Cuando Amanda piensa que todo está en orden en su vida, Alonso encuentra
tras una pared de su casa heredada el grimorio de sus antepasadas, el
testimonio escrito que dejaron las mujeres valientes de una larga
dinastía de brujas blancas.
Brianda, una hermosa pelirroja nacida a principios del siglo XVII,
en un pueblo castellano cercano a Toledo, no fue la primera de su
estirpe, pero sí la pionera en poner por escrito una sabiduría
ancestral. Bajo la atenta tutela de la alegre y sabia Olianda, la joven
bruja inicia su aprendizaje en la magia, siempre temerosa, bajo la
oscura sombra de la Inquisición.
El día que pisa por vez primera la villa de Toledo, su vida se
entrelaza inevitablemente con el de la familia de los hermanos Alfónsez:
Sancho, el primogénito, valiente y sincero, cae rendidamente enamorado
de Brianda; Luis, sin embargo, la odiará toda su vida.
Amor, venganza, luchas a espada, magia, conjuros, suspense,
aventura, destinos épicos... Una vorágine de pura vida que envolverá a
la extraordinaria Brianda y al medallón al que está predestinada.
Se suelen esquivar las novelas juveniles cuando se cumplen determinados años. El recuerdo que tenemos de ellas, aun habiéndolas disfrutado, parece ir asociado a esa inmadurez, ingenuidad e inocencia maravillosa que nos permite disfrutar de lo irreal, de lo utópico, de los sueños futuros en mucha mayor medida que en etapas posteriores en las que el realismo se abre paso para instalarse en nuestra mente de forma fija. Tememos que entre las páginas de la narración se aborden maneras de pensar, de reaccionar, de actuar con las que ya no estamos en consonancia y que eso nos distancie de la lectura en lugar de imbuirnos en ella. O tal vez sea que damos por hecho que nuestra madurez no nos permitirá abrirnos de nueva a la fantasía, a la magia de cuanto acontecía a esa edad, sin ser conscientes de que siempre habrá una parte infantil escondida dentro de muchos de nosotros que, a poco que la sacudamos, despertará deleitosa para hacernos saborear recuerdos personales que nos transportan a esa otra época de nuestras vidas en la que leíamos absortas ese tipo de literatura. Personajes buenos con sus antagonistas maléficos navegando por la trama y provocando en nosotros incertidumbre, inquietud y junto a ellas, interés, nerviosismo, intriga y empatía hacia los personajes buenos a quienes deseamos ayudar y proteger a toda costa para que nada les suceda.
Tengo que reconocer que antes de comenzar a leer Brianda. El origen del medallón, me asaltó la duda del prisma bajo que el debía contemplarla, quizás anticipando que al acabarla dejaría escritas mis impresiones para quienes tuvieran curiosidad por conocer mi opinión. Sentía una cierta preocupación, la de no ser justa al valorarla, porque analizarla desde mi punto de vista adulto tratándose de una novela juvenil podría restarle puntos inmerecidamente, ya que aspectos que para mí no resultarían atrayentes sí que podrían serlo para su público potencial; y hacer una crítica con ojos de adolescente actual es complicado, cuando su mundo, sus vidas y sus formas de sentir han cambiado sustancialmente con respecto al nuestro de treinta años atrás. Pero ya os digo que desaparecieron por completo. Mis miedos desaparecieron por completo al poco de comenzar a leer, porque la novela me ha enganchado y atrapado de principio a fin. Brianda ha sacado a la palestra mi yo juvenil, incluso infantil. En varias ocasiones me ha hecho evocar una serie que yo solía ver de pequeña y que me encantaba, "Vickie, el vikingo", un pequeño niño vikingo que embarcaba con su padre y su tripulación para surcar los mares y que en todos los episodios debían enfrentarse a situaciones peligrosas y muy comprometidas que me ponían particularmente nerviosa, tensa y agitada, aun sabiendo que el pequeño siempre acababa haciendo uso de su gran ingenio para que salieran airosos el atolladero. Y Brianda ha conseguido ponerme nerviosa ante las argucias malévolas de sus personajes como cuando era pequeña. Hacía muchos años que no recordaba esa infantil sensación. Y me ha encantado sentirla otra vez.
En la novela se habla de brujas y se habla de magia. Y mucho. Pero no me ha importado, a pesar de mi edad. He leído a Brianda con todos mis años puestos encima, no me he quitado ninguno para disfrutar de sus páginas, y ha sido un placer. Tal vez para otros este pueda ser un hándicap para gustarle, pero yo considero que si eso ocurre no será por su catalogación de "juvenil", sino porque esa temática en particular no le atraiga leerla, al igual que a otros lectores puede no atraerle la romántica, la novela negra o la erótica. Además, no todo es fantasía en esta novela, hay muchos más componentes escondidos en ella por valorar, y no solo en el fondo, sino también en la forma. Siempre he considerado que hay historias prometedoras que se quedan sin fuelle al narrarlas y otras
historias bastante más sencillas a las que se les saca muchísimo partido por la forma de
contarlas. Mayte Esteban cuenta con ambas cosas: con historias con potencial y
con su propio potencial para narrarlas. Y en este último sentido, debo decir que me ha gustado y sorprendido gratamente la versatilidad de Mayte Esteban como escritora, su capacidad para cambiar de manera palpable de registro y de estilo narrativo de una novela adulta como Detrás del cristal, a una juvenil histórica como Brianda. El origen del medallón, en la que utiliza un prosa en perfecta consonancia con los hechos que describe y con la época en la que se circunscriben (el siglo de Oro), sin resultar por ello cargante, retorcida o forzada, todo lo contrario, su narrativa es impecable, muy correcta y muy fácil de leer, con un vocabulario acorde a la ambientación, pero asequible a los profanos en la materia.
Podría seguir hablando largo y tendido, pero tampoco quisiera cansaros. Podría seguir valorando de forma positiva a sus personajes, coherentes, fuertes, profundos, bien perfilados física y psicológicamente; el desarrollo de la trama, cuya intriga mantiene dejando caer pildoritas pequeñas a lo largo de la historia que te hacen preguntarte constantemente el porqué, qué ocurrirá, cómo solveltarán el entuerto en el que acaban de meterse, hasta hacerte llegar a un final que, eso sí he he decirlo, me gustaría que hubiera sido algo menos rápido, más detallado, más en consonancia con el resto de la narración. O hablaros de la ambientación, que me ha parecido una de las bazas más fuertes y conseguidas de la novela; en este sentido tengo que felicitar a la autora no solo por el trabajo de documentación que hay tras ella, sino por cómo ha plasmado y dibujado los ambientes en cada escena: he vivido en pleno siglo de Oro; he palpado, visto, aspirado su aroma de podredumbre o de riqueza y señorío, he sentido temor al caminar por sus rincones, por sus calles y por sus caminos, me he hecho una perfecta idea de sus privaciones, de sus ideologías, de sus costumbres rancias, rígidas, encorsetadas, de sus dificultades extremas para sobrevivir..., y pavor ante la Santa Inquisición y sus atrocidades. Toda una clase de historia medieval española que no sé si los jóvenes y adoslescentes que lean esta novela sabrán apreciar o les resultará un aspecto que, tal vez, pueda ralentizar un poco el ritmo de la narración, pero con la que yo he disfrutado sin duda.
En definitiva, una historia preciosa de magia, de fantasía, de amor, de honor, de amistad..., sustentada con una perfecta ambientación histórica como telón de fondo y escrita de forma impecable y muy acorde a su temática. Una novela para disfrutar a cualquier edad, siempre y cuando no te asusten las brujas y estés dispuesto a dejarte llevar un poquito por ese espíritu juvenil que nunca termina de abandonarnos del todo.
(Novela válida para el Reto Semi-Genérico)
Espero que al meterte tanto en la historia no tuvieras que rascarte por los picotazos de las pulgas!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Pilar. Sé que enfrentar una novela juvenil, para quienes acostumbran a leer sobre otras temáticas siempre se hace con cierto temor. Lo he dicho más veces, la escribí por un comentario que recibió la otra novela que está vinculada a ella, El medallón de la magia, donde me decían que no entendían por qué el malo era el malo. Y aquí creo que lo dejo bastante claro.
Corro al final, sí, pero porque ese se solapa con el principio de El medallón de la magia y no quería repetirme, sino que se complementaran. Son dos historias diferentes, pero con un origen común y un elemento que se pasa siglos yendo de mano en mano. Ese medallón mágico.
Otra vez, gracias. Por darle tu tiempo, que al fin y al cabo es casi lo más valioso que tenemos.
Un beso
La tengo esperando su turno!!
ResponderEliminarBesos
Me alegro que hayas pasado de etiquetas y te hayas embarcado en los orígenes del medallón, un viaje estupendo como ya has visto y disfrutado. Además del ameno y estupendo retrato de ese Siglo de Oro, yo también destacaría la sutilidad y el acierto de los detalles históricos, como esa sombra de temor y poder de la Inquisición tan bien señalada durante toda la historia. Bss
ResponderEliminarTengo muchas ganas de leerlo, que ya disfruté mucho con el anterior libro. Y por lo que cuentas, también lo haré con éste.
ResponderEliminarBesotes!!!