Como ya dije ayer en un resumen publicado en mi página literaria de Facebook, ha sido este un año un tanto extraño en cuanto a lecturas. Lo empecé sin expectativa alguna, con el solo deseo de disfrutar, huyendo de listas y, sobre todo, de esas metas cuantitativas en las que no creo, porque considero personalmente que no reportan beneficio alguno, ni para mí como lectora ni para las propias obras. Pero no ha sido esta falta de expectativas la culpable de haber leído poco, sino otros factores a nivel personal, que han hecho que pase por temporadas de auténtica sequía lectora a pesar de mis múltiples intentos por recobrar el ritmo.
El pato de este grado de dispersión lo han pagado algunas novelas que he abandonado siendo consciente de que no eran ellas las culpables sino yo, de que no se merecían mi penosa falta de atención a los detalles, comprometiéndome por tanto, firmemente, a retomarlas llegado su momento, como Tigres de cristal, de Tony Hill o La Conspiración de Yuste, de mi querido Víctor Fernández Correas. Otros muchos abandonos, sin embargo, lo han sido con la certeza plena de saber que no me estaban aportando nada a nivel de historia, planteamiento o narrativa, algunas de ellas a pesar de las buenas críticas recabadas en la red. También ha habido novelas que he terminado leyendo y que puedo decir que me han gustado, pero que no han llegado en absoluto a las expectativas que yo me había forjado atendiendo a los comentarios ajenos; digamos que les he visto algunos «peros», técnicamente hablando, que sin embargo han sido pasados por alto por otros muchos lectores, incluso por algunos a los que yo tenía por exigentes. Pero bueno, esto no deja de ser una apreciación personal en la que no es momento de ahondar.
Centrándome en esa treintena de novelas que sí he completado (dejando al margen las divulgativas o no literarias cuya lectura suelo intercalar con las obras de ficción), me quedo con estas nueve por haber sido las que de verdad me han llenado o impactado de alguna manera:
DESPUÉS DEL AMOR de Sonsoles Ónega.

EL OTRO HIJO de Nick Alexander.

EL BAILE DE LAS LUCIÉRNAGAS de Kristin Hannah.
Esta autora ha sido para mí todo un descubrimiento y, sin duda alguna, seguiré leyendo más obras de su bibliografía. Tiene la capacidad de envolverte con su forma de narrar aunque presente escenas impactantes o crudas. Esta novela es un auténtico canto a la amistad, a la que se forja en circunstancias poco favorables o en situaciones escabrosas, que lejos de distanciar a las personas, a veces las une estrechando unos lazos que perdurarán por siempre. Con sus altibajos naturales y vitales, pero tan reales que es difícil no empatizar con la historia y, sobre todo, con quienes la protagonizan por lo que en sí representan.
EL COLOR DE LAS MAREAS de Mikel Alvira.
Con las novelas de Mikel siempre aprendo algo, aunque considero que es difícil de imitar, porque es muy grande ese ingenio que tiene a la hora de plantear una trama o de intercalar elementos narrativos que a muchos escritores le sonarían como fuera de lugar, mal integrados o incluso erróneos, pero que él solventa con total naturalidad. Ya me encantó cuando lo conocí en La novela de Rebeca y aquí, a nivel «formal» a vuelto a soprenderme en determinados aspectos literarios, sumados a una trama preciosa que, aunque un poco previsible, rinde homenaje al amor de una manera distinta a ese estilo romántico al uso del género actual. La ambientación espacial e histórica tambien me pareció genial.
LAS CENIZAS DE ÁNGELA de Frank McCourt.
Cuando supe, tras haber leído la novela, que estaba basada en la vida del propio autor me quedé pillada, como suele decirse ahora, impactada, boquiabierta. Os puedo asegurar que, en este caso, volvió a cumplirse al famoso dicho de que la vida real supera con creces la ficción y que aquellos sucesos que tachamos de inverosímiles en muchas novelas, bien pueden haber sucedido en la vida real. Las cenizas de Ángela es una historia durísima, cruda, de supervivencia a pesar de todo y de todos, de lucha contra la sombra de una muerte cierta que parece perseguir a la familia del pequeño protagonista sin darles tregua. Pero no deja de ser, sin embargo, un brote de esperanza final hacia todo aquel esfuerzo por continuar luchando, una muestra viva de que el destino nos puede hacer tropezar con mil obstáculos sin permitir que finalmente sucumbamos en el intento de saltarlos. Merecida la fama que tiene la novela y las críticas que la avalan como una historia imperecedera, de las que serán siempre un fondo de biblioteca por conservar.
YO ANTES DE TI de Jojo Moyes.
Cuántas veces me habré resistido a leer esta novela por considerarla demasiado romántica, incluso propia de adoslescentes. Y qué idiota he sido por dejarme llevar (nadie está exento, yo tampoco) de los malditos prejuicios a la hora de elegir lectura, que nos hacen perdernos obras con las que podemos disfrutar en mucha mayor medida de lo que pensamos. Tal cual me sucedió con esta. Aun predeciendo un final que para mí no podía ser otro porque es el que considero coherente, seguí leyendo, arriesgándome a que no fuera así, claro, porque la historia es emotiva, reflexiva, real y, sobre todo y ante todo, preciosa. Un caramelo dulce, un oasis lector entre Las cenizas de Ángela y El Ruiseñor, un respiro plagado de oxígeno que me encantó respirar.
EL RUISEÑOR de Kristin Hannah.

UN AMOR de Alejandro Palomas.

SE LLAMABA MANUEL de Víctor Fernández Correas.
Víctor es garantía de buena novela y de estupenda narrativa, así de claro. Tiene una facilidad pasmosa para recrear ambientes y adentrarnos en ellos en solo unas líneas, provocando en nosotros sensaciones similares a las que pueden sentir sus personajes, como si fuéramos testigos observando desde dentro de la propia novela, no desde nuestra posición de lector. Tuve la buena fortuna de leer esta novela cuando aún se estaba gestando y ya auguré el éxito que está teniendo. Después de haberla pulido y sacado a la luz no me extrañan nada las alabanzas que está recibiendo. La Historia es tan protagonista como los personajes de la trama. Y es un gran acierto la manera de entretejer los acontecimientos históricos, los ambientes y las costumbres propios de la sociedad franquista en la que se centra la trama y los entresijos de una historia de intriga que está a caballo entre el género policíaco y la novela histórica. Una madeja compacta que huye de estereotipos, de clichés, de los cánones establecidos por los distintos géneros para adquirir entidad propia. Se llamaba Manuel tiene sello de autor. Y a mí ese sello me encanta.
Con esta novela termino mi recorrido por lo mejor que he leído este año, sin contar con esas otras lecturas «cero» a las que he tenido la suerte de acercarme y que ya anticipo que son preciosas y que están muy bien escritas. Les auguro un gran éxito cuando salgan publicadas, porque de verdad que lo merecen. Aunque claro, eso será si vosotros, lectores, queréis darle una oportunidad de lectura, porque huelga decir por muy buena que sea una obra, carecerá de éxito alguno si, por una razón u otra, muere sin haber conseguido llegar hasta vuestras manos.
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