Cuando un cúmulo tan grande de reflexiones y de elementos que valorar se mezclan en la mente para poder extraer conclusiones válidas y coherentes, y decisiones tal vez complejas en torno a ellas, corremos el riesgo de no alcanzar a transmitirlas de manera fiel, quizas por el intento de resumir una explicación que de otra forma sería tediosa y excesivamente larga. Y me temo que algo así ha ocurrido a raíz de mi entrada de ayer "Un beso y hasta siempre".
Han sido muchos los comentarios que ha generado y, para seros sinceros, pienso que no tendría por qué excederme en aclararlos, si no fuera porque algunos de ellos parten, y me temo que partirán, de personas a las que aprecio y con las que he compartido tiempo, esfuerzo o una dedicación común en este mundillo literario.
Antes de nada, quiero daros las gracias por el apoyo que me habéis demostrado en estos momentos, por vuestras palabras de elogio hacia mi libro, mi persona y mi forma de escribir; reconozco que habéis conseguido emocionarme. Tal vez por ello me veo en la necesidad moral de hacer ciertas aclaraciones en torno a aquello que creo que no se ha entendido demasiado bien, o que yo no he sabido explicar como debiera, que también puede ser.
Aclaremos:
1º Yo siempre consideré esta experiencia, la de publicar el libro, como un proyecto, y como tal, he dado por hecho siempre que debía tener un principio, un desarrollo y un final, aunque nunca he sabido determinar el tiempo que me llevaría ese proceso. Pero el hecho de que un proyecto termine no significa que el producto que se ha originado a partir de él no se siga difundiendo, expandiendo y disfrutando por todo aquel que pueda mostrarse interesado, aunque nosotros ya no sigamos trabajando directamente en él. Dejar que mis niñas vuelen en solitario no significa que renuncie a ellas; dejar que mi libro se siga difundiendo solo no significa que reniegue de él, ni que lo catalogue de calidad escasa. Significa, simplemente, que he llegado a un punto muerto en el que siento que poco más me queda por hacer porque ya es de sobra conocido a nivel de internet, en la blogosfera literaria y en las redes sociales, que son las vías en las que he estado centrada en este último tiempo, y ahora es a los lectores a quienes les toca mover pieza con plena libertad de elección.
De todos es sabido que la promoción y la publicidad que suele hacerse de un libro de cualquier editorial convencional nunca es eterna. Se incide en el prelanzamiento y en la campaña posterior de forma muy intensa, y en una distribución de miles de ejemplares a nivel nacional que acompañan la imagen difundida de esa obra por doquier. Y a partir de ahí se deja correr y la atención se centra en la obra de otro autor, tal vez. Tres meses de presencia pública dicen que es suficiente para saber si el libro funciona; pero claro, siempre y cuando se cuente con poderosas herramientas publicitarias, de promoción y de distribución que los autoeditados no tenemos. Nosotros necesitamos un margen mucho mayor, tal vez un par de años, el mismo par de años que yo he dedicado a difundir este libro.
Las críticas excelentes que hasta ahora he recibido desde el mundo de la escritura, las reseñas excepcionales que siempre me han acompañado y la multitud de comentarios anónimos que me han ido llegando a raíz de la venta al completo de la primera edición me han dado la certeza absoluta de que la obra tiene una calidad literaria suficiente como para mantenerla en el mercado. Si no fuera éste el caso, no dudéis de que haría ya tiempo que no sería posible encontrar en libro en todas las librerías físicas en que está distribuído y en las numerosas plataformas y webs de internet en las que se puede adquirir tanto en papel como en formato digital. Pero tal vez sea hora de dejar que comience a funcionar realmente el "boca a boca", que si en una novela "convencional" es un efecto que arranca en relativamente poco tiempo, en obras como ésta, que no cuentan con la inversión habitual de una editorial convencional, será indudablemente algo más lento y dilatado en el tiempo. No estoy abandonando este libro, a estas niñas las he parido yo con todos los sudores y con toda la ilusión y me siento plenamente orgullosa de ellas y de lo que tienen que contar. Me halaga que se haya dicho de ellas que "han conseguido cambiarme la forma de ver la vida", que "han contribuído a cambiar la concepción que se tenía del género del relato", que "me han hecho reflexionar y valorar aspectos en los que no me había parado a pensar antes", que "han conseguido dejarme con la boca abierta con esos giros finales tan asombrosos", que "son historias que sin duda releeré unas cuantas veces, porque cada vez que lo hago descubro matices nuevos que no había visto antes"... Con estos comentarios a la espalda, que son una ínfima parte de los que me han hecho llegar, y el magno esfuerzo que he hecho hasta ahora para darlas a conocer, no puedo renegar de ellas, tan solo dejarlas volar, por mucho que me duela, y que esta segunda edición que está en curso siga avanzando a su propio ritmo, dándoles el tiempo necesario para que maduren, porque considero que tienen madera suficiente como valerse por sí mismas. Después de las reflexiones que ya expresé en mi entrada anterior, siento que mi labor con ellas ha terminado. Ahora tengo otros proyectos en mi vida que también pugnan por salir y que merecen mi plena y especial dedicación. Esto es un punto y aparte. No es un punto y final.
2º Ha sido unánime la recomendación de no dejar de escribir y agradezco de corazón los halagos que en este sentido me habéis hecho llegar. No tengo esa intención. Bien es cierto que no me gusta plantearme retos a largo plazo, ni metas que no sabré si podré cumplir o no, pero siempre ha dejado abierta la puerta a la escritura como medio para seguir contando lo que fluye en mi cabeza a cada paso que doy. No sé si será en el blog donde siga plasmando mis impresiones, de momento necesito un tiempo para reordenar las ideas y centrarme en lo que viene a partir de ahora, por ello he preferido decir un "hasta luego" y no un "adiós". Como ya contesté a un comentario de una amiga en mi blog, si llega un momento en que el tumulto de cosas por contar me saturan de tal forma que no las puedo contener, tendré que reabrir las puertas de esta casa, aunque sea en solitario, y compartir con vosotros mis pequeños relatos, reflexiones o aquello otro que pugne por salir.
Y por último, quiero dejar claro que todo esto es fruto de una reflexión personal en la que han intervenido muchos elementos por valorar, pero que nada tienen que ver con los aspectos formales del libro ni con los profesionales que han intervenido en él. La elección de editorial fue complicada porque desconocía su labor en el mundo de la autoedición y su garantía de profesionalidad, pero he de decir que, una vez seleccionada, en ningún momento me he sentido engañada. Hubiera deseado los servicios propios de una editorial convencional a precio módico de autoedición, pero eso no era posible y así lo tuve claro desde el principio. He encontrado en todo momento el trabajo bien hecho que a priori me ofrecían, ni más ni menos, y me he sentido bien tratada a nivel personal. ¿Que hubiera necesitado mucho más? Por supuesto. Pero no ha habido malos entendidos, lo que me podían ofrecer lo tuve claro desde el principio y así ha sido.
No pretendo extenderme más. Daros de nuevo las gracias a todos por estar ahí, por comentarme lo que pensais y lo que sentís, por apoyarme y animarme de la forma en que lo habéis hecho. Es un regalo para mí tener vuestra estima y no llegar a pasar desapercibida por aquí. Y a la vez, os animo a todos mis compañeros de fatigas a actuar como sintáis que debéis hacerlo. Cada uno de nosotros es un mundo particular y cada cual debe analizar sus propias circunstancias y sopesar aquello que realmente le compensa. No a todos nos mueve lo mismo, no todos queremos llegar al mismo lugar ni disfrutar de iguales conquistas, por ello no debemos dejarnos influir en exceso a la hora de tomar nuestras propias decisiones, tan solo algún que otro consejo; pero la última palabra siempre la tendremos cada uno de nosotros y deberá estar en consonancia con nuestra forma de ser, de pensar y de sentir.
Un besazo y hasta siempre!!
Nada, mujer; tampoco hacía falta que dieras tantas explicaciones, que ya sabes lo que dice el refrán: no nay palabra mal dicha sino mal interpretada. Pero vamos, que no se te ocurra dejar de escribir, jaja.
ResponderEliminaraclarado, auqnue no hacía falta, un besotee!!!
ResponderEliminarPues lo explicaste muy bien ayer, y lo has vuelto a explicar muy bien hoy. Ya sabemos que quieres mucho a tus niñas, pero ha llegado el momento de dejarlas a su aire, que ya es hora. Y dedicarse a nuevos proyectos, nuevas metas, dedicarse a una misma... a lo que quieras. Y ver cómo tus niñas crecen solas, ya sin tu ayuda. Porque seguirán creciendo. Lo que más me ha gustado de esta entrada es saber que no vas a dejar de escribir!
ResponderEliminarBesotes guapa!!!
Acabo de incorporarme desde hace tiempo desconectada y no tenía ni idea pero seguro que es una decisión meditada. A veces es necesario dar un giro y descansar de tanto ajetreo. Vuelve cuando quieras y tengas ganas, renovada y las cosas se verán de otra manera y tendrán otro aire, uno más fresco. Muchos besos Pilar.
ResponderEliminarPues si, Pilar, es hora de que el "boca a boca" haga su trabajo y que te tomes tu tiempo, todo el que necesites, para lo que sea.
ResponderEliminarY no pienso apelar a ciertas cosas, sólo te pido que sigas escribiendo, aunque solo sea para guardarlo en un cajón, hasta que un buen día decidas lanzarte de nuevo al ruedo.
Un beso.
Me quedo con dos cosas, que habrá más pro escribir y con esa pedazo de persona que parece haber detrás. Un besote
ResponderEliminarHola Pilar,
ResponderEliminarYa sabes eso que dicen de no morirse sin plantar un árbol y escribir un libro. Tu al menos hiciste una de las dos cosas y nadie dijoq ue no vayas a repetir.
Quien sabe si nos sorprendes en unos meses o semanas.
en todo caso, el lector decide y a mi me gustó leerte. Dejé tu libro, recomendé su compra y si para tí ha sido una buena experiencia escribirlo justo es que diga que para mí lo fue leerte.
Besos