Enredas tu piel con la mía, para que no pueda separarnos el amanecer. Tu pecho en mi pecho. Tu boca en mi boca ahogando un susurro. Y el abrazo de nuestras manos, resistiéndose a tocarnos para alimentar el deseo con lentitud desesperada. Nuestros poros se alcanzan, uno tras otro, y despiertan mariposas que aletean suaves como una brisa, en mi nuca, en mi espalda, en mi vientre..., entre mis piernas. Nos envuelve el aroma a azahar. Y tú tomas una flor caída en el suelo para acariciarme el cuello y esconderla en mi pelo, mientras yo me empapo del olor a canela que desprende tu cuerpo. No hay palabras, sino gemidos cargados de un significado que tan solo tú y yo entendemos. Mi corazón palpita, al compás del tuyo que crepita dentro de ti como un fuego de invierno, cálido, envolvente, acogedor... Me regalas una mirada furtiva que me traspasa, huida bajo tus párpados que pretendían apresarla para no delatar que sientes lo mismo que yo. Amor, pasión y dulzura en una misma esencia. Locura, deseo y temor.
La luna se asoma. Te ilumina el contorno cubriendo el mío como una silueta única, como si formáramos parte de un mismo ser. Tus pupilas imploran. Y entonces mi carne se debilita bajo el dictado del corazón. Entorno los ojos y te cedo el paso. Tú suspiras y yo suspiro. Sintiéndome. Sintiéndote. Sabiendo que volveremos a ser dos entes cuando se haga la luz.
La luna se asoma. Te ilumina el contorno cubriendo el mío como una silueta única, como si formáramos parte de un mismo ser. Tus pupilas imploran. Y entonces mi carne se debilita bajo el dictado del corazón. Entorno los ojos y te cedo el paso. Tú suspiras y yo suspiro. Sintiéndome. Sintiéndote. Sabiendo que volveremos a ser dos entes cuando se haga la luz.
Me encanta todo lo que escribes. Felicidades.
ResponderEliminarQué relato tan pasional. M ha gustado mucho. Felicidades
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