían los dos o tres primeros capítulos de la novela y en él me pedía que los leyera y le diera mi impresión, si creía que merecía la pena continuarla, si me gustaba el tono narrativo... Una valoración un tanto subjetiva, quizás, considerando que era muy poco lo que aún tenía escrito. Pero es que a veces no se necesita más. Las buenas historias enganchan desde el principio, sin necesidad de que sean de intriga; la información inicial que aportan, los matices ambientales, la pluma que las cuenta pueden ser más que suficientes para causar sensaciones que te invitan a pensar que estás ante el origen de una gran obra, que promete, que hay un diamante en bruto por pulir, agazapado y escondido, preparado para darle brillo y sacarlo a relucir. Cuando acabé de leerlos (en nada y menos de tiempo), le contesté al mensaje: «¿Que si merece la pena seguir? Esta historia es de sofá, café y manta, te lo digo yo. Y el tono narrativo es propio de novela de tapa dura». Esas fueron mis palabras. Y aunque lo último no se ha cumplido (Versátil la ha publicado en rústica, eso sí, con una portada preciosa), apuesto a que lo primero se hará realidad cuando llegue a vuestras manos, ya me lo diréis.

   La lectura de las primeras páginas me transportó a Londres de la mano de Thomas. Su voz me conquistó desde el minuto uno. Entrañable, envolvente, cálida, afectuosa. Pensé que sería un protagonista excepcional, contándonos su historia con la cercanía y la intimidad de la primera persona. Y cuál fue mi sorpresa al saber que quien la contaba —Thomas— era en realidad un personaje secundario, que los verdaderos protagonistas serían Richard y Marie. Varias llamadas de teléfono entre María José y yo se sucedieron en esos primeros días, una de ellas de muy larga duración, en la que me contaba la historia al completo para analizar los enfoques. Me eché las manos a la cabeza. Porque no se había conformado con crear una historia sencilla, era una auténtica red de personajes y hilos argumentales interconectados con propósitos muy claros, pero de ejecución difícil, no solo por la cantidad de sucesos que en ella ocurrían, sino por la profundidad psicológica de que había que dotar a los personajes para que todo resultara coherente. Pero en eso María José Moreno es experta, no defrauda, así es que confié a ciegas en un planteamiento en el que las aparentes casualidades —que en realidad no lo son—, los secretos del pasado, los miedos personales, la necesidad de perdón, la búsqueda de la verdad y la lucha por la supervivencia se darían cita en Londres, Munich, Berlín y Málaga, a caballo entre el presente y el pasado, con una ambientación histórica en la Segunda Guerra Mundial y personajes de fondo como Anna Freud dando respaldo a unas vidas marcadas por la familia y por los sucesos traumáticos que acontecieron en ellas.

   Pero no quedaba ahí la dificultad. Había que dar voz a los personajes, a cada cual la suya, y jugar con los narradores, que en esta novela, finalmente, no solo es Thomas, sino también un narrador externo que cuenta de primera mano todo lo que acontece a Richard en sus viajes al pasado, donde Thomas no puede estar presente. Y había que dotar de realismo a la historia, contando las crudezas de los errores cometidos, el daño causado por los personajes a quienes amaban, incluso a ellos mismos, y su posibilidad o imposibilidad de resarcirlos, y todo ello sin que el dedo acusatorio del lector los sentenciara, es decir, provocando una empatía que no siempre es fácil de conseguir, porque para ello hay que saber manejar muy bien los sentimientos y las emociones, transmitiéndoselas al lector. Una historia intimista, como Aquella vez en Berlín, no quedaría en el recuerdo si no tocara el corazón. Y lo hace. Te toca el corazón y te hace suspirar al compás de muchas de sus páginas, de muchos de sus párrafos, de muchas de las sensaciones que María José Moreno consigue provocarnos con la lectura entre líneas de sus mensajes subliminales; esos mensajes que yo tanto agradezco por una simple cuestión de enriquecimiento personal. 

   Me dijo que quería apartar la maldad con la que había convivido durante la escritura de la Trilogía del Mal y volver a sus orígenes. Al estilo de Bajo los tilos. Y lo ha hecho a lo grande, con una historia intimista para degustar, compleja pero de lectura fácil, tranquila, para recrearse, con esa voz narrativa propia de los grandes novelones y unos personajes capaces de despertarnos un afecto especial.

   Saldrá a la venta el próximo 17 de febrero. Dentro de una semana. Yo estoy deseando tenerla en las manos, ya tengo preparado el hueco en mi librería. Apuesto a que cuando la vea, me voy a emocionar. Como os podría suceder a vosotros si la leéis.

   Mucha suerte, María José. Ambas lo merecéis. 



18 ene 2020

MICRORRELATO: «AHORA SÍ QUE SÉ LEER»


   Aprendí a leer contigo. Para mí, las líneas de cualquier libro eran una sucesión de palabras sin sentido, un cúmulo de frases desprovistas de significado. Aún recuerdo tu mirada al escucharme, boquiabierto, extrañado. «Quizás erraste al elegir la historia», recuerdo que me dijiste, «quizás esta no es capaz de llegarte al corazón». Y es que el mío estaba cerrado. Como estaban mis ojos ciegos, mis oídos sordos, mi boca muda… y mi alma rota.

    Aprendí a leer contigo cuando al sentarte a mi lado me tomaste de la mano y sentí el roce de tu piel, el calor de tus pupilas, la candidez de tu voz y un abrazo que jamás nadie me había dado. Despertaste en mí el amor y, con él, la confianza en el mundo que en mi infancia se extravió. Aprendí a mirar contigo, contigo supe lo que es comprender. Porque solo se comprende con el corazón abierto, como una extensión del querer.

    Ahora me adentro de nuevo en la historia y, al pasear por las letras, cambia mi entonación. Los protagonistas me hablan y soy capaz de vivir sus vidas, de entender sus sentimientos, de reír y hasta llorar emocionada. Descubro que las frases no son un camino llano, sino una montaña rusa a la que he subido y en la que el vértigo me pellizca, el aire me sacude la cara y los designios de cuanto ocurre me causan preocupación.

    Ahora todo adquiere un significado. Porque no pueden vivirse otras vidas si una está muerta, o entenderse un sentimiento cuando jamás se conoció una emoción.

    Tú me abriste el corazón.

    Y ahora sí que sé leer.
 © Pilar Muñoz Álamo - 2020
Fuente de la imagen: Pixabay.com

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