15 jun 2015

CRÓNICA DE LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID: UN DÍA MUY ESPECIAL.


   Nada esperaba que me viniera de vuelta en este mundo de la escritura en el que he estado hasta ahora, porque nada buscaba cuando empecé. No había etapas, no había metas, solo esa especie de liberación personal que te reporta el dedicarte a lo que te gusta, el ocupar ese tiempo libre -aunque sea muy escaso- en lo que te llena, te enriquece y te ayuda a sobrellevar esas otras obligaciones a las que no queremos o no podemos renunciar y que terminan cansando por tratarse de una imposición. Y cuando a nada se aspira, cuando nada constituye una expectativa por cumplir, cualquier pequeño logro conseguido en la cuesta de ascenso es un deleite, un gran disfrute para la mente y para el corazón.
   Si alguien me hubiera dicho hace apenas dos años que en este 2015 iba a estar firmando en una caseta de la Feria del libro de Madrid lo habría tachado de iluso total.
   No quiero extenderme haciendo un balance de lo que ha sido este tiempo, sino decir que el sábado se dieron cita, de forma acumulada, toda una serie de imágenes, encuentros, sensaciones, sentimientos, emociones, incluso conversaciones interesantes a nivel literario y personal que ya atesoro como algo grande. Estar en Feria del libro no fue solo una cuestión de firma, de venta de libros, fue mucho más.
   Siempre he dicho que las relaciones humanas son para mí una fuente de inspiración, de aprendizaje, de experiencias y de diversión, cómo no. Y el sábado las hubo en cantidad. 
  
Comencé encontrándome, sobre la una y media, con mi gran amiga y escritora Mayte Esteban donde nos habíamos citado de manera improvisada, porque ese fue el gran acierto del día, dejar que todo fluyera como el destino lo deseara, ¡y qué bien se portó con nosotras! Nos adentramos en la feria con la intención de saludar a Víctor del Árbol, yo no quería dejar pasar la ocasión de felicitarlo personalmente por su "millón de gotas" -un novelón como la copa de un pino que merece estar en la cúspide como está-, ni dejar escapar la posibilidad de hacerme con un ejemplar firmado de "La tristeza del samurái" (que Mayte consiguió para mí) para poder seguir disfrutando de su buena literatura. Y allí, a pie de caseta, nos encontramos a Concha (blog De lector a lector), que muy amablemente nos invitó a unirnos a un grupito de blogueras saladísimas a las que ya conocía a través de las redes y que me encantó conocer personalmente, porque me lo pasé genial con sus golpes de humor, su desparpajo, sus comentarios literarios y con esa morcilla patatera que Ángela León trajo de su tierra y que nos zampamos sentadas bajo los árboles como si estuviéramos de picnic. 
 A ello siguió una comida en La Tagliatella en la que seguimos riendo y charlando como cotorras hasta la hora de mi firma en que salí corriendo como la Cenicienta (aunque sin perder el zapato) para poder llegar a la caseta a las cinco y media. Y allí comenzó otro desfile de gente guapa a la que me alegré muchísimo de ver, con la sensación extraña y hasta irreal, aunque muy especial, metida en el cuerpo por estar sentada dentro de la caseta: las amigas blogueras -las de la morcilla- que volvieron a verme y a hacerse una foto conmigo que guardaré siempre (Ángela Leon, Manuela Martín, Concha Fernández, Teresa Seshat, Margalida Ramon y Mayte Esteban); Marina Collazo Casal (ese encanto de mujer detallista como nadie y dispuesta siempre a empujar nuestras obras en las redes y donde haga falta); Pablo Manrique, con su mujer y su hija (ese amigo y poeta capaz de crear y dedicar de manera altruista sus poemas a quien se los pida); mi gran Yolanda Rocha Moreno (a la que me alegré muchísimo de ver, tan madrecita, tan achuchable, tan cariñosa conmigo como siempre), acompañada de Pepe Hervás (otro amigo que nunca falla y que ha estado acompañándome en cada ocasión en que he acudido a Madrid por motivos literarios); Mercedes Gallego (una gran escritora que estuve encantada de conocer personalmente y de la que recibí halagos que me sonaron a gloria al venir de ella, que domina las letras); la gran Mónica Gutiérrez (tan dulce y tan encantadora como ese hotel en ninguna parte del que es dueña y con la que me gustó muchísimo charlar y compartir impresiones tanto en el rato de la firma como después, tomando un refrigerio y descansando los pies en un kiosco de El Retiro); y no quiero olvidarme de mencionar a Pilar Pérez Martín (con la que al final no pude coincidir por un malentendido horario, pero que es como si hubiera estado porque sé que lo deseaba de corazón y que lo intentó). Y fuera del entorno de face, a mis tíos (hermanos de mi madre) a los que no esperaba y que me emocionó ver allí, acudiendo a su edad hasta el recinto solo para saludarme; a mi sobrina, a su chico y toda la familia de su chico que son un verdadero encanto; a la representación de Maidhisa (la distribuidora con la que firmaba) que me hicieron sentir como en casa, como si los conociera de siempre) y por supuesto, a los lectores anónimos que se acercaron por la caseta también. Me traje el cariño de todos ellos, sin excepción, y todavía lo tengo a ras de piel. Firmé, pero aunque no lo hubiera hecho, tan solo por ello hubiera merecido la pena ir.
   Vi a escritores con cola para estampar su dedicatoria, a otros algo más solitarios pero con la misma ilusión, a muchísima gente compartiendo espacio y una misma afición: las letras en todas sus vertientes. Y me encantó. Se que me repito, ¡pero es que me encantó! Intercambiamos opiniones, risas, charla, libros, sueños..., y hasta me regalaron una escoba de bruja para volar hacia ellos y  alcanzarlos mejor :) 
     El día terminó con un colofón perfecto: una vueltecita por Madrid con dos grandes amigos que se han convertido también en padrinos de mis andaduras madrileñas, dos amigos forjados en las redes que han traspasado con creces ese umbral de los comentarios superficiales o de cortesía para pasar a forma parte de mi vida hasta adentrarse en lo personal, al igual que yo en las suyas, y que demuestra que la distancia no es óbice para encontrar apoyos de los fuertes, de los que te ayudan a seguir avanzando. Hablo de mis segovianos Alberto y Mayte (vale, sí, ya sé que tú eres segoviana de adopción, que en realidad eres de Guadalajara :) ). Con ellos, después de cenar en familia, tuve ocasión de pasear por la zona centro de Madrid y de visitar La Central -qué el destino quiso que estuviera abierta a las doce de la noche para que yo pudiera verla-, una librería emblemática para mí porque aparece varias veces en mi novela, como escenario en el que Jana y Julio tienen algunos encuentros con diálogos muy significativos para el tema de fondo que subyace a la trama. 
    Qué más deciros. Que al volver a casa no podía dormir.
      Porque yo fui a la Feria del libro de Madrid con un pensamiento muy claro en la cabeza.
Y las emociones, esa noche, me desbordaron.
   Aún siguen. Desbordándome y confundiéndome, a partes iguales. Pero benditas sean, porque ellas son las que me recuerdan a diario que estoy viva. 

   Gracias por ese día. A todos los que, de una forma u otra, presentes o ausentes, contribuisteis a hacerlo tan, tan especial. Y tan significativo.
   Gracias a mi familia que me empujó desde casa y, en especial, a mi marido, que se quedó en la retaguardia velando por que todo siguiera funcionando con normalidad.

   Y gracias a todos los que me habéis acompañado a lo largo de estos cuatro años.

   Un beso enorme!!


   Pd. Me he tomado la libertad de coger las fotos publicadas en face, propiedad de las protagonistas de ese día, y en las que me han etiquetado. Si alguna de ellas no desea que aparezcan, las retiraré en el acto. Gracias por inmortalizar todos estos momentos.  


9 comentarios:

  1. Grande, Pilar, sólo puedo decir eso, muy grande!!!! Gracias por todo!!! Me has emocionado, como siempre...

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  2. jajajaja, me troncho contigo Pilar. Oye oye, que nombre tan tan "literario" eso del Club de la Morcilla Patatera, jejeje
    Me ha encantado tu crónica pero más aún conocerte, conoceros a todas. Ha sido un día memorable para mi, para nosotras con morcilla incluída, jajaja

    Un besazo fuerte :)

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  3. Aquí una integrante del Club de la Morcilla Patatera sonriendo, y emocionándose, con esta preciosa crónica. Me repito más que el ajo, pero lo voy a decir de nuevo: un placer conocerte, Pilar.
    Besotes.

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  4. Me encanta el nombre del club!!!
    Y me encantó conocerte y charlar y reír contigo :)
    La próxima vez me llevo al Búho, que se quedó con las ganas el pobrecico.
    ¡Un beso!

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  5. Todo un honor formar parte del Club de la Morcilla, jajaja, qué bien lo pasamos! Y por supuesto gracias a ti y a Mayte por uniros a nosotras! Un placer coincidir contigo otra vez y poder acompañarte en ese día tan especial para ti! Bonitas palabras para un día inolvidable, felicidades! Este es el inicio de una gran carrera lleno de éxitos.
    Besitos

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  6. ¡Enhorabuena, Pilar! Me hubiera gustado estar contigo en este escalón que vas subiendo y va fortaleciendo tu espíritu como persona y como autora. Habrá alguna ocasión de reencontrarnos, seguro. Pero me alegra sobremanera tu paso por la feria del Libro y lo que vendrá. Te lo mereces, guapa. Un abrazo y los éxitos sigan!

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  7. Ay qué envidia me habéis dado! Menudo días más completo pasaste. Me alegra que todo fuera estupendamente y que el día en su conjunto fuese maravilloso.

    Un besote.

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  8. Soy la última integrante del club en pasar por aquí. Fue una gran alegría que os unierais a nuestro club de la morcilla y que al final, os animaseis a comer con nosotras. Fue un placer compartir unas horas.
    No se te olvide, tienes que volver a la Feria del Libro pero para ponerte otra vez dentro de la caseta, que la comida la organizamos en un pis pas.

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  9. Pero qué bien os lo habéis pasado!!! Como tiene que ser!
    Besotes!!!

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