A los amantes de la literatura es obvio que les gusta leer, coger una novela o un relato entre sus manos e interpretar personalmente sus palabras, el sentido de sus frases imprimiéndole un ritmo personal, con independencia del que el propio autor haya podido darle haciendo un uso correcto de la gramática y los signos de puntuación, les gusta recrearse en ellas deteniendo la lectura cuando un pequeño párrafo le induzca a pensar, a digerirlo despacio para asimilarlo como merece, incluso volver atrás para incidir en lo que le ha dejado huella momentáneamente o no se ha entendido bien, al tiempo que construye sus propias imágenes en su mente para dar vida a la historia que está leyendo. Pero qué duda cabe que no todos los amantes de la ficción lo son también de la lectura.
Siempre dije que hay escritores que sienten una necesidad imperiosa de escribir, una llamada a enlazar letras y combinar palabras que forma una parte indispensable en su manera de entender su vida; otros, en cambio, lo que sienten es la necesidad de contar, y difícilmente se verán sentados delante de un folio en blanco con la mente bloqueada, porque cuando lo hagan será atendiendo a la llamada de aquello que ya tienen en la mente y que desean transmitir, y no se sentarán mientras que aquello no surja con la fuerza suficiente y con la idea ya previamente elaborada de lo que narrar y cómo. De la misma forma, creo que los buenos lectores sienten una necesidad imperiosa de leer de manera continua, aunque solo sea -a unas malas- la etiqueta del gel de baño, pero debemos contar también con todos aquellos amantes de las historias de ficción que no necesariamente tienen por qué ser amantes de las letras, sino que tal vez prefieran hacer uso de otros medios que les permitan adentrarse en ellas y disfrutarlas; sin dejar de considerar, por supuesto, a quienes sus obligaciones no les permiten dedicarse un tiempo para sentarse ante un libro o no tienen la fortuna de contar con el sentido de la vista para estos menesteres, siendo aun así amantes de las buenas historias contadas en un relato o en una novela. El séptimo arte sería un ejemplo claro de esa otra opción, una incursión en lo ficticio sin que medie la grafía escrita; pero a mi modo de ver el cine nos lo da todo hecho: el perfil físico de los personajes, el diálogo entre ellos, la recreación de los escenarios en los que transcurre la acción..., sin desmerecerlo por ello como arte, por supuesto. Pero poco deja a la imaginación personal de quien lo ve.
Sin embargo, empezamos a contar con una opción intermedia que se apropia tan sólo de uno de nuestros sentidos, el oído, como sustituto de la vista -o del tacto, en el caso de los invidentes-, para que una historia ficticia y perfectamente descrita llegue hasta nosotros, pero dejando a nuestra imaginación volar, permitiéndole que forje como le plazca la imagen de los personajes de la trama, de los escenarios de los que antes hablaba y de la forma en que los protagonistas se mueven por ellos. Me refiero a los audiolibros, una alternativa que cada vez va adquiriendo más auge y que se va perfeccionando cada vez más al recurrir -en muchos casos ya- a actores y actrices profesionales para hacer una interpretación de la historia que se cuenta bastante más creíble de la que lo hacen los medios informáticos usados hasta ahora.
Yo, a nivel pesonal, soy consciente de dos aspectos más o menos importantes: primero, que tal vez éste no sea el lugar más apropiado para publicar audiorelatos, porque los lectores con los que cuenta habitualmente este blog son amantes de la literatura escrita, no escuchada; y segundo, que si como autora (escritora me chirría) soy novel, como actriz ya ni me califico. Pero como esta crisis no nos permite contar con medios ajenos para desarrollar aquello que nos gustaría, ni tampoco colocarlo en los lugares apropiados, pues me salto a la torera esos dos aspectos que antes he mencionado y me lanzo al ruedo a grabar yo misma algunos de los relatos que escribo para el blog y a publicarlos aquí, con independencia del número de personas que decidan finalmente accionar el play. Es mi pequeña contribución a la literatura escuchada, porque considero que a muchos de los que no les gusta leer no se les debería privar por ello de la posibilidad de disfrutar de su trama y de ser partícipes del mensaje de fondo que, al menos yo, intento transmitir en la mayoría de los relatos que escribo.
Hoy dejo el audio del último relato publicado en este blog: "Un rayo de esperanza", aunque ya hay alguno más subido a la plataforma Ivoox. Y quien sabe..., dispongo del audio completo de uno de los relatos más comentados de "Ellas También Viven" -Entre dos fuegos-, grabado para la presentación del libro en el I Congreso Internacional de Comunicación y Género que tuvo lugar el año pasado en Sevilla. Igual un día de estos me decido y lo saco a la luz desde las profundidades de mi disco duro.
Audiorelato: "UN RAYO DE ESPERANZA"
(Si prefieres leerlo, pincha aquí)
Qué idea tan original, Pilar! Yo he escuchado algún audiolibro en francés e inglés para practicar el idioma, así que no soy ajena a esta forma de conocer historias. A ver si tengo un rato para escuchar el relato que nos has dejado, gracias! 1beso!
ResponderEliminarLos audiolibros más antiguos estaban narrados con un tono más líneal, monótono, pero ahora ya hay muchos que están narrados y escenificados por actores y actrices, lo cual le aporta mucho más realismo. En lugar de escuchar música mientras se hacen otras cosas, se escucha una historia corta o una novela. Puede ser una buena opción también.
EliminarUn beso!
Me parece una buena idea yo todavía no me he puesto a escuchar ningún libro pero no me importaría probarlo, un beso
ResponderEliminarQuién sabe, Rocío, igual te aficionas después a esa nueva opción literaria, jaja.
EliminarUn beso!
La verdad es que nunca me ha dado por probar esto del audio, porque prefiero leer "de verdad". El audio lo dejo para la música, jeje.
ResponderEliminarMe parece muy bien, cada cual elige el medio con el que se encuentra más cómodo.
EliminarUn beso!
Leeré la versión escrita, no me termino de hacer al audio, y eso que durante años oí los relatos de M80 del programa "Cuento contigo", donde incluso leyeron uno mío. Un besote!!
ResponderEliminarEntonces es que quedaste saturada, jajaja. Te digo igual que a Espe, que la literatura es para disfrutarla sea por el medio que sea.
EliminarUn beso, Meg!