PRÓLOGO.
Cuántas veces habremos escuchado que cada cual debe actuar como siente que ha de hacerlo, sin importarle la aprobación o la condena de los demás. Pero tal afirmación es cuanto menos ilusoria, una sencilla utopía que pretende calmar la conciencia sin conseguirlo. El dolor causado con nuestra actitud a quienes amamos se vuelve contra nosotros como un bumerang envenenado y no nos deja vivir en paz. Quizás por ello se haga necesario confesarse, exorcizar los demonios dándoles forma y mostrándolos al exterior para que dejen de corroernos por dentro, redimir las culpas que sentimos tener, aunque a lo largo de los años nos hayamos repetido de manera incesante que hemos sido un producto de las circunstancias, que nuestra libertad de acción se ha podido ver condicionada por causas ajenas a nuestra voluntad. Nos mueve la necesidad de restablecer el orden, de colocar los afectos en su justo lugar, tanto los nuestros como los de aquellos que nos rodean y cuyas vidas se entrelazan con la nuestra, víctimas de las acciones y desafortunadas decisiones, de la mentira construida para paliar el dolor de la realidad.
Esta es mi historia. Una historia de la que no solo yo soy protagonista. Porque la vida, tal cual se dice, es una gran obra de teatro. Y todo aquel que entra en escena tiene sus propias razones para sentir, para pensar, para actuar, para vivir.
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Así comienza mi nuevo proyecto cuyas primeras palabras brotaron hace ya bastantes meses, demasiados, diría yo. En otras épocas habría graznado por la etapa de cuasi-sequía literaria que estoy atravesando; pero a fuerza de disciplina y autocontrol voy aprendiendo a tomármelo con calma, a no lamentarme hasta la saciedad de ese tiempo que me falta, a no menospreciar mi capacidad de organización, de rentabilización de las horas, de productividad multidisciplinar a lo largo de cada día. Quizá porque al fin me he dado cuenta de que no me falta la habilidad de compaginarlo todo, sino que me sobran actividades y obligaciones a las que hago frente religiosamente por imperativo vital, a las que debo sumar, además, las que el corazón me dicta, que no puedo obviar. Y abarcarlo todo se hace imposible.
Pero hay un problema, Houston, y es que no puedo dejar de escribir. Sería como cortarle las alas a un pájaro, el motor a un barco -o las velas-, como quitarle las ruedas al coche, o..., lo que es peor, como cerrar ventanas al exterior por las que poder respirar gran parte del oxígeno que te ayuda a caminar alegre, ilusionada, emocionada y un poquito más feliz. Así es que, haciendo alarde de raciocinio y sentido práctico, me propuse abordar una historia sencilla, sin pretensiones, corta, ligera, lineal, bonita, eso sí, pero que me permitiera sentarme a escribir a saltos, a cualquier hora, en cualquier lugar, con apenas un argumento esbozado que no implicara hacer cábalas con la trama, por aquello de no perderme cada vez que pudiera continuar la historia a saber cuándo. Y así lo hice. Así la tracé.
Pero aquí, Houston, vino un segundo problema. Que se me quedaba corta. Que yo aspiro a más. Que me sentía a disgusto conmigo misma exigiéndome tan poco. Y a la vez, y fundamental también, que no me convencía la idea de ofrecer a los lectores una cuarta obra que fuera pobre, que rayara la monotonía en la historia, que pudiera ser tediosa por sencilla, que careciera de esas reflexiones y, sobre todo, de esos giros argumentales que considero que ya forman parte de mi seña de identidad a la hora de escribir, y que, por tanto, muchos lectores podrían esperar. Y me compliqué. Hice un alto en el camino con veinte mil palabras escritas, saqué el argumento, lo relié, y no conforme con eso, ideé otro hilo paralelo con una trama independiente para entrelazar.
¿Que cuál es el resultado? Papeles y más papeles, anotaciones por doquier, notas sobre las notas, apuntes y ocurrencias en cualquier parte... y el reto de construir unos personajes cuyas actitudes resulten verosímiles, por aquello de que a las novelas no se les permite, alegremente, las mismas acciones que sí tienen lugar en la vida real. Y este es el balance a día de hoy:
Situación argumental: un lío (que terminaré por desenredar).
Tiempo disponible: escaso.
Mente: hirviendo.
Ilusión: mucha.
Prisa: ninguna.
Estado psicológico: en calma, dispuesta a tardar lo que sea necesario.
Opciones de futuro: ni me las planteo.
Objetivo prioritario: disfrutar escribiendo y crear una historia bonita, que guste, que llegue, que emocione, que invite a reflexionar, que sorprenda y con calidad narrativa suficiente para no defraudar.
Y no pararé hasta conseguirlo.
Por vosotros y por mí.
A tu ritmo, pero sin dejarla de lado. Te esperamos.
ResponderEliminarSituación argumental: un lío... (no he podido evitar soltar una carcajada).
Algún día mostraré públicamente los apuntes de esta novela. Tienes más mérito enterarse de los apuntes que escribirla, jajaja.
EliminarUn beso!
Muy buen inicio! Seguro que consigues una gran obra, sabes de sobra emocionar, llegar a los lectores y hacerlos reflexionar. Sigue escribiendo y disfrutando de la experiencia. A por ella!
ResponderEliminarBesitos
Muchísimas gracias, guapa!! A por ella voy, sin duda!!
EliminarUn beso!!
Aquí estaremos animándote, esperando tu novela y, mientras tanto, compartiendo tus inquietudes.
ResponderEliminarUn beso amiga escritora 😘
Y yo estaré encantada de que me acompañeis, el día a día con vosotras es mucho mejor.
EliminarUn beso, Almudena!!
El inicio es muy promettedor y lo que sigue seguro no defraudará. Quieres contar unma buena historia y lo hjarás, como siempre, y para leer buenas historias se está siempre dispuesto a esperar. Conociéndote lo lograrás :)
ResponderEliminarMil gracias por la confianza, María. Conociéndote también a ti, sé te gustará ;)
EliminarUn beso!!
Lo más importante es lo que dices al final. Hay que disfrutar. Disfrutar de lo que haces, sentirte orgullosa y plena con sus resultados. Estoy segura de que esta novela llegará muy pronto a su fin. Besos
ResponderEliminarEscribir para mí, antes que para los lectores, es fundamental, aunque suene egoísta, jaja, porque solo si creo y estoy satisfecha de lo que hago podré defenderlo. Sin contar con que es la mejor forma de poder transmitir lo que envuelve a la historia.
EliminarNo sé si llegará pronto a su fin, con que llegue me conformo ;)
Un beso!!
Dice que mi madre que del afán solo queda el cansancio...A tomarse el tiempo para hacer todo bien hecho...
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