No voy a retenerte. Ya me dijiste el motivo para marcharte.
El motivo. Uno solo frente a los muchos que en un papel anotaste para quedarte.
¡Cuán poderoso ha de ser para no vencerlo una coalición de adversarios! Me
pides que hable. Y yo te pregunto cómo se le pone voz a un corazón roto. Cómo
encadenar palabras que en mi garganta se clavan como lanzas. No puedo
defenderme, porque no me culpaste. No puedo prometerte lo que no me pediste. Ni
siquiera puedo odiarte. Porque no fue tu mente ni tu voluntad propia, fue tu
corazón el que dejó de amarme.
La felicidad no puede forzarse. Yo no puedo dártela, has de
encontrarla en ti. Tú aún formas parte de la mía propia; pero yo…, yo ya salí.
Es fuerte el dolor que siento cuando te alejas. Me raja. Me
destripa y me hace vomitar recuerdos de una sola vida, la tuya y la mía. Y me
ahogo entre ellos sin saber qué hacer, si guardarlos alimentando un pasado que
terminará matándome o tirarlos, renunciando a mí y a lo que contigo fui.
Jamás
dejaré de amarte, en el corazón me quedó tu huella.
En el tuyo dejé de existir.
Ahora… está ella.
© Pilar Muñoz - 2016
Muy bueno lo que escribes!
ResponderEliminarSi quieres pasate por mi blog (relatoscompartidos.blogspot.es) en el haré relatos cortos y reflexiones.
Un saludo
Poderoso motivo... Pero ahí está el poderoso tiempo, para curarlo todo, para hacer que esa huella siga ahí, pero cada vez más débil. No se olvida, pero se sigue viviendo con ella.Y se es feliz de nuevo, con ella.
ResponderEliminarBesotes!!!
Excelente relato!
ResponderEliminarMe encanta! Te sigo. Y te invito a pasar por el mío: rominaalbanesi.blogspot.com.ar
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