3 mar 2012

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER: REFLEXIONES.

  ¡Hoy me he levantado un poquito reivindicativa! No sé si es que no he dormido bien o son los nervios de mi próxima presentación, que me oprimen el estómago y me hacen ver los fantasmas que pululan por la vida con mayor claridad. Hoy he decidido dejar al margen al libro y a sus protagonistas -que nada tienen que ver con este tema en concreto- y cambiar, por primera vez, los cuentos y los relatos por un artículo de opinión en relación con la desigualdad de género, que será sin duda uno de los mayores temas de debate el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
   Contadme vuestra opinión, estoy abierta a la polémica. 



IGUALDAD DE GÉNERO:
UNA ECUACION DIFICIL DE RESOLVER EN CASA.

Como en muchos otros discursos filosóficos y morales, cargados de buenos aunque manidos consejos en torno a la consecución de la plena felicidad, el amor o la amistad, es mucho más fácil alimentar el discurso social con propósitos teóricos de igualdad que llevarlos a la práctica con el éxito prometido. Tanto… que en muchas ocasiones hasta llega a parecernos una auténtica utopía.
La persecución de esa igualdad, hoy tan políticamente correcta y socialmente deseable, está alterando gravemente el equilibrio emocional de innumerables mujeres, que no aciertan a ejercer en su vida cotidiana lo que parece ser un derecho constitucional que viene instaurándose, de forma progresiva e imparable, en los sectores públicos y sociales que nos ha tocado vivir.
Pero es que… llevar la igualdad a nuestro  entorno privado y familiar aún es una tarea ardua y difícil cuando ha de hacerse en comunión con la pareja.  No cabe duda de que nuestro bagaje cultural y moral, compendio de normas, hábitos y múltiples enseñanzas adquiridas desde nuestra más tierna infancia, comprende multitud de estereotipos y roles de comportamiento propios de décadas anteriores que ya no se ajustan a nuestra actual realidad social. Enfrentarse a ellos y tratar de cambiarlos para conseguir una mejora en nuestra calidad de vida es fácil –en el caso de la mujer-, pero no resulta tan fácil alterar dichos patrones cuando eso conlleva tirar por la borda parte de nuestros privilegios, de ahí que el hombre pueda mostrarse reacio a colaborar voluntariamente en el avance del género opuesto.
El segundo gran inconveniente es el hecho de tener que compartir las mismas atribuciones. Las actividades autónomas, en las que uno mismo es juez y parte plena de su propio trabajo, no suele ser una fuente de problemas: uno sabe lo que debe de hacer, cómo y cuándo. Pero trabajar en colaboración es diferente. Como en cualquier empresa o entidad similar, la más mínima discrepancia entre los miembros del equipo a la hora de percibir, valorar y ejecutar las tareas puede generar serios conflictos interpersonales, máxime cuando la raíz del problema radica fundamentalmente en determinar hasta qué punto son éstas necesarias y obligatorias. Valgan algunos ejemplos: ¿Hasta qué punto es necesario hacer la cama a diario si al llegar la noche se vuelve a deshacer? ¿Hasta qué punto es necesario planchar una camisa que volverá a arrugarse con el asiento del coche o bajo la chaqueta? ¿Hasta qué punto es necesario disponer de cerveza fría para ver un partido de fútbol? …Difícil de resolver cuándo todo, o casi todo, es  cuestión de opiniones, diferentes perspectivas y distintas prioridades: los hay que son felices manteniéndolo todo en orden; otros lo son jugando un partido de paddle tras haber huido apaciblemente del caos hogareño. Al igual que numerosos profesionales se han preocupado durante años de elaborar medidas válidas y fiables para catalogar como “normales” diferentes aspectos personales y de nuestra vida en general, tal vez deberían elaborar también tablas con puntuaciones normalizadas que nos ayuden a discriminar, de manera objetiva, entre un grado de suciedad normal y un grado de roña superlativa, lo que llevaría implícita la decisión de limpiar sin que ésta dependa del género (femenino o masculino) de la retina que la analice. O cada cuánto tiempo es higiénicamente saludable cambiar las sábanas de la cama.
Pero aún existen otros matices dignos de tener en cuenta. Si la mujer no realiza un trabajo remunerado fuera de casa, como tradicionalmente ha venido ocurriendo, los roles parecen estar asumidos de antemano y el reparto de tareas podría parecernos un poco más sencillo; nada más lejos de la realidad, porque aún quedan por solventar aspectos tan escabrosos como el habitual exceso de jornada laboral y la ausencia de festivos para el ama de casa, cuestión no exenta de serios problemas origen de numerosas disputas conyugales. No obstante, si ambos miembros de la pareja trabajan fuera del hogar familiar, la complejidad a la hora de distribuir las obligaciones caseras se hace incluso bastante más notable, porque claro… no es lo mismo tener un trabajo a media jornada que a jornada completa, un trabajo con jornada partida que jornada intensiva, un trabajo con adversas condiciones físicas o climatológicas (albañil, limpiadora…) frente a los beneplácitos de una oficina o similar, un trabajo con una excesiva carga intelectual o aquél remunerado  mediante la consecución de objetivos, lo que implica la posibilidad de tener que llevarse trabajo a casa… ¿Cómo se reparten todas las demás obligaciones en tales casos? ¿Por mitades? ¿O sería más aconsejable hacerlo por porcentajes? “Un albañil con un trabajo a jornada completa debe participar en la cuarta parte de las obligaciones familiares si su pareja es auxiliar administrativa en una oficina, pero si trabaja en la calle como barrendera del servicio municipal de limpieza entonces… ¿en cuánto debe colaborar él? ¿En un 50%? ¿En el 45%? Aquí también deberíamos recurrir a un experto sociólogo para que elabore una enorme matriz de doble entrada con todas las posibles ocupaciones profesionales de ambos géneros, y establezca, para todas y cada una de las combinaciones posibles, en qué medida han de repartirse las controvertidas obligaciones caseras. Aunque claro… previamente habría que puntuar cada una de esas tareas para saber de forma expresa lo que conlleva nuestro 40%, si con hacer la compra, la cama y la comida es suficiente, o tal vez debamos poner también la lavadora y ayudar a los niños con las tareas escolares…
En fin, a día de hoy, para acabar solventando de forma satisfactoria tan compleja situación, todavía hay que apelar a un sentimiento de amor y de mutuo respeto, en la que el deseo de bienestar hacia nuestra pareja conlleva una disposición voluntaria de aliviarla de la carga de afrontar en solitario la mayor parte del trabajo familiar. Lo peor es cuando tales sentimientos están perdidos en algún lugar recóndito del corazón. 

Mª del Pilar Muñoz Alamo - 2012

29 feb 2012

CONCURSO EN EL BLOG POR EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER (8 de marzo)



  Permitidme que me presente: 
  Soy Lucía, una de las dieciséis mujeres que hace un año le confesaron su historia a Pilar y que ella ahora se está encargando de pregonar a los cuatro vientos sin nuestro permiso. Ella nos asegura que es porque nos quiere, porque nos aprecia profundamente, por eso desea que nuestras vivencias las conozcan sus amig@s, con la seguridad de que se sorprenderán, se emocionarán y nos comprenderán. Yo, la verdad, es que no sé muy bien lo que pensar.
  Nunca le hemos pedido nada a cambio, pero ya llegó el momento: ¡queremos que celebre nuestro día como merecemos!, y le hemos dicho que no hay nada mejor que hacerlo regalando nuestros testimonios a dos de l@s muchas personas que ella asegura que son sus amig@s. Como era de esperar, se ha negado en rotundo, aduciendo que "no tenía tiempo ni ganas de calentarse la cabeza, que nunca había organizado uno y que seguro que saldría mal". ¡Paparruchadas! Así es que he tomado el mando y he decidido hacerlo yo, diga ella lo que diga. 

  Aquí van las instrucciones: 

  Mis amigas y yo vamos a regalar dos ejemplares de "ELLAS TAMBIEN VIVEN. Relatos de Mujer"
     * Uno de ellos se adjudicará directamente a quien obtenga el máximo de puntos. En caso de haber más de un participante con la misma máxima puntuación, se sorteará entre ellos.
     * El otro ejemplar se sorteará entre el resto de los participantes (incluyendo a los no ganadores del apartado anterior), teniendo en cuenta, por supuesto, los puntos obtenidos por cada uno (a mayor puntuación, mayor probabilidad de ganar).

   Distribución de puntos: 

   * Requisitos necesarios para participar (1 punto): 
       - Ser seguidor de este blog antes del día 18 de marzo a las 15:00 horas en que se cerrará el plazo para participar.
        - Dejar un comentario en esta entrada diciendo que queréis participar en este sorteo-regalo. 
        - Residir en España. El sorteo es nacional.  

    * Puntos adicionales:
        - Publicar una entrada en vuestro blog anunciando el sorteo, con enlace a esta entrada:  10 puntos.
        - Publicar el anuncio del sorteo en Facebook: 5 puntos.
        - Poner en vuestro blog el banner lateral del sorteo, con enlace a esta entrada: 10 puntos.

    * Puntos extra para quienes les apetezca investigar y jugar con nosotras:

        - ¿Podrías extraer alguna frase o párrafo textual de alguno de los relatos, que contenga un mínimo de 25 palabras? Te damos 1 punto por cada una de estas frases o párrafos que nos escribas. (Máximo 10 puntos)
        - ¿Sabrías adivinar el nombre de alguna de nosotras, de las protagonistas de estos relatos? Prueba. Te damos 1 punto por cada nombre que aciertes. (Máximo 9 puntos).
        - ¿Sabrías decirnos el nombre de algún blog que ya nos haya reseñado? 1 punto por cada nombre de blog que nos des. (Máximo 5 puntos).
        - Pilar nos ha dicho que también estamos en ANOBII. ¿Sabrías decirnos en qué estanterías? 1 punto por cada una de ellas que nos digas. (Máximo 5 puntos).

        Total de puntos en juego: 55.
        Inicio del concurso: Con esta publicación.
        Final del concurso: 18 de marzo a las 15:00 horas.
        Publicación de la lista de participantes y puntos obtenidos: 19 de marzo.
        Publicación de los ganadores: 20 de marzo. 
        Los libros pueden ir dedicados si así lo deseáis.

        Recomendaciones:

        Anunciad la participación y las URL de vuestro perfil y de las publicaciones para los puntos adicionales a través de la ventana de comentarios de esta misma entrada.  En caso contrario, no podremos tenerlas en cuenta.
        Las respuestas a las preguntas que os hemos formulado para obtener los puntos extra, hacedlo enviando un email a la siguiente dirección: ellastambienviven@gmail.com, indicando en el asunto: "Sorteo blog". ¿Sabéis por qué? Porque si lo hacéis a traves de la ventana de comentarios, todos los demás copiarán vuestras respuestas :)

        Creo que no olvido nada. Si a alguna de mis amigas, o a vosotr@s se os ocurre algo que deba añadir, por favor, hacédmelo saber. 

        Besos a tod@s. Espero que pronto podamos estar con algun@ de vosotr@s. 

       

28 feb 2012

28 DE FEBRERO - DIA DE ANDALUCIA

CANTO A ANDALUCIA
(Antonio Roldán Manjón-Cabeza)

Fino pañolón tejido
por Dios para su recreo.
Relieve de camafeo
desde el cielo desprendido.
Clavel moreno encendido
con que España se engalana:
Eres tú la flor temprana
que el sol besa en su delirio,
y eres jazmín y eres lirio
por ser mora y ser cristiana.

Ocho rosas van prendidas
sobre tus lindos crespones.
Ocho son los corazones
que laten por darte vida.
Ocho son las que reunidas
se nutren del mismo amor,
y ocho son las que al calor
del tronco donde florecen
son las mismas que te ofrecen
el ramillete mejor.

Don Gonzalo vela austero
tu sueño, Córdoba mora,
mientras la guitarra llora
por un pintor y un torero.
Con un sabor de romero
baja de la sierra el viento
recogiendo el sentimiento
de una copla, que al nacer.
tomó forma de mujer
y se perdió en un lamento.

Cubierta con la mantilla,
negra cual la misma pena,
cuando ve a la Macarena
la Giralda se arrodilla.
y cuando mezcla Sevilla
la plegaria con la flor,
la saeta y el dolor,
con temblor de escalofrío
se queda suspenso el río
amansando su furor.

Cádiz luce su figura
en medio de un mar de plata
y el mismo mar la retrata
cuando la luna fulgura.
Envuelta con la blancura
que la salina provoca,
Cádiz, con un ansia loca,
va cantando en un tanguillo.
"Llevo clavado un cuchillo
sobre mi más firme roca".

Málaga la pregonera.
La que lanza sus pregones
fundiéndo1os con canciones
de la salsa callejera.
Málaga azul, marinera
Garbo de barco velero.
Perfume de limonero.
Perla que besan las olas
y arrullan las caracolas
cuando asoman los luceros.
Un fandango junto al río.
Cordones de peregrinos.
Huelva traza en sus caminos
un solo nombre: ¡Rocio!
Espuma de un mar bravío
dibujando tres estelas.
La blancura de tres velas
rizando el amanecer
y un corazón de mujer
fundido en tres carabelas.

El aire teje en el monte
encajes para la Alhambra,
mientras que ritmos de zambra
se escapan del Sacramonte.
Pintada en el horizonte
con manto de desposada,
se empina Sierra Nevada
y cual amoroso envío,
engarza un beso en el río
y se lo manda a Granada.

También la sierra te envía
un beso en la brisa leve
y su blancura de nieve
te va envolviendo, Almería.
Aunque la tenaz sequía
te produce sinsabores,
a costa de tus sudores,
que la tierra va empapando,
vas tus frutos madurando
y vas recogiendo flores.
La copla en el olivar
se va perdiendo a lo lejos.
¡Ay, Virgen de Linarejos,
y qué bien suena al pasar!
"Nadie la sabe cantar"
así la copla decía,
y Jaén que la sabia
la refundió en su garganta
y el aire de una taranta
cruzó por la serranía.

Saeta, peina, mantilla.
Copla, guitarra, dolor.
Sierra, monte, río, flor
y un cielo de maravilla.
Granada, Cádíz, Sevilla,
Huelva, Jaén, Almería
Córdoba en su serranía
y Málaga misteriosa
pintaron las ocho rosas
del ramo de Andalucía.



Hoy brilla el sol aún más en Andalucía,
se ha puesto de largo para celebrar su día.
¿Aún no la conocéis?
Con los brazos abiertos os esperamos,
¡venid a visitarnos!
No os arrepentiréis.

25 feb 2012

RELATO: "LA VALLA"

  

   Hacía una mañana de sol espléndida. La mecida suave del viento aliviaba el sopor incipiente que comenzaba a acusar en el rostro por la larga caminata. Me aflojé el pañuelo que llevaba al cuello y me dejé caer sobre la hierba fresca de aquel prado extenso que veía por primera vez, ligeramente resguardada bajo la sombra de un álamo frondoso de verdes hojas. Respiré profundamente, llenando mis pulmones de paz y aromas dulces de los arbustos en flor, agradeciendo un merecido descanso antes de proseguir.
   Miré a mi alrededor para disfrutar de un paisaje que mis retinas tardarían en volver a vislumbrar y me detuve para observar la silueta de la única persona que había visto desde que salí, entrecortada por los geométricos rombos de la alambrada de acero que lo separaban de mí.
   Aquel hombre despeinado y blanquecino captó mi atención; sus andares parcos y ceremoniosos sugerían una avanzada edad, aunque lo cierto era que la distancia me impedía apreciar sus rasgos con claridad. Me fijé en el reducto en el que se encontraba, una superficie cercada de apenas cien metros cuadrados parcialmente ocupados por una casucha construída a base de listones de madera mal cortados y planchas metálicas a medio oxidar. Lo vi pasear de un lado a otro como un león enjaulado y alternando la mirada, una y otra vez, entre el recinto vallado y el extenso prado en el que yo me encontraba.
   Me incorporé ligeramente atraída por la escena. Busqué la puerta. Estaba cerrada a cal y canto por lo que parecía ser un grueso candado de acero galvanizado. Me sobresalté. Mil ideas pasearon por mi cabeza en un instante. El sublime interés de los latifundistas por acotar sus extensas propiedades, impidiendo con ello el uso y disfrute de sus vecinos cobró vida en mi mente con bastante intensidad. Pero lo que vi a continuación consiguió preocuparme: las manos robustas de aquel desconocido se aferraron a la valla y comenzaron a zarandearla con fuerza, mirando hacia arriba e intentando calcular la altura exacta que tenía.
   Me acerqué con sigilo, temerosa, no sin antes cerciorarme de la ausencia de gente a mi alrededor. La expresión de su rostro me consternó. La tensión de sus músculos y la extrema rigidez de su mandíbula denotaban ira, enfado, impotencia. Recorrió la cerca varias veces repitiendo incansablemente la misma operación. Estaba encerrado, aquel hombre estaba encerrado y su grado de desesperación parecía emanar a través de todos los poros de su piel. Sentí angustia y una magna incertidumbre al desconocer por qué se encontraba allí. Por un momento pensé marcharme, yo no era nadie para inmiscuirme en asuntos ajenos, pero me parecía una absoluta falta de humanidad.
   Dejé mi mochila a un lado y avancé midiendo mis pasos y la distancia de seguridad que me debía separar de él. Cuando fue consciente de mi presencia se quedó paralizado, mírándome fijamente a los ojos, aunque sin variar la expresión de un rostro que comenzaba a provocarme pavor.
   - Disculpe -balbucí con un hilo de voz-. ¿Necesita ayuda?
   - ¡Ya no! -contestó airado-. ¡Con estas vallas nuevas que acabo de instalar, las malditas vacas de mi vecino dejarán de comerse mis geránios!





Y vosotros... ¿sois de los que pensais que las apariencias engañan?

21 feb 2012

INVITACION A LA PRESENTACION DEL LIBRO EN SEVILLA


Desde este blog, quiero hacer extensiva esta invitación no solo a todos sus lectores y seguidores, sino a todo aquél a quien este libro le ha suscitado un mínimo de interés; a quienes le han dado una oportunidad o, tal vez en un futuro, se la darán; a quienes han ayudado de cualquier forma posible, aunque sea mínima, a difundirlo entre amigos y conocidos; a quienes ostentan la administración de un blog y ya han hablado o hablaran de él, contribuyendo con su opinión crítica a enriquecernos, tanto al libro como a mí, y por supuesto, a todos aquellos que aún no lo conocen pero están abiertos a dejarse llevar por las historias que en él se cuentan y a permitir que fluyan libremente los sentimientos y las emociones más profundas.

Os espero. A todos.

Gracias por vuestro apoyo. 




Por cuestiones de organización del Congreso, quienes deseen asistir deben solicitar la acreditación especial para este acto a la entrada del Congreso, o bien, ponerse en contacto conmigo
a través del e-mail ellastambienviven@gmail.com

16 feb 2012

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN EN POZOBLANCO (Córdoba)

  No me equivoqué de día, ni la sala estaba vacía, ni lloré de decepción. Todo lo contrario. Fue genial. Me gustó volver a mi pueblo, pasear por algunas de sus calles de casas blancas, aspirar su aroma tranquilo y sosegado. Me evocó muchos recuerdos y me sentí como en casa.
  Estuve arropada por Mª Antonia González, Concejala de Biblioteca y Educación y por Juana Castro, poeta reconocida y galardonada, escritora y crítica literaria, quien dedicó a los relatos del libro y a mí, como autora del mismo, palabras muy halagadoras y un reconocimiento crítico sumamente positivo, lo cual fue un nuevo soplo de aire fresco que me empuja con fuerza hacia adelante en esta andadura tan emocionante como inesperada. Quiero compartir con vosotros algunas de estas palabras –que casi me deja sin las mías-, extraídas de un discurso no sólo elaborado, sino muy enriquecedor en su totalidad, y que desde aquí agradezco de corazón.

  “Para que la literatura tenga valor, trascienda o permanezca, debería hacer oídos sordos a las editoriales, al mercado o a las modas. Existen hoy dos clases de creación, y seguirán existiendo si la escala de valores de la sociedad no cambia, la literatura de autor y la literatura de encargo. Es muy difícil que quien quiera vivir de la escritura pueda mantenerse fiel a sí mismo sin venderse o traicionarse –escribió Nietche, (…) En el caso de este libro, de “Ellas también viven. Relatos de Mujer” es claro que su autora no escribe para llamar la atención. Del mismo modo que sus protagonistas relatoras, todas en primera persona, Pilar Muñoz mantiene la fidelidad del lenguaje, al supremo compromiso del escritor, de la escritora, a un tiempo que su dignidad, honestidad como persona y como escritora, a la vida en su complejidad, a lo humano en su diversidad.(…)

  Los relatos de Pilar, de este libro, enganchan, seducen, sorprenden. Son amenos, originales a la vez que comunes, específicos a la vez que universales, funcionales y actuales, de lenguaje eficaz y de una claridad luminosa por sencilla. Existen en ellos variedad de tipos de mujer y su tiempo es el de ahora mismo, el instaurado en esta crisis que padecemos a todos los niveles, pero que podrían ser de cualquier tiempo porque ejemplifican también lo que de positivo encarna la actitud y el sentimiento humanos. Es el desarrollo de la trama un cañamazo de ternura, amor, ironía, perplejidad, todo lo que en suma constituye la complejidad de la persona y sus relaciones. Nada escapa a su pluma, con esa eficacia de los guiones cinematográficos, tanto de la comedia como del thriller que cuidan la presentación, el desarrollo y los finales tan trabados y a menudo tan sorprendentes. (…)

  Ciertamente, no solo una novela puede enganchar, también cada relato, estos relatos, porque cada uno de ellos es una pieza con autonomía y carácter propios y sobresale la presencia del suspense y la intriga, junto a la sorpresa como ingrediente sustancial de los finales. Todos los lectores, cada lectora, puede encontrar alguna semejanza con su propia experiencia, con vidas más o menos cercanas y en algún relato sonreirá, otros le traerán recuerdos idos, dolores que se pondrán en pie…

  (…) Creo que Pilar ha comenzado su andadura con seriedad, con conocimiento, con piedad y memoria, mirando desde su saber de vida y de psicóloga en tantas direcciones sin temor a ninguna. Porque no existe la mujer, sino las mujeres. Desde aquí, desde mí que también empecé por un libro que nombraba a las mujeres, hoy, en este su pueblo, le auguramos una ancha, fructífera andadura y nos congratulamos de que sus relatos hayan desembocado en libro. Que le sigan muchos. Felicidades Pilar y gracias por llegar hasta aquí.”

  Se me saltan las lágrimas al reproducirlas ahora porque aún no me creo que estuviera hablando de mí, de mi libro y de mi forma de escribir.  
  Contesté a unas cuantas preguntas al terminar la presentación, tranquila y sin prisas, sintiéndome verdaderamente a gusto, e hicimos algunas fotos para inmortalizar un acto que me resultó entrañable y emotivo por encima de todo. 
  Gracias a Angélica Cabello, Directora de la Biblioteca Municipal; a Mª Antonia González; a Juana Castro; a toda la gente que llenó la sala y que no dudó en restar tiempo a su tiempo libre para acompañarme y escucharme; a mi familia, que me arropó en el mismo acto y en la distancia; y por supuesto a ti, por tu interés en leer esta crónica y saber lo que aconteció. 

  Un beso para todos. 


14 feb 2012

RELATO: "ODISEA DE UNA PRESENTACIÓN"

   Ha llegado el día. Mi marido acaba de cerrar la puerta, se ha marchado sin despedirse. Supongo que sabe que no he podido pegar ojo en toda la noche y no ha querido molestarme, pensaría que estaba dormida. Yo tengo un dolor de cabeza espantoso, he visto cómo pasaban una a una todas las horas en el reloj.

   Me levanto y tomo un desayuno frugal, no me entra nada en el estómago: café cargado, aderezado con una píldora que me libere de los martillazos que me machacan las sienes. Estoy nerviosa, no sé por dónde empezar. Han sido dos meses de espera, aunque de apenas preparativos. La biblioteca se ha encargado de todo. Lo que comenzó como una presentación entre amigos ha ido dando paso a un evento cultural en exceso protocolario, pero ya no hay marcha atrás. El Concejal de Cultura, el Director de la Biblioteca, la última escritora galardonada con el Premio de la Crítica por su último libro publicado. Todos estarán allí, poniendo su grano de arena en la obra que dará a conocer mi primer libro, desconocido, ignorado por el mundo literario.
   Camino por la casa como una auténtica sonámbula, dando paseos gratuitos por falta de concentración. Pero es que no puedo centrarme en cada cosa que he de hacer. Mi mente persiste en visualizar una  imagen de mí misma conferenciando ante un público desconocido y me atenaza el pavor. Tomo una ducha templada y me visto para acudir a un salón de belleza donde puedan domar mi pelo enredado por los incontables tumbos nocturnos y aprovecho para pedir que eliminen de mi rostro unas ojeras que me llegan a las comisuras de la boca. Repaso varias veces lo que debo acarrear: un ejemplar de mi libro para leer un fragmento que previamente he señalado, una pluma de tinta negra para estampar alguna que otra dedicatoria que me puedan solicitar, una pequeña bolsa de aseo para retocarme levemente antes de ponerme ante alguna cámara de fotos perdida por el salón… Me quedo en blanco, no se me ocurre nada más. ¡El discurso! Recuerdo que debo cargar con el papel doblado y redoblado donde tengo anotado un discurso que no me ha dado tiempo a mirar. El corazón me da un vuelco. ¡Aún no sé lo que voy a decir! Los niños no me han dejado ni un solo momento para poder practicar y mi timidez extrema es capaz de aniquilar de cuajo mi escasa habilidad para hablar en público. Me aterro. Imagino el momento en que todos callan y me miran, a la vez, como si en el mundo solo existiera yo, esperando que mis palabras fluyan de mi garganta seca, de mis cuerdas vocales paralizadas por la ansiedad de sentirme analizada y comparada con mis brillantes compañeros de evento. Siento que la angustia le va ganando terreno a la cordura y decido parar, dejar de pensar, centrarme en algo trivial que desvíe la atención sobre lo que amenaza con iniciar un ataque de pánico.

   Subo al coche y miro el reloj. Las cuatro y media. La presentación comienza a las siete, a la hora de los toros –pienso metafóricamente-. Aún hay tiempo, pero no quiero llegar tarde. He de hablar con los anfitriones y ni siquiera los conozco, todo se ha tratado por teléfono o por mail. Las nuevas tecnologías facilitan las comunicaciones, pero las despersonalizan peligrosamente. Me agarro al volante y tomo la carretera que me llevará hasta el pueblo, rumiando ideas inconexas a pesar del volumen de la música. Pienso que la hora de camino que me separa del destino la puedo aprovechar para inventar lo que diré.  Comienzo con los agradecimientos y me freno en seco. No recuerdo el nombre del Concejal. ¡Cómo se llamaba el Concejal! Las manos comienzan a sudarme, ni siquiera podré presentarme formalmente al llegar. Es igual, continúo mi paseo protocolario y aterrizo en la figura de la famosa escritora de cuyo libro galardonado ¡desconozco el título! Esto no puede ser verdad, no sé qué demonios me está pasando. Si al menos viajara acompañada podría intercambiar impresiones, relajarme charlando, escuchando, pero la soledad del auto me está matando. 

   El claxon del vehículo que circula tras de mí me devuelve temporalmente a la realidad; circulo a la misma velocidad de los coches de caballos y no dejo que me adelante.  Maldigo sus prisas y vocifero a su paso en un intento de desfogar la adrenalina que me ahoga. Yo no quiero correr más, la carretera está cubierta por un ligero velo helado en el que me da miedo derrapar. Amenaza con nevar. Miro el termómetro interno de mi coche y marca tres grados bajo cero. Los ojos se me abren de forma súbita e incontrolada. ¡No irá nadie! ¡Con este frío no irá nadie! ¿Quién va a abandonar la acogedora calidez de su hogar para escuchar a una perfecta desconocida?  ”Qué más da de lo que trate el libro, hay miles de libros en el mercado para elegir”. “Ya habrá tiempo de conocerlo más de cerca, si es que realmente merece la pena”. El brutal pensamiento fustiga mi mente hasta hacerla sangrar, la hiere de muerte. No hay sensación más dolorosa que notar en propia carne que no interesas absolutamente a nadie. Tal desprecio es difícil de digerir e imposible de superar. De repente ya no me importa el discurso, el nombre del Concejal, ni el título del libro de mi brillante colega, sólo el público ausente en un auditorio donde sonará el eco de mi propia voz por sus amplios rincones deshabitados. El estómago se me hace un nudo, un nudo que va in crescendo hasta que bloquea mi garganta y me invita a llorar. 

   Aparco el coche en una calle próxima a la Biblioteca. No sé si bajar o permanecer en su interior, refugiarme en mi propio mundo, seguir disfrutando de mi celosa intimidad, de mi tranquila vida privada, invulnerable, intacta. Pero soy mujer de principios, no puedo utilizar impunemente a quienes me han tendido su mano de forma desinteresada con el único afán de ayudar. 
   Dejo el bolso en el maletero, mis hombros se han desarmado de tal forma que no lo puedo sujetar, y avanzo lentamente con un pálpito ensordecedor acompañándome a cada paso. Froto mis manos, una contra otra; recorro mi frente insistentemente, en un intento de borrar la frustración de un fracaso anticipado, y el rubor de mis mejillas quema tanto que debo aflojar mi bufanda para que me deje respirar.

   Me aproximo a la puerta y la empujo con torpeza, temiendo lo que pueda albergar tras ella. Avanzo por el pasillo en dirección a la sala de conferencias. No veo a nadie, pero aún es pronto. Llego hasta un ensanche que acoge una exposición de esculturas deliciosas y encuentro a cinco, seis, siete personas paseando entre ellas sin mucha intención. No sé lo que han ido a hacer, tal vez estén quemando los minutos de espera que resta hasta el comienzo de la presentación. O tal vez no. Tal vez ni siquiera sepan que tal evento tendrá lugar. Busco con la mirada hombres enchaquetados. Al menos, imagino que así vestirán los anfitriones de tal acto, como cargos políticos que son, pero no están, no han llegado aún.

   Simulo que me interesan las piezas de piedra expuestas en la sala mientras el bloqueo de mi mente no me permite pensar qué actitud debo adoptar. Vuelvo a mirar la esfera de mi reloj. Siento hormigueo en el nacimiento del pelo y un sopor indescriptible cuando aprecio que faltan diez minutos para las siete, y que ahora son cinco las personas que invaden la sala en el mayor de los silencios. Me miran y yo los miro, sin hablarnos, sin saludarnos. Mi voz no alcanza a salir del cuerpo. 

   Recorro de nuevo los corredores contiguos, buscando una ubicación alternativa que pudiera desconocer, pero el frío y la humedad son los únicos huéspedes que transitan por aquel caserón antiguo y rehabilitado que hace de Biblioteca. Vuelvo sobre mis pasos y acierto a adivinar dos siluetas masculinas al fondo de la sala de exposiciones, disponiendo un mantel rojo que barre el suelo y haciendo pruebas de megafonía con sutiles toques sobre el micrófono. Nadie más. La sala está vacía, no hay nadie más. El temblor de mis piernas y la súbita oscuridad que me nubla la vista me invitan a correr, me incitan a salir de aquel antro fantasmagórico en el que ya no puedo permanecer más. No voy a subir al estrado. No voy a sentarme a la mesa para contemplar un sinfín de butacas vacías burlándose a viva voz de mi penosa e insignificante aportación literaria.

   Llego al coche con el aliento contenido por la carrera y oigo el teléfono sonando con insistencia. Seco mis lágrimas y aspiro profundamente para aliviar mi garganta y esclarecer mi voz antes de contestar. Contengo la emoción todo lo que puedo y pulso la tecla verde sin convicción.
   - Diga –acierto a decir con un hilo de voz-.
  - ¡Menos mal que me contestas, estaba preocupado! –exclama mi marido desde el otro lado-. ¿Estás bien?
   - Sí, estoy bien. Ya te contaré cuando vuelva.
   - Cuando vuelvas… ¿de dónde? ¿Dónde estás? ¡Llevo dos horas llamándote y no coges el teléfono!
   - Ya te he dicho que estoy bien –insisto-.
   - Llegaremos tarde, son más de las siete y media. ¿Aún tienes que vestirte?

   La pregunta de mi marido me desorienta. Hago un esfuerzo por entender lo que trata de decirme.

   - Perdona, pero no sé qué demonios me estás diciendo. ¿Adónde llegaremos tarde?
   - Tengo mesa reservada en el Asador de Juan, dijiste que te apetecía celebrar San Valentín…

   Me retrepé en el asiento completamente muda, con mis neuronas conectando unas con otras a marchas forzadas para conseguir hilvanar las fechas y los acontecimientos.

   - ¿Qué día es hoy?
  - ¡Joder, Marta, estás rarísima! ¡14 de febrero, Día de los Enamorados! –exclamó con desesperación-. ¡No te importaba acostarte tarde, aunque tuvieras la presentación mañana, o al menos eso creí entender!

   El teléfono se me cayó de las manos. Rompí a llorar con tal fuerza que pocos minutos bastaron para expulsar la angustia que me había engullido por completo. Entonces, comencé a reír, como una loca, como una auténtica demente incapaz de gestionar mi agenda con eficacia. Metí la marcha y arranqué sintiéndome pletórica, ligera y relajada. Debía saborear aquella cena. Y brindar con el firme deseo de no volver a permitir que el miedo tomara, a su antojo, las riendas de mi propia vida.  
 

 




   Mañana presento el libro en Pozoblanco, en mi pueblo natal, ¿imagináis que me pasara algo así? ¡¡Qué horror!!

 

Lecturas 2018.

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