5 nov 2014

UN ESCRITOR DE ÉXITO. ¿ESO QUÉ ES?


   Ayer, por una cuestión que no viene al caso, leí de nuevo la sinopsis de mi última novela. Y cuando terminé de hacerlo volví atrás y repetí una frase que despertó en mí una serie de reflexiones que muy probablemente ya las haya hecho alguien por ahí, pero que yo no pude dejar de plantearme por un momento. “Julio, un escritor de éxito…”. Apuesto a que todo aquel que la lea la entiende perfectamente sin necesidad de pensar. Pero… ¿acaso todos entendemos lo mismo?

   ¿Qué significa tener éxito en literatura? A mi modo de ver, la respuesta va en función de a quién se la formules, una respuesta tan relativa y dispar que ni siquiera aquellos que estén subidos a un “aparente” mismo barco coincidirán en darte, y cuyos efectos,  adversos o no en función de la percepción de quien analiza y contesta, pueden sin embargo influir positiva o negativamente en el futuro de la obra y del escritor.

   Tal vez el error esté en no concretar a qué tipo de éxito nos referimos, aunque me temo que de forma generalizada “tener éxito” significa “vender”. Pero si así fuera, ni siquiera en este caso alcanzamos un consenso. ¿Cuánto hay que vender para considerar que la obra de un escritor es un éxito? ¿Quién pone ese ranking, quién cuantifica ese nivel? De nuevo la respuesta es relativa, porque si se le formula a una editorial, esta marcará una cota en función de la media de ventas de los escritores que tiene en catálogo. En general, para todas las editoriales una obra será un éxito siempre y cuando supere sus expectativas de ventas. Pero es obvio que las expectativas de una editorial pequeña, con unas posibilidades limitadas de distribución, publicidad y visibilidad de la obra, pueden no llegar a ser ni la cuarta parte de las de una editorial consolidada; así, mientras la primera celebrará con vítores haber sobrepasado los mil ejemplares vendidos (encumbrando a la obra y al autor ante la opinión pública), otras los tacharán de mediocres por no haber logrado vender la mitad de su tirada habitual de cuatro mil ejemplares (relegando a la obra y al autor al rincón del olvido en su lista de prioridades a la hora de invertir capital humano y económico en beneficio de ambos). Pero los efectos no quedarán ahí. Muy probablemente la editorial pequeña volverá a darle una oportunidad a su autor de publicar con ellos mientras la grande le pega una patada en el culo, provocando además la reticencia de otras muchas editoriales a contratar al escritor desahuciado por la etiqueta que lleva impresa en su frente en relación con su escasa rentabilidad económica .

   Pero no quiero decir con esto que la panacea sea publicar con una editorial pequeña para que los cánticos resuenen gloriosos. Ayer, ejerciendo con mi hija mis funciones de madre, pasé por librerías de centros comerciales y algunas otras pequeñas, incluyendo la más emblemática de mi Córdoba del alma. Mi vista se recreó en títulos, presentes en todas ellas, como “La interpretadora de sueños”, “Viajo sola”, “Secretos del arenal” o “La marca de la luna”, entre otras. Después de autopublicar mis relatos —“Ellas también viven”— con toda la ilusión del mundo, aprendí que lo que no se ve, no existe, así de simple, y si no existe no puede comprarse y leerse. Es cierto que el boca-oreja funciona, que los lectores pueden escuchar recomendaciones que les incitan a preguntar por una determinada obra en un librería aunque no esté a la vista, pero no nos engañemos, en la mayoría de los casos, ese es un proceso muy lento que acaba con la paciencia de los libreros y distribuidoras antes de que despegue. Hoy día, un porcentaje altísimo de lectores, antes de comprar, sigue paseándose o mirando a la pasada los escaparates y las mesas de las librerías y termina decidiéndose por lo omnipresente, por lo que suena y resuena hasta la saciedad. Con lo cual, esa apuesta inicial de las grandes editoriales de distribuir masivamente una obra para hacerla visible puede alimentar ese círculo vicioso que la convertirá en una “obra de éxito” por encontrarse al alcance de la mano, con los efectos beneficiosos —mayores en este caso—que eso conlleva.

   Pero… ¿y para el escritor? ¿Qué es el éxito literario para el escritor? Eso sí que no puedo responderlo. Puedo arriesgarme a decir lo que “debería” de ser, pero no lo que es. Puedo aventurarme a decir que un escritor que de verdad se sienta escritor y aspire a escribir literatura debería ignorar las ventas para centrarse en el éxito de lo que ofrece, entendido por las buenas críticas recabadas de su obra, con independencia de si su alcance ha sido mayor o menor, con independencia de la editorial en la que esté y de lo que esta haga, con independencia de si lo conoce medio mundo o su círculo local. Pero no siempre son estas sus prioridades, hasta el punto de sentirse frustrados, cabreados e indignados por no haber sido su obra reconocida a nivel editorial como debiera, o por no haberse puesto toda la carne en el asador (monetariamente hablando) para que esta despunte entre la ingente montaña de libros que asolan las librerías, olvidando que lo comercial —y por ende, la rentabilidad de la inversión— impera en los criterios de selección de la mayoría de las editoriales por encima de cualquier otra cosa (y sálvese quien pueda).

   Sé lo que vais a decirme, que un escritor no es nadie sin lectores. ¿Pero a costa de qué? Pensadlo. Defendemos la cultura, defendemos la buena literatura. Pues hagámosla. Si realmente es eso lo que nos importa, no nos dejemos influir de forma indiscriminada por las demandas de los lectores y de las editoriales, centrémonos en escribir algo de calidad, tanto si se vende como si no, tanto si tiene posibilidades de ser comprada por una editorial como si somos nosotros quienes tenemos que ponerla en circulación. Porque si lo único que de verdad nos mueve son las ventas, no estaremos buscando hacernos un hueco en el panorama literario, estaremos buscando ser “literatos” famosos por encima de todo, que es algo bien distinto.

   Se pueden conjugar ambas cosas, lo literario y lo comercial, pero no siempre forman buena pareja. Tú eliges.

   Para mí, un “escritor de éxito” es el que, con sus letras, hace honor a la buena literatura. Lo demás no deja de ser un mero accidente.
 

23 oct 2014

20 oct 2014

SORTEO DE UN EJEMPLAR DE "¿A QUÉ LLAMAS TÚ AMOR?"

   ¿Quieres ganar un ejemplar de la novela?

   Laky, administradora del blog "Libros que hay que leer" ha tenido la gentileza de organizar el sorteo de un ejemplar de la novela, en el que podrás participar hasta el 7 de noviembre.

   Pincha aquí para ver las bases y dejar tu comentario de participación si te apetece.

   El ejemplar irá firmado y dedicado personalmente.
   ¡¡Suerte!!

6 oct 2014

RELATO: "ELLA ME ESPERA."

   Ella me espera. Se ha sentado al borde de la cama, bebiendo a través de su piel la claridad de la luna, que reviste sus piernas, su vientre, sus senos de un matiz perlado que resalta sus curvas y perfila sus volúmenes apetecibles. Sabe que me encuentro agazapado, observándola a través de la rendija del baño sin atreverme a salir. Entreabre sus piernas, dejando que los hilos que bordean el mantón que cubre su desnudez se confundan con su vello insinuando sus labios, sus oquedades húmedas por las que quiero colarme. Mi sexo se enerva y se engrandece guiado por un instinto que se ha mantenido intacto a pesar de todo. Y la piel de mis manos, de las yemas de mis dedos muere por tocarla, por recorrer sus perfiles y apreciar la textura de un cuerpo que no recuerdo, de unos pechos firmes que me subyugan, que deseo apresar para notarlos palpitar como lo hace mi corazón en estos momentos. 
   Observo su boca.  No sé cómo saben sus labios. Quiero morderlos como a una fruta prohibida, saborearlos con la punta de mi lengua anticipando un cosquilleo que me excita y me estremece. Ella lo sabe, que debe reconquistarme, seducirme, hacerme suyo fundiéndonos en un abrazo piel con piel, mientras me acoge entre sus piernas para hacer que invada su rincón ardiente donde tantas veces vibré al compás de la pasión, sin que yo ahora consiga evocarlo. Dicen que es mi mujer. Los recuerdos aniquilados por aquel golpe no me permiten saber si es verdad. Pero hay algo en sus pupilas al mirarme que me hace sentir en casa cuando la toco, cuando la beso con sutileza sin atreverme a más.
    Hoy será el día. Hoy será el día en que la posea de nuevo hasta el amanecer. Hasta que la luna nos despida ahogados en el placer. Entre roces y gemidos. Entre sonrisas y llantos emocionados por haber recuperado lo que un día perdimos y el corazón nos devuelve con un guiño esquivo que reta a la mente. 
   Hoy será el día en que me funda con ella sin temor a equivocarme. 
 
© Pilar Muñoz Álamo - 2014

23 sept 2014

¡¡NACE UNA NUEVA OBRA!!

   Hay cosas que no se pueden prever. Nos empeñamos en planificarlo todo, sin querer ser conscientes de que la vida muchas veces marca su propio rumbo y que las casualidades, las circunstancias que nos rodean y alguna que otra fuerza oculta que no sabemos de dónde sale nos impulsan a elegir un camino que puede ser, para nuestra sorpresa, el acertado.
   No voy a explicar cómo surgió todo esto, eso lo dejo para más adelante. Hoy solo quiero manifestar mi alegría, mi entusiasmo, mi satisfacción por el trabajo hecho, mi estado de agitación ante esta nueva aventura que empieza (bueno…, que empieza de forma pública, porque para mí ya comenzó hace nueve meses, como un embarazo en toda regla, jaja). Hoy solo quiero expresar mi propia sorpresa por el devenir de los acontecimientos y por el hecho de verme con una nueva novela próxima a publicarse a tan solo cinco meses de haber dado luz a Los colores de una vida gris. Los entendidos en este mundo literario tal vez me digan que no he hecho bien, que debería haber espaciado el nacimiento entre una y otra. ¡¡Pero oiga, una no siempre se queda embarazada por voluntad propia, los accidentes ocurren y yo en esta parcela de mi vida, a la que me dedico por mera afición y sin estratagemas, estoy dispuesta a dejarme accidentar si con ello disfruto como lo estoy haciendo ahora!! Y lo que tenga que venir, vendrá.

   Me siento pletórica por haber gozado de la confianza de Editorial Palabras de Agua para esta andadura y debo decir que, hasta el momento, ha sido un auténtico placer trabajar con ellos, porque me he sentido parte integrante de su familia en sentido amplio, profesional y hasta personal, brindándome la oportunidad de participar activamente en los detalles que trascienden a la propia historia de la que soy autora.
   Y me siento pletórica además porque tengo la sensación de estar ofreciéndoos algo que merece la pena. La humildad siempre ha sido una máxima en mi vida, pero el perfeccionismo también, y siento en mi fuero interno que no habría sido capaz de sacar a la luz esta nueva historia si no pensara que es digna de estar ahí. Aunque seréis vosotros, por supuesto, los que terminéis confirmando si estoy en lo cierto o me equivoco, cosa que asumiré como ya he asumido algunas otras que me han ayudado a seguir aprendiendo y mejorando.

   ¿A qué llamas tú amor? es una novela de Ficción erótica. Pero quienes me conocéis o habéis leído cualquier historia (larga o corta) de las que ya he publicado antes a través de cualquier medio, sabréis que hay ciertos elementos en cada una de ellas de los que, hoy por hoy, yo no podría prescindir: sentimientos, emociones y, sobre todo y ante todo, reflexión. Y todos ellos están muy presentes en esta nueva obra, porque forman parte de mí y de mi manera de entender la literatura y practicarla. ¿A qué llamas tú amor? es una novela intimista de corte erótico que va mucho más allá del sexo o del erotismo. Es una novela con trasfondo, con una historia de base que te removerá y te hará plantearte más de una cuestión a nivel personal y de pareja. No podría ser de otra forma. Porque yo solo concibo escribir erótica si es el sexo el que está a merced de la historia, que para mí es lo que realmente importa, y no al revés; con mis máximos respetos hacia quienes lo hacen, yo personalmente no me sentiría cómoda escribiendo una historia vacía que solo sirviera de excusa a las “escenas de cama”. Cuestión de gustos, nada más. O tal vez de estilo propio.
   Espero que os guste. Y espero que la forma en que está escrita permita a cualquier lector o lectora acercarse a ella y disfrutarla. Aunque no sea simpatizante de este género.

   ¡¡Ya me contaréis, guap@s mí@s!! Mil gracias por acompañarme una vez más!!

7 sept 2014

UNA HISTORIA QUE TERMINA. UNA NUEVA ILUSION QUE EMPIEZA.

   Comienzan los anuncios televisivos de los fascículos coleccionables. Ya lo decía yo hace unos cuantos días en mi muro de face, que esta era una señal inequívoca de que el verano toca a su fin, de que se inicia un nuevo año académico, profesional, personal..., cargado de buenas pretensiones, de nuevos propósitos, de objetivos distintos por cumplir con la mayor predisposición; cada vez estoy más convencida de que es a finales de agosto cuando nos sacudimos el lastre y nos vestimos con capa nueva, y no en diciembre, cuando ya estamos metidos de lleno en faena. Este año ha sido intenso y fructífero para mí. Y estos últimos dos meses han venido cargados de escritura, centrados en una historia con la que he ido disfrutando in crescendo a medida que avanzaba, a medida que se iba materializando en palabras la idea concreta y a la vez difuminada de lo que quería transmitir, de lo que os quería contar. 

   He puesto fin a esa historia. Y he de confesar que me siento genial y melancólica a la vez, porque me he quedado enganchada a ella, a su trasfondo, a los sentimientos de cada personaje, a las emociones vertidas sobre el papel que he vivido intensamente, porque no sé escribir de otra forma, no sé escribir si no me revisto de la piel de cada uno de ellos para apreciar en primera persona lo que les sucede, lo que piensan, lo que sienten, lo que temen... y poder así transmitirlo de la manera más fiel posible. Empatía, lo llaman. Pero tan intensa que llega a afectarte directamente y te obliga a sacudirte al final de cada escena para recobrar tu vida y tu propia verdad, que yo -dicho sea de paso- jamás quisiera perder. 

   No tengo que decir que esta nueva novela está en la línea de cuanto escribo, aunque difiera de la estructura compleja de Los colores de una vida gris. Pero ahora más que nunca veo que la sencillez no está reñida con la profundidad de lo que contar, con esos mensajes y reflexiones que, una vez más, escondo bajo las líneas para que los lectores "activos" (que son los que a mí me gustan) se detengan de vez en cuando a asimilar lo que han leído y sientan la necesidad de pensar en ello, de pronunciarse, de discutir internamente o con el propio personaje en un debate moral, psicológico o filosófico constructivo y enriquecedor. 

   Han sido nueve meses muy intensos, bastante más de lo que en un principio pude imaginar, alcanzando metas y consiguiendo un reto difícil marcado por mi eterna escasez de tiempo, alentada tal vez por la motivación que me produce sentirme a gusto con lo que escribo, con el enfoque que le estoy dando y con el resultado que voy alcanzando, en comunión con aquello que conforma mis principios a nivel literario y de los que no quiero separarme a pesar de las consecuencias que ello pudiera tener de cara a abrirme paso en este complicado mundo. 

   Ahora falta corregir y retocar. Y después... Dios dirá -como solía decir mi madre-. Aunque albergo la esperanza de que tarde o temprano, de una forma u otra, sea vuestra, de todos aquellos que quieran vivirla y disfrutarla como la he vivido y disfrutado yo.

   Con esta ilusión comienzo este nuevo año. Con la de poder anunciar a bombo y platillo el nacimiento público de mi nueva obra, pero no como un fascículo coleccionable, sino como una historia entera que pueda leerse al ritmo de cada cual. 

   Os espero. Porque las alegrías compartidas siempre saben a más.

   Muchos besos!!

26 jul 2014

VIENTOS Y MÁS VIENTOS.

   Me he levantado temprano para sentarme a escribir, pero no lo he hecho. Ya tengo asumido que el  tiempo libre que me proporcionan las vacaciones se me escapa -como entona alguna canción por ahí- como el agua entre mis manos; esa no necesidad inconsciente de enlatar el tiempo, de empaquetarlo con medición milimétrica para que no quede libre un poro por el que pueda perderse, hace que me pierda yo y que lo deje evaporarse deambulando entre cosas banales, que por otro lado considero necesarias para recuperar un poco el resuello dinamitado por el estres cotidiano que ya mismo volverá. 

   He dado un paseo por éste, por mi propio blog, y he visto la fecha de su última entrada, 16 de mayo, y me ha resultado un tanto indiferente el cálculo mental de esos más de dos meses en que se ha mantenido estático. Ahora, no antes. Me ha resultado indiferente ahora, después de que las olas me hayan acariciado las piernas en mis paseos por la playa, de que la brisa y el susurro del mar me hayan hablado bajito y me hayan dicho muchas cosas que necesitaba escuchar, después de que el salitre haya disuelto las costras que van recubriendo el cuerpo por los roces del camino y me hayan devuelto en casi estado puro al mismo punto del que partí, muy consciente de aquello a lo que no deseo renunciar.

   Me gustan los barcos veleros, la calma con la que se desplazan, el apoyo de la madre naturaleza que los hace avanzar. Pero no quiero ser uno de ellos, me asusta moverme a merced del viento, con la fuerza y en la dirección marcada por él al más mínimo despiste. Me asusta el tiempo en que a veces tardo en darme cuenta de que me han tomado el timón con sutileza tal que ya no soy yo quien lo gobierna; suerte que luego reacciono, me sacudo, saco los codos y me vuelvo a hacer con el control de la situación, tal y como ahora ha vuelto a suceder.

   No esta una entrada dirigida a quienes probablemente habrán perdido el interés por leerme ante un estancamiento imperdonable en este mundo blogueril, es más bien la necesidad de regurgitar lo que he podido poner en claro en estos días para que no se pierda en los recovecos de mi memoria, o de mi inconsciencia, que es aún peor. Aunque abriré los brazos, como siempre, a quienes deseen compartir conmigo las dudas existenciales y los pensamientos trascendentales que se han empeñado -parece ser- en acompañarme de por vida, en no dejarme vivirla a flor de piel, como si no hubiera nada que tener en cuenta más allá de la epidermis.

   Literatura. Escritura. Lectura. Mundo editorial. Autores independientes. Autoedición. Comercial. Ventas. Rentabilidad. Afición. Sentimientos. Emociones. Sueños. Realidades. Utopías. Entretenimiento. Reflexión. Conciencia. Expectativas. Tropezones. Cortapisas. Lucha. Perseverancia. Fama. Anonimato... Términos que vienen revoloteando en mi mente desde hace tiempo como una bandada de pájaros revueltos, insurgentes, mezclados entre sí a pesar de no pertenecer a la misma estirpe, pero que ya he conseguido clasificar como quien caza mariposas y etiqueta el orden y la familia a la que pertenecen. Y yo ya sé cuáles son el orden y la familia que me gustan y con los que más me identifico. El problema, tal vez, es que los elegidos no son mayoritariamente del gusto general. 

   Dejando las analogías a un lado y pasando a un lenguaje más directo y sin divagaciones diré que ahora, después de haber seguido sumando pequeñas experiencias a mi vida literaria, empiezo a saber cómo debería caminar por este mundo para avanzar más rápido, qué elementos priorizan las editoriales para publicar, qué exigencias tácitas o presuntas con respecto a una novela plantean los lectores para que les guste aquello que se les cuenta y cómo se les cuenta, qué factores cobran importancia real y práctica en contraposición a lo que la propia teoría literaria explicita, qué mecanismos potencian la fama aunque en ciertos casos no resulten ortodoxos, en qué medida es necesario venderse a veces para llegar más alto y qué riesgos se corren de ser apaleada en el intento. Ahora lo sé. Ahora lo tengo claro. Como también tengo clara y cristalina (y espero no olvidarla) la posición en la que yo me encuentro y en la que quiero mantenerme.

   Deseo seguir escribiendo movida por mi afición. Deseo seguir siendo fiel a aquello que siento que debo escribir, aunque no sea del gusto general. Deseo seguir sacudiendo conciencias, no calmándolas, aunque ello discrepe de lo que muchos lectores buscan al leer y que se centra en la evasión de la realidad (cosa que respeto profundamente, aunque no siempre la comparta). Deseo seguir escondiendo entre líneas reflexiones que habrá que buscar e interpretar para sacar la verdadera esencia de lo que escribo, aun a riesgo de que los lectores no tenga tiempo o ganas de intentar encontrarla y se dejen llevar por lo palpable, que jamás será lo que a mí personalmente me movió a escribir la historia (cosa que también respeto, porque entiendo que cada cual es libre de elegir el grado de implicación en aquello que ocupa su tiempo de ocio y que resulta ser su afición). Deseo seguir construyendo historias sin tener como prioridad los parámetros que la harán comercial y del gusto generalizado de los lectores, sobre todo si el hecho de incluirlos me obliga a crear una historia que no me complace a mí misma en primer lugar, aun a riesgo en este caso de volatilizar cualquier posibilidad de encontrar respaldo editorial condenándome, de por vida, a llevar la etiqueta de autoeditada que sigue siendo menospreciada por muchos; a fin de cuentas, la satisfacción personal en aquello que hacemos en todos los ámbitos de nuestra vida creo que debería ser un objetivo claro y prioritario a nivel general. Y deseo seguir aprendiendo con ayuda de todos como hasta ahora (gracias por ello), porque sé que todavía me falta muchísimo por aprender.

   Me niego a seguir la pauta marcada por el sistema por imposición, por el afán de subir peldaños que de otra forma sería imposible. No aspiro a convertirme en escritora a costa de mí misma, prefiero quedarme a pie de escalera, pero satisfecha con lo que hago. Y prefiero seguir siendo anónima, pero fiel a mis principios literarios. Prefiero ser autora de novelas para una nimia minoría, pero que al hablar y debatir con ella de las historias que he creado, tanto a esa minoría como a mí se nos ensanche el alma y se nos emocione el corazón al sentirnos a bordo del mismo barco, orientando nuestras velas y virando el timón de igual manera. Aunque llegue la última. Aunque ni siquiera llegue. 

   Tengo otra historia entre manos con la que me siento bien. No sé cuándo, cómo, ni dónde acabará, sólo sé que me estoy rigiendo por todo lo que he dicho desde que comencé a cimentarla, y por ello, tanto si llega a buen puerto como si no, me sentiré feliz. Y sobre todo, tranquila y en paz. 

   Mil gracias a quienes queráis formar parte de mi mundo literario. En miniatura o no :)

Lecturas 2018.

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