15 ago 2013

"BAJO LOS TILOS" de MARÍA JOSÉ MORENO.

   


   No he leído mucho en estas vacaciones. Tengo que reconocer que el intenso proceso de corrección de mi propia escritura en estos últimos meses hasta verla del todo terminada me dejó la mente un poquito lerda para concentrarme en más letras, así es que al último libro que abordé (La bibliotecaria de Auschwitz) me ha llevado verle el fin más tiempo de lo que hubiera querido. Tal vez por ello, cuando dije de comenzar el siguiente opté por dejar a un lado el tocho que tenía previsto -a pesar de sus buenísimas críticas- para adentrarme en su lugar en historias de menos páginas. Pero en esta ocasión, quise que estuvieran contadas por nuevos valores literarios cuya narrativa aún no había descubierto, movida tal vez por lo que despierta esa cercanía que nos proporcionan las redes sociales y el contacto directo o indirecto con quienes luchan por meter la cabeza en el mundillo de los escritores con la ilusión palpable de no volver a sacarla de ahí jamás. Y así topé con María José Moreno y con su novela corta Bajo los tilos, una novela intimista, según ella misma define, en la que fluyen los sentimientos y las emociones que despiertan los secretos inconfesables de la propia familia de la protagonista a la que ella -ingenua- creía conocer. Y como ya sabéis (por lo que escribo y, sobre todo, por ese libro de relatos que circula por ahí) que me atraen especialmente este tipo de historias cargadas de las emociones que la propia vida nos depara, pues no dudé en descargármela de Amazon para engullirla en nada y menos de tiempo. 

   A veces no dejo de sorprenderme de la confianza con que me hablan mis hijos, de su desparpajo para confesarme y preguntarme cuestiones que en muchas ocasiones rayan la intimidad, tanto la mía como la suya propia. Y no porque me asombre, porque me violente o porque yo no haya fomentado tal actitud en ellos, sino porque no puedo evitar ser consciente de lo mucho que ha evolucionado nuestra sociedad en relativamente pocos años, de cómo los lazos de unión en la familia se han ido tejiendo cada vez más en sentido transversal y horizontal, en lugar de vertical, hasta llegar a hablarnos de tú a tú; a veces, puede que hasta en exceso. 
   Pero no seré yo la que le haga ascos a ese tipo de relación, todo lo contrario. Aunque perdure la necesidad de establecer unos límites claros en las relaciones paterno-filiales, celebro que agonice y hasta muera ese respeto enfermizo e invalidante que hace años coartaba la libertad de la familia para levantar la voz y huir de una tolerancia aberrante, para confesar los problemas de sus miembros, los temores de la vida de cada cual, o esos secretos del pasado que siempre pesan sobre el futuro, magnificados a veces por una cuestión de moralidad caduca, de retrógrada educación, o por unas normas sociales rígidas y carentes de sentido común que nadie se atrevía a poner en tela de juicio alegramente. Y ése es el núcleo, la base sobre la que María José Moreno sustenta su historia. 
   Durante toda su lectura no he podido evitar que mi mente divagara por  familiares de generaciones anteriores analizando su estilo de vida aunque solo fuera de pasada, por esos momentos en los que, sentados un domingo alrededor de la mesa camilla, mi madre nos ha desvelado secretillos ocultos de mayor o menor importancia de tíos, primas o abuelos que nunca antes se atrevieron a lanzar a los cuatro vientos por vergüenza, temor, odio o por el más que probable rechazo social, cuando la generación de nuestros hijos no tendría ahora ningún remilgo por revelarlos. Me ha hecho reflexionar incluso en las veces en que nosotras mismas hemos obviado que nuestra madre, además de madre, era hija, esposa, amiga o amante, y que sus sentimientos y su forma de vivir esas relaciones no solo eran distintas a las que mantenían con nosotras, sino que además desconocíamos sus detalles por no haber estado presente en sus círculos cuando actuaban como tales. Y muchas de esas facetas, al igual que ocurre en la novela, las hemos descubierto cuando ya no estaban, cuando hemos dejado de mirar en una sola dirección para conocer las impresiones que de ella tenían quienes también compartieron su vida; afirmaciones -a modo de ejemplo- como que de joven fue una mujer de bandera capaz de levantar pasiones, que era una consejera excelente para todas sus amigas, que tenía un espíritu de sacrificio mudo digno de admirar, que era una confidente extraordinaria, capaz de llevarse los secretos vertidos sobre ella hasta la tumba..., o descubrir que también sentía deseos carnales como cualquiera de nosotras. Revelaciones que nunca se hicieron en su momento por haber sido coartada su libertad de alguna forma o por cuestiones inherentes a la propia educación que se les impartió y que en muchas ocasiones ha levantado un muro de cristal engañoso entre la familia por su aparente transparencia, pero de franqueo imposible por la sólida estructura que siempre tuvo y que no nos dejó llegar hasta el corazón donde dormía oculto más de un secreto. 
   Dicen que en la vida siempre existen segundas oportunidades, pero no siempre es así. Los errores y sucesos del pasado pueden olvidarse, aunque en ciertas ocasiones su peso hace mella en un futuro que, o bien no se construirá de la misma forma, o incluso puede que se desmorone ante algún descubrimiento que haga tambalear las bases sobre las que construimos nuestra vida, como ocurre en Bajo los tilos. Y resultará complicada de recontruir cuando la oportunidad de redimirnos, de pedir perdón, de ofrecer ayuda, de modificar nuestra actitud ya no sea posible. En tal caso, el peso de nuestra conciencia puede resultar una losa demasiado pesada de sobrellevar, aunque el amor por la familia y el deseo ferviente de mantenerla unida a pesar de todo puede ser lo que contribuya con éxito a salvar el escollo, como María José deja patente en su historia. 

   Es esta una novela intimista, ciertamente, cuya lectura me ha resultado pausada, tranquila, tal vez porque María José se recrea en las descripciones para ofrecernos una visión detallada de la forma en que está trazada la vida de María, su protagonista, y de las emociones que van despertándose en ella a medida que se van desvelando indicios de que las cosas no son como parecían, ni su familia es quien aparentaba ser. 
   La intriga de conocer los secretos inconfesables de los que nunca supo, mezclados con las percepciones viscerales y sentimentales de la protagonista son las dos notas que caracterizan la novela, aderezada por una narración de lenguaje sencillo pero muy cuidado, yo diría que más cuidado de lo que aparentemente podría parecer.


   Os dejo la sinopsis, y si os animáis a leerla, podéis encontrarla en Amazon, ahora bajo el sello de Ediciones B.

       Elena fallece en el avión que la traslada de Madrid a Nueva York. Su familia no sabía que había emprendido ese viaje. Elena guardaba un gran secreto.
         Cuando su hija María recibe la trágica noticia, se ve envuelta en una espiral de preguntas sin respuesta. ¿Qué hacía su madre en ese avión?, ¿por qué iba a Nueva York?, ¿por qué no se lo había contado a nadie?... Preguntas que la sumen en una difícil y tenaz búsqueda en el pasado de su madre hasta conocer sus más íntimos, oscuros y dolorosos secretos. 


   



   

12 comentarios:

  1. Por el argumento creo que me gustaría. Me gustan las novelas intimistas. Considero muy acertadas tus reflexiones sobre los roles. Una madre puede ser amante, amiga, y despertar pasiones a la vez. Me has dejado intrigada por el secreto que esconde Elena. Saludos y espero que continúes reseñando libros, de vez en cuando viene bien descansar de la lectura un poquitín pero siempre acaba llamando a la puerta de tu corazón otra vez.

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    1. Esa era la idea, Helena, no destripar el secreto que te induce a seguir leyendo movida por la curiosidad, así es que mejor lo descubres tú misma, jaja.
      Tienes razón en cuanto a la lectura, hay etapas en las que estamos algo perezosas para leer por determinadas circunstancias, pero creo que para vencer eso solo hay que elegir el libro adecuado, el que realmente te apetece en tal momento, sea del género que sea. Soy de las que cambian de opinión muy fácilmente con respecto a lo que leer una vez terminada la lectura que tengo entre manos, pero eso hace que las disfrute más al no hacerlo por compromiso u obligación.
      Besitos, guapa!

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  2. Sí, es cierto que la educación impuesta en el pasado establece muros que todavía son difíciles de derribar. Hay todavía conversaciones que no se pueden mantener, preguntas que sabes que no van a tener respuestas, porque sale a la luz esa férreo muro que parece que no quieren saltar. Mejor que ese muro no exista, o que sea muy chiquitito, lo justito para que se sepa quienes son los padres y quienes son los hijos. Pero que la altura de ese muro no impida vernos, no impida hablar, preguntar, ayudar...
    Y un libro que te ha llevado a estas reflexiones me apetece leerlo. Así que bien anotado que me lo llevo.
    Besotes!!!

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    1. Las normas sociales pesan más de lo que quisiéramos y aunque muchas de ellas han desaparecido, todavía quedan otras tantas que ahora consideramos "normales", como nuestros antecesores en su época, pero que pasados unos años, vistas bajo otro prisma, también nos parecerán una idiotez. Cada tiempo tiene lo suyo.
      Si finalmente te decides a leerlo, ya me cuentas, a ver a ti qué te parece. A mí me ha gustado.
      Un beso, Margari!

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  3. Gracias Pilar por tus reflexiones y comentarios. Que una novela te lleve a esto para mi, la escritora, es muy importante. Un abrazo

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    1. Dicen que el fin último para el que se creó la literatura fue el de entretener. Pero yo creo que hay géneros que pueden trascender a eso, ir más allá, como la novela histórica o la literatura realista, por ejemplo, que nos aportan cultura y conocimientos en torno a la época o hacen, en este último caso, que reflexionemos y analicemos determinadas situaciones en las que muchas veces no nos paramos a pensar. Pero no todos los libros lo consiguen con la misma eficacia. Por eso yo considero realmente un éxito del autor/a despertar en los lectores aquello que pretendía remover cuando la idea germinó en su cabeza y dio origen a la novela, ya sean reflexiones, sentimientos, emociones...,o un interés por la ambientación espacial y temporal, con independencia del entretenimiento que la historia en sí reporta. Tú has sabido hacerlo, has sabido conjugar ambas cosas.
      Ya abordaré La caricia de Tánatos, me ha gustado tu forma de escribir :)
      Un beso!!

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  4. Pues le tengo el ojo echado desde hace tiempo, peor tenía dudas por diferentes opiniones que había visto. Seguramente la lea, aunque ahora mismo no es lo que busco. Un besazo!!!

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    1. Cada lectura en su momento, como siempre decimos, es la única forma de sacarle el máximo partido :)
      Un besito, Meg!

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  5. Todavía hay muros infranqueables por culpa de esos secretos provocados por las habladurías y la vida impuesta años atrás. Secretos que como bien dices salen a la luz cuando esas personas ya no están. Me alegro que cada día las relaciones familiares sean más abiertas.
    Ya sabes que me encantan las novelas intimistas, así que tomo nota de esta.
    Por cierto, estoy deseando leer esa escritura tuya de la que hablas... ;)
    Un besazo
    Un besazo

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    1. Sí, sé que te gustan las novelas intimistas, las que emocionan, las que hacen reflexionar, las lecturas profundas de las que extraer algo más que puro entretenimiento. A mí también, jaja. Ya me cuentas si te decides a leerla finalmente.
      Y en cuanto a mi escritura de la que hablo, la leerás, no te quepa la menor duda ;)
      Un beso, guapa!

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  6. Me encantan ese tipo de novelas y si hacen que reflexiones mientras lees mejor que mejor, un beso

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    1. Pues entonces, Rocío, si te apetece leerla, puedes encontrarla en Amazon, y a un precio fantástico. Además, se lee genial.
      Un beso!

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