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22 ago 2013

CUMPLEAÑOS FELIZ: UN CHEQUE REGALO PARA TI.

    Hoy es un día especial!!

  Hoy toca soplar las velas, apagar la lumbre nueva que se une a las que ya se subieron años atrás a bordo de la tarta y se resisten a bajar, a ceder ese espacio ganado a pulso día tras día a lo largo de cada año plagado de obligaciones cotidianas, vivencias novedosas, experiencias instructivas y momentos de deleite personal que han provocado más de una sonrisa, más de un momento feliz. Un vela nueva que sube marcada por una pérdida irreparable, pero deseosa de servir de puerta a la esperanza de que todo vaya por buen camino a partir de hoy, o al menos, a la esperanza de que sepa trotar por los senderos que se muestran ante mí sorteando los obstáculos lo mejor posible y en la mejor compañía.

    Lo habitual en estos casos es que sea la persona que cumple años quien reciba el regalito de quien la felicita. Pero yo quiero ser original. Yo quiero hacerlo al revés. Invitaros a vosotr@s sin recibir nada a cambio. Adentrarme en vuestra casa y no vosotr@s en la mía. Intentar por todos los medios que disfrutéis, que paséis un rato agradable, que os emocionéis, que os sorprendáis, que vuestra mente visite escenarios nuevos con experiencias cercanas. Pero no deseo hacerlo sola, sino en compañía de mis chicas... ¡Si nos dejáis!, por supuesto. ¡Si nos aceptáis!, por supuesto. ¡Si nos abrís los brazos sin compromiso alguno! 
   Hablo de Ellas, de las que También Viven día a día con fuerza y con entereza, como much@s de nosotr@s.

    ¿Os apetece darles la mano? Si es así, sólo tenéis que decírmelo. Sólo tenéis que dejarme un comentario en esta misma entrada anunciándome que sí, que estáis dispuest@s a abrirles las puertas de casa, y enviarme un mail a ellastambienviven@gmail.com con vuestro nombre o nick (el mismo que habéis utilizado en el comentario de la entrada) y vuestra dirección de correo electrónico, donde Amazon os hará llegar un cheque regalo promocional para que podáis descargaros gratuitamente a mis dieciséis niñas, las mismas que conviven bajo el título de "Ellas También Viven.Relatos de Mujer". 

    Estamos en agosto, un mal mes para conexiones a internet; las vacaciones priman sobre el resto de las aficiones. Por eso he pensado dejar abierta la posibilidad de apuntarse hasta el próximo miércoles a las 23'00 horas. Tengo diez cheques sobre la mesa, diez maletas preparadas para viajar. Vosotros decidís. Si terminado el plazo me sobra alguna, la guardaré para una próxima ocasión. Si nos hemos quedado cortas, las sortearemos, y que el destino les adjudique el rincón donde viajar.

  Os esperamos. Estaremos encantadas de que sopléis las velas con nosotras, pero sobre todo y ante todo, de haceros cómplices de algunos momentos cruciales de nuestras vidas. 

   Un beso!!


 

         Ellas También Viven: Dos añitos de vida


                                                          Ellas También Viven: Booktrailer
   

10 ene 2013

EL BLOGUERO INVISIBLE: UN FINAL FELIZ!

   Esta noche he dormido como una marmota, pero no como una marmota cualquiera, no, ¡como la madre de todas las marmotas del mundo mundial! ¡Y sin tomarme ninguna de las píldoras tranquilizantes que mi médico de familia -Emilio Aragón- me prescribió intentando evitar, con su carácter pacífico, que yo montara un pollo descomunal -y no asado, precisamente- ante el organismo oficial de Correos y Telégrafos por la presunta desaparición de mis Gigantes en extrañas circunstancias. Pero no adelantemos acontecimientos. Vayamos al principio para no perder detalles de esta iniciativa maravillosa que se repite por segundo año consecutivo y que aspira a convertirse en una tradición navideña con más estabilidad en el tiempo que la del buey y la mula en el Portal de Belén.

  Todo comenzó el día en que recibí ese preciado mail de nuestra madrina de ceremonias, Ana Kayena, invitándome a secundar tan genial iniciativa. Ya os conté en mi primera entrada bloguera-invisible la historiada noche de semi insomnio a la que tuve que sobrevivir para decidir si participaba en ella o no, y, finalmente, con qué libro lo haría. ¡Menos mal que dije que sí, porque a estas alturas tendría una alopecia aguda irrecuperable por los tirones de pelo que me habría pegado yo sola al ver la movida que me hubiera perdido de haberme quedado entre bastidores! Los gorritos monos de mercadillo que usó una de mis niñas en cierta ocasión se me hubieran quedado escasos. Pero accedí a participar, más feliz que Cristobal Colón con un GPS, observando cómo la blogosfera comenzaba a hervir y a movilizarse para decidir lo que iban a regalar y lo que cada cual ya tenía en su poder para no hacer acopio de ello como yo con los cromos de las princesas cuando era pequeña (mentira, yo coleccionaba canicas, pero dicen que esta feo decirlo porque soy una chica!).

   ¡La aceptación que mis Gigantes tuvieron entre los participantes de esta iniciativa me hizo muy feliz; tanto, que pasadas unas semanas ya no pude esperar más y rebosante de ilusión, decidí ir a recogerlos a la librería de turno en la que suelo comprar libros. "¿Se los va a llevar usted o se los llevamos nosotros a casa?" -me preguntó el librero-. Me quedé un poco perpleja, ojiplática, diría yo, sin comprender muy bien lo que aquel tipo me estaba insinuando. Hasta que los vi aparecer. A los Gigantes, digo, por la compuerta de carga y descarga del establecimiento porque no había forma de hacerlos pasar por dónde entraba el común de los mortales, mientras el resto de clientes se aferraba con fuerza a las vigas de hormigón para combatir el temblor sísmico que provocaban con cada uno de sus pasos. ¡¡La madre del cordero, qué pedazo de tíos!! ¡Maldita fue la hora en que se me ocurrió regalarlos! ¡¡Aunque la culpa la tiene el Sr. Follet, qué bien podría haberle puesto de título "La caída de Torrebruno", jolín!! "¡¡¿Y los dientes?!!" -pregunté levantando la ceja izquierda hasta la coronilla al ver que estabán más mellados que yo en el día de mi Primera Comunión-. "¡Los Gigantes se han caído, señora, ¿qué quiere?!"  Con ese morro impresionante me despachó de allí el señor librero. Les relié a cada uno una bufanda XXXXXL de la sección de oportunidades para disimular el desaguisado y salí arreándolos hasta casa como el que lleva un rebaño de cabras lisiadas, temiendo la reacción de mis chicas que no se hizó esperar. Cuando llegamos, huyeron corriendo despavoridas a los submundos del sotano con un acojonamiento en grado sumo, como si ellos hubieran dicho de desvirgarlas. Allí permenecieron ocultas y haciendo guardia militar hasta que bajé a decirles que hicieran las maletas, que la encantadoramente persuasiva madrina Ana me había terminado convenciendo de que ellas también viajaran. Y ahí se les acabaron los temores. Porque cuando de ir de parranda se trata, preparan el equipaje más rápido que un veraneante en un centro nudista.

   Y llegó el día de la despedida. Mi chicas, en tren. Mis Gigantes, paseando. Y paseando. Y paseando. Ellas, como buenas viajeras y por sorpresa total y absoluta, arribaron a su destino, la casa de Lidia Casado en un pueblecito de Castilla-La Mancha, sin mapa ni nada parecido, a pelo, orientándose por las indicaciones oficiales sin problema alguno. Pero mis Gigantes... ¡¡¡Ay, mis Gigantes cómo me lo han hecho pasar!!! ¡¡Doce días de extrema preocupación hasta verlos llegar sanos y salvos!! Mellados, eso sí, pero a salvo. ¡Los muy cabeza loca decidieron, por su cuenta y riesgo, hacer el Camino de Santiago  y "darse una vueltecita" por Galicia antes de terminar en Málaga!, donde mi querida Meg llevaba clamando a voz en grito por todas las redes sociales que su sorpresa aún no había llegado, y que quería a toda costa tener entre sus manos de lectora ávida a esta trupe de la estirpe de Goliath. ¡Insensata!, ¿dónde pensará meterlos? Y yo preocupada. Irritada. ¡Ligeramente cabreada! ¡¡Y Kayena lanzando advertencias al aire de que los carteros no pasarían de Despeñaperros para abajo!! ¡¡Y Marilú amenazando con regalarle a mi bloguera los Gigantes antes que yo!!! ¡¡¡Tilas progresivas y algún que otro valium me ha costado la odisea, que ya me veía yo avisando al Cuerpo entero de Bomberos  por si los pobres míos se habían caído de nuevo por algún barranco, porque si el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, una representación hombruna tan ejemplar tiene que tropezar siete veces!!!

   Menos mal que entretanto -antes de que el grito tarzanero de la pequeña Meg me perforara el tímpano avisando de su llegada-, tuve ocasión de divertirme de lo lindo con las anécdotas blogueriles de mis compañeras lectoras, de brindar con una ronda de chupitos virtuales de cuya resaca no me he recuperado aún y sobre todo, y ante todo, de emocionarme y entusiasmarme más que Vikie el vikingo con el regalito bloguero de mi querida Shaka lectora bloguera, o lo que es lo mismo, Sara Montero Dueñas facebookiana. El viernes, día 4, hice sentada en el portal esperando a la representante oficial del Cuerpo de Correos, preguntándome qué libro vendría en el paquetito sorpresa. ¡¡Y llegó!! ¡Puntual! ¡Y lo vi un poquito obeso -al paquete-! ¡Y me entusiasmé aún más! ¡Y desgarré la solapa como una energúmena a la que nunca le han regalado nada! ¡¡Y vi dos libros!! ¡¡¡¡¡Dos: La Tribu maldita, que era el anunciado, y La ciudad de los ojos grises, ¡de sorpresón divino de la muerte, con las ganas que tenía de echarle el guante! Venían acompañados de una bonita nota de Sara y me emocionó que se hubiera deshecho de dos de sus mejores lecturas para cedérmelas y que las pudiera disfrutar tanto como ella.

   ¡¡Gracias!! A Sara, por hacer de Rey Melchor en tiempos de crisis; a Meg, por su entusiasmo y por la buenísima acogida que le ha brindado a mis Gigantes, aún con el hándicap de tener que hacerle una ortodoncia de urgencia; a tod@s los participantes por la ilusión que desbordan y que hace que todo esto resulte muy, muy especial, y por supuesto, a mi madrina Ana, por haberme dado la excusa perfecta para descorrer de nuevo la cortinilla del blog, por hacer que brote una semilla de alegría, ilusión, entusiasmo y diversión que nos hagan olvidar en parte las pestilencias que manan de las noticias políticas y económicas del momento, por hermanar a unos blogs con otros, trazando lazos entre desconocidos o estrechándolos entre quienes ya tienen la suerte de haberse descubierto, y por brindarnos la oportunidad de conocernos a nivel personal más profundamente de lo que en principio imaginábamos. 

   Estoy encantada de haber participado y espero ilusionada la siguiente convocatoria... 
    ...con el hospital de campaña preparado :)

   A los que hayáis tenido la santa paciencia de llegar leyendo hasta aquí, os quiero mostrar mis dos librazos, que aunque hayan pasado a ser de mi propiedad, siempre conservarán el sello personal que Sara dejó al leerlos.

   Un besazo!!


6 ene 2012

CUENTO: "LA ILUSION RENOVADA" (El bloguero invisible)


  En una ciudad cualquiera y en una Navidad cualquiera, brillaban las luces de la ilusión. Los árboles resplandecían cuajados de bombillas diminutas de colores, las calles se inundaban del son de los villancicos y los niños correteaban, radiantes de felicidad, portando entre sus manos su tesoro más preciado: su carta, una pequeña carta doblada con dulce esmero para conservar en su interior los deseos más soñados, los juguetes más preciados, los regalos anhelados para esa noche especial, para esa noche mágica de plácido sueño en la que todos duermen flotando entre esponjosas nubes de esperanza, rosquillas de fantasía y caramelos de emoción. Para esa noche en la que todos duermen. Todos… menos ella.
  Para Pilarita, aquélla siempre había sido una noche cualquiera; los días previos, siempre habían sido días cualesquiera, y la Navidad…, una época cualquiera. Todo era tenue, sombrío. En casa no había luces de colores, villancicos ni esperanza. Cuando su madre se fue, absolutamente todo se marchó con ella. Ni siquiera recordaba el nombre de los tres Reyes que su padre decidió borrar, desterrar de su mente alegando un materialismo imposible de entender por una mente tan pequeña. Una burda excusa con la que ocultar su enojo para con su vida y su destino injusto.
  Un día, en la soledad de su cuarto, Pilarita dejó de lado la fiel compañía de sus amigas imaginarias, las que tantas experiencias vitales le habían confiado en sus momentos de tristeza y aislamiento, y encendió el ordenador. Entonces tecleó sin saber cómo, sin saber qué. Y Kayenita apareció, al otro lado de la pantalla, sin rostro pero con voz. Charlaba con sus amigas y éstas le contestaban con el dulce tono de la amistad. ¿De qué hablaban? ¿De un bloguero? ¿Y qué demonios era aquello de tan extraño significado?
  No entendía nada, pero le gustó aquella conversación, aquel deje de emoción con el que se hablaba de libros, de intercambio, de regalos, de sorpresa. ¿Eran los Reyes? No, eran amigos. Invisibles. Desconocidos. Pero dispuestos a llevarse mutuamente un poco de ilusión, de aquella ilusión para ella perdida y que nunca supo cómo encontrar.
  Con un miedo atroz, osó teclear su tímida sugerencia, su deseada intención de participar en aquel encuentro con seres desconocidos que la rechazarían sin dudar. ¡Pero cómo! Una rápida respuesta se plantó delante de su nariz haciéndola dar un respingo hacia atrás. “¡Participa, participa!” –le susurró Kayenita desde los confines de su ordenador-.
  Algo inusitado, indescriptible, le recorrió el cuerpo entero erizándole la piel. Pilarita se volvió buscando a sus amigas imaginarias, confidentes y asesoras en sus momentos de crisis, y las escuchó gritar una y otra vez: “¡Participa, participa! Cuéntales nuestra historia y permite que ellas te cuenten la suya. Escúchalas, vive su momento mágico esta Navidad.”
  Agradeció la invitación y aceptó, y desde aquel momento su casa se inundó de luz, de una luz brillante como nunca la observó jamás. Tenía ante sí la oportunidad de sorprenderse y de sorprender. De ser obsequiada y de obsequiar. De recibir felicidad y de darla a un mismo tiempo.
  Por primera vez en su vida, rodeó con un grueso círculo dorado los días emblemáticos que Kayenita había dispuesto, con el grueso color dorado de la ilusión. El día 30, para dar felicidad. El día 6, para recibirla. Colocó un pequeño abeto verde junto al buzón, porque sí que sabía que los regalos se colocaban al pie del árbol de Navidad, y esperó con impaciencia el preciado nombre de esas amigas, invisibles y maravillosas, a las que debería sorprender, como quien espera una lluvia de estrellas fugaces cargadas de buenos deseos: Offuscatio, Almu e Icíar. Y no se hizo esperar. Corrió como alma que lleva el diablo para compartir un pequeño trozo de vida de sus íntimas amigas imaginarias con cada una de ellas, con la mayor de las ilusiones, la de sorprenderlas, la de emocionarlas, como Kayenita había conseguido emocionarla a ella.
  Y siguió a la espera. Día tras día miró por la ventana, deseosa de ver la llegada del guapísimo y apuesto Baltasar cabalgando sobre una moto dorada como la del círculo de la ilusión, dejando sus tesoros en su buzón adornado de guirnaldas y borlas de colores relucientes al pie del árbol. Y en la mañana del tres de enero, llegó, portando la causa de su emoción renovada, de su deseo cumplido. Tres libros como tres soles cuyo precio inestimable no estaba en el papel, ni en su letra, ni en su portada, sino en la mano anónima que los envolvió con el cariño del corazón. La de una amiga. La de una nueva y maravillosa amiga. Aquélla otra que, como Kayenita, le renovó la ilusión.  
  



Muchísimas gracias a Ángela, del blog Renata en Guatemala, por haberme enviado, para mi sorpresa, dos interesantes libros de Anne Perry en lugar de uno como ofreció; a Carla, del blog Confesiones de una librófila, por haberme regalado tan fantástico libro acompañado por una preciosidad de marcapáginas, y a Antonio Medina, autor de Historias de un pueblo andaluz, por haberme remitido su libro con una bonita dedicatoria en su interior. 
Gracias a esas tres manos invisibles y amigas que me han sorprendido este año
trayéndome hasta casa un poquito de ilusión.


Esperemos que la historia se repita. 
Los buenos momentos que nos brinda la vida 
no se pueden dejar pasar.  
 

Lecturas 2018.

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