Toca despedirse del año que termina, como solemos hacer siempre en estas fechas, muy dadas por cierto a hacer balances para otorgar al año esa calificación de malo, bueno, pésimo o excelente; me recuerda a la típica encuesta de satisfacción de los hoteles que encontramos en la habitación el día antes de marchar. Y no es fácil, ni siquiera objetivo, diría yo, porque más que los acontecimientos pesan las impresiones.
No estoy yo por la labor de hacer balances de este año que se va. Tal vez porque siempre gusta compartir las buenas sensaciones, la euforia de lo vivido, aquellas experiencias que nos han llenado y que nos han saciado lo suficiente como para escribir su nombre en un lugar de honor. Y no es el caso. Como no es caso detallar las razones que me llevan a tales sentimientos, tal vez porque entiendo que debemos preservar una cierta intimidad a nivel personal, profesional o de aficiones. Dejémoslo pues en ciertas pérdidas penosas, en expectativas no cumplidas, en promesas disipadas, en reveses imprevistos..., qué se yo. Pero 365 días dan para mucho y siempre pueden ser rescatados momentos inolvidables, como el que sumerge la caña en un río de aguas turbias para extraer de él aquellas piezas que merece la pena conservar. Y con ellos me quedo mientras digo adiós y entorno la puerta para volver a abrirla a un amanecer nuevo.
No espero nada de este año que ahora empieza. Mañana, a las doce de la noche, pondré el pie en un 2016 que se presenta ante mí como una tábula rasa, sin nada escrito en él, sin nada a la vista. Y me alegro. Porque nada puede decepcionarte cuando nada esperas. Habrá que construirlo. Vivirlo tal cual llegue. Moldear cada minuto para que se adapte en lo posible a lo que me pueda satisfacer. Y así, cualquier pequeño logro, cualquier alegría, cualquier momento de placer, cualquier progreso inesperado lo disfrutaré más que nunca, estoy segura. Eso sí, me gustaría conservar a ese elenco de amig@s que son para mí la familia elegida, a es@s íntim@s que tanto me han apoyado, me han empujado, me han animado a seguir adelante, con l@s que he compartido momentos de risas, de lamentos, de enseñanzas, de conversaciones triviales que nos han hecho ganar una confianza que por nada del mundo me gustaría perder. Y a quienes me han acompañado siguiendo mis letras. A mí familia de sangre la sigo teniendo.
Cojámonos de la mano y traspasemos esta puerta que ahora se abre, con toda la ilusión del mundo, con la mayor de las esperanzas, con la confianza plena de que lo malo (si lo hay) pasará y la luz nos inundará de nuevo. Y si tú no te quedaste a oscuras en ningún momento de 2015, sigue gozando de este como si fuera una réplica o una continuación sin más; ni siquiera digas adiós, sino hasta luego, haciendo la pausa justa para comerte las uvas como si fuera el postre de una cena cualquiera de un día cualquiera. Y sigue caminando.
Feliz 2016!! Que el año os sonría abiertamente y no deje de hacerlo hasta el final.
Un besazo para tod@s!!
Feliz Año Nuevo...y adelante !!
ResponderEliminarBesos
Hay tristeza en tus palabras. Por mi parte sólo puedo desearte que el 2016 te permita hacer un balance bonito, será señal de que has vivido cosas bellas.
ResponderEliminarTambién deseo que esta amistad reciente que hemos iniciado, se afiance.
Muchísimos besos.
Hay tristeza en tus palabras. Por mi parte sólo puedo desearte que el 2016 te permita hacer un balance bonito, será señal de que has vivido cosas bellas.
ResponderEliminarTambién deseo que esta amistad reciente que hemos iniciado, se afiance.
Muchísimos besos.
Feliz año Pilar! Te cojo la palabra y me voy a pasar al 2016 con ilusión que es lo importante.
ResponderEliminarBesos