SINOPSIS
El día que el arquitecto alemán Richard Leinz recibe en su casa de
Londres al señor Parker, investigador privado, descubre que hace quince
años cometió una grave equivocación que marcó su vida. Atormentado por
sus dramáticos recuerdos y por el dolor que causó a su alrededor,
emprende una búsqueda tenaz en su pasado para intentar enmendar su
error. Cuando Thomas, secretario de Richard, decide por su cuenta llamar
a Marie Savard, con la que el arquitecto mantuvo una relación, no sabe
que está a punto de derrumbarse todo lo que lo ha mantenido a salvo
hasta el momento: ¿Por qué Richard ya no es el que era? ¿Podrá Marie
ayudarlos a librarse de sus fantasmas? ¿Cómo se puede convivir con la
culpa? Una historia intimista de secretos desgarradores, de amores
frustrados, de palabras no dichas, de luces y sombras en el pasado de
unos personajes que intentan sobrevivir en un tiempo histórico complejo
mientras tratan de combatir a sus propios demonios y coger aire para
disfrutar de eso a lo que llamamos vida. Las casualidades no existen.
Los encuentros fortuitos tampoco.
***
¡Shsss...! Cierra la puerta y vigila, porque allá voy.
Hace ya mucho tiempo que María José Moreno me envió un e-mail. Como anexo venían los dos o tres primeros capítulos de la novela y en él me pedía que los leyera y le diera mi impresión, si creía que merecía la pena continuarla, si me gustaba el tono narrativo... Una valoración un tanto subjetiva, quizás, considerando que era muy poco lo que aún tenía escrito. Pero es que a veces no se necesita más. Las buenas historias enganchan desde el principio, sin necesidad de que sean de intriga; la información inicial que aportan, los matices ambientales, la pluma que las cuenta pueden ser más que suficientes para causar sensaciones que te invitan a pensar que estás ante el origen de una gran obra, que promete, que hay un diamante en bruto por pulir, agazapado y escondido, preparado para darle brillo y sacarlo a relucir. Cuando acabé de leerlos (en nada y menos de tiempo), le contesté al mensaje: «¿Que si merece la pena seguir? Esta historia es de sofá, café y manta, te lo digo yo. Y el tono narrativo es propio de novela de tapa dura». Esas fueron mis palabras. Y aunque lo último no se ha cumplido (Versátil la ha publicado en rústica, eso sí, con una portada preciosa), apuesto a que lo primero se hará realidad cuando llegue a vuestras manos, ya me lo diréis.
La lectura de las primeras páginas me transportó a Londres de la mano de Thomas. Su voz me conquistó desde el minuto uno. Entrañable, envolvente, cálida, afectuosa. Pensé que sería un protagonista excepcional, contándonos su historia con la cercanía y la intimidad de la primera persona. Y cuál fue mi sorpresa al saber que quien la contaba —Thomas— era en realidad un personaje secundario, que los verdaderos protagonistas serían Richard y Marie. Varias llamadas de teléfono entre María José y yo se sucedieron en esos primeros días, una de ellas de muy larga duración, en la que me contaba la historia al completo para analizar los enfoques. Me eché las manos a la cabeza. Porque no se había conformado con crear una historia sencilla, era una auténtica red de personajes y hilos argumentales interconectados con propósitos muy claros, pero de ejecución difícil, no solo por la cantidad de sucesos que en ella ocurrían, sino por la profundidad psicológica de que había que dotar a los personajes para que todo resultara coherente. Pero en eso María José Moreno es experta, no defrauda, así es que confié a ciegas en un planteamiento en el que las aparentes casualidades —que en realidad no lo son—, los secretos del pasado, los miedos personales, la necesidad de perdón, la búsqueda de la verdad y la lucha por la supervivencia se darían cita en Londres, Munich, Berlín y Málaga, a caballo entre el presente y el pasado, con una ambientación histórica en la Segunda Guerra Mundial y personajes de fondo como Anna Freud dando respaldo a unas vidas marcadas por la familia y por los sucesos traumáticos que acontecieron en ellas.
Pero no quedaba ahí la dificultad. Había que dar voz a los personajes, a cada cual la suya, y jugar con los narradores, que en esta novela, finalmente, no solo es Thomas, sino también un narrador externo que cuenta de primera mano todo lo que acontece a Richard en sus viajes al pasado, donde Thomas no puede estar presente. Y había que dotar de realismo a la historia, contando las crudezas de los errores cometidos, el daño causado por los personajes a quienes amaban, incluso a ellos mismos, y su posibilidad o imposibilidad de resarcirlos, y todo ello sin que el dedo acusatorio del lector los sentenciara, es decir, provocando una empatía que no siempre es fácil de conseguir, porque para ello hay que saber manejar muy bien los sentimientos y las emociones, transmitiéndoselas al lector. Una historia intimista, como Aquella vez en Berlín, no quedaría en el recuerdo si no tocara el corazón. Y lo hace. Te toca el corazón y te hace suspirar al compás de muchas de sus páginas, de muchos de sus párrafos, de muchas de las sensaciones que María José Moreno consigue provocarnos con la lectura entre líneas de sus mensajes subliminales; esos mensajes que yo tanto agradezco por una simple cuestión de enriquecimiento personal.
Me dijo que quería apartar la maldad con la que había convivido durante la escritura de la Trilogía del Mal y volver a sus orígenes. Al estilo de Bajo los tilos. Y lo ha hecho a lo grande, con una historia intimista para degustar, compleja pero de lectura fácil, tranquila, para recrearse, con esa voz narrativa propia de los grandes novelones y unos personajes capaces de despertarnos un afecto especial.
Saldrá a la venta el próximo 17 de febrero. Dentro de una semana. Yo estoy deseando tenerla en las manos, ya tengo preparado el hueco en mi librería. Apuesto a que cuando la vea, me voy a emocionar. Como os podría suceder a vosotros si la leéis.
Mucha suerte, María José. Ambas lo merecéis.
La lectura de las primeras páginas me transportó a Londres de la mano de Thomas. Su voz me conquistó desde el minuto uno. Entrañable, envolvente, cálida, afectuosa. Pensé que sería un protagonista excepcional, contándonos su historia con la cercanía y la intimidad de la primera persona. Y cuál fue mi sorpresa al saber que quien la contaba —Thomas— era en realidad un personaje secundario, que los verdaderos protagonistas serían Richard y Marie. Varias llamadas de teléfono entre María José y yo se sucedieron en esos primeros días, una de ellas de muy larga duración, en la que me contaba la historia al completo para analizar los enfoques. Me eché las manos a la cabeza. Porque no se había conformado con crear una historia sencilla, era una auténtica red de personajes y hilos argumentales interconectados con propósitos muy claros, pero de ejecución difícil, no solo por la cantidad de sucesos que en ella ocurrían, sino por la profundidad psicológica de que había que dotar a los personajes para que todo resultara coherente. Pero en eso María José Moreno es experta, no defrauda, así es que confié a ciegas en un planteamiento en el que las aparentes casualidades —que en realidad no lo son—, los secretos del pasado, los miedos personales, la necesidad de perdón, la búsqueda de la verdad y la lucha por la supervivencia se darían cita en Londres, Munich, Berlín y Málaga, a caballo entre el presente y el pasado, con una ambientación histórica en la Segunda Guerra Mundial y personajes de fondo como Anna Freud dando respaldo a unas vidas marcadas por la familia y por los sucesos traumáticos que acontecieron en ellas.
Pero no quedaba ahí la dificultad. Había que dar voz a los personajes, a cada cual la suya, y jugar con los narradores, que en esta novela, finalmente, no solo es Thomas, sino también un narrador externo que cuenta de primera mano todo lo que acontece a Richard en sus viajes al pasado, donde Thomas no puede estar presente. Y había que dotar de realismo a la historia, contando las crudezas de los errores cometidos, el daño causado por los personajes a quienes amaban, incluso a ellos mismos, y su posibilidad o imposibilidad de resarcirlos, y todo ello sin que el dedo acusatorio del lector los sentenciara, es decir, provocando una empatía que no siempre es fácil de conseguir, porque para ello hay que saber manejar muy bien los sentimientos y las emociones, transmitiéndoselas al lector. Una historia intimista, como Aquella vez en Berlín, no quedaría en el recuerdo si no tocara el corazón. Y lo hace. Te toca el corazón y te hace suspirar al compás de muchas de sus páginas, de muchos de sus párrafos, de muchas de las sensaciones que María José Moreno consigue provocarnos con la lectura entre líneas de sus mensajes subliminales; esos mensajes que yo tanto agradezco por una simple cuestión de enriquecimiento personal.
Me dijo que quería apartar la maldad con la que había convivido durante la escritura de la Trilogía del Mal y volver a sus orígenes. Al estilo de Bajo los tilos. Y lo ha hecho a lo grande, con una historia intimista para degustar, compleja pero de lectura fácil, tranquila, para recrearse, con esa voz narrativa propia de los grandes novelones y unos personajes capaces de despertarnos un afecto especial.
Saldrá a la venta el próximo 17 de febrero. Dentro de una semana. Yo estoy deseando tenerla en las manos, ya tengo preparado el hueco en mi librería. Apuesto a que cuando la vea, me voy a emocionar. Como os podría suceder a vosotros si la leéis.
Mucha suerte, María José. Ambas lo merecéis.