Hace algunas semanas me apunté a la Quincena erótico-festiva del blog Libros que hay que leer y en la entrada que publiqué anunciando mi participación, incluí un pequeño fragmento erótico de invención propia en homenaje a tal "evento". No formaba parte de ningún relato, pero hubo quien a partir de haberlo leído me alentó a continuarlo y transformarlo en una pequeña historia. Y como yo sucumbo muy fácilmente a los desafíos y retos varios (no sé si para bien o para mal), pues eso es justamente lo que hecho, utilizarlo como primer párrafo de un pequeño relato con erotismo en estado puro. ¡Del fino, ¿eh?, creo yo! No sé vosotr@s lo que pensaréis :)
Ahí va:
"DESEO VIRGINAL"
Abrí la puerta del baño envuelta en una nube de vaho que
me hizo resurgir de ella como una esfinge sinuosa, sofocada por el calor
extremo del agua que minutos antes había besado mi cuerpo, cada centímetro de
mi piel que ahora lucía tersa, aterciopelada y suave, impregnada por entero de
aquella esencia de miel y almendras de aroma cautivador y sabor dulce. Tardé un
instante en acomodarme a la penumbra salpicada por la tenue luz de las velas
dispuestas por el dormitorio y a la melodía suave que incitaba a mis sentidos a
dejarse llevar. Una silueta masculina de torso desnudo se aproximó a mí
lentamente, en silencio, esbozando una sensual sonrisa de labios carnosos
mostrando deseo. Noté sus manos abriéndose paso por la abertura de mi albornoz,
ensanchándola al tiempo que recorría con sus manos mi cintura atrayéndome hacia
él. Mi pelo mojado dejó escapar algunas tímidas gotas de agua que recorrieron
mis hombros hasta llegar a mis senos, donde iniciaron un suave descenso
bordeando sus curvas pronunciadas y sensuales. Él clavó sus ojos en ellas,
secándolas con las yemas de los dedos para besar después las huellas de humedad
que habían dejado a su paso y que ahora se incrementaban al contacto con sus
labios, con su boca, con su lengua excitada incapaz de detenerse. Un gemido
efímero y apasionado huyó de mí para confundirse con las notas musicales
dispersas en el ambiente, como preámbulo de lo que prometía ser una noche de
sumo placer.
Me pregunté por un instante cómo diantres había aparecido
él allí; los efluvios del alcohol debieron haber jugado al escondite con mi
memoria, sin dejarla adivinar si había sido yo quien lo había invitado a subir
o tal vez fue él quien me transportó literalmente hasta mi habitación de hotel
para protegerme de las consecuencias nefastas del cava que había bebido hasta
perder la razón. Pero no me importó. Las sacudidas eléctricas que sus roces
provocaban en mi cuerpo silenciaban el miedo hacia mi primera vez, tantas veces
soñada, aventurada hasta la saciedad dejándome llevar por una mezcla de
romanticismo desbocado y ausencia de detalles ante lo que no había conocido
nunca en primera persona, tan solo en las novelas de Corín Tellado que mi madre
solía leer. Entonces sentí miedo, y un rubor espantoso al ser consciente de que
no sabría cómo actuar, ni cómo responder ante aquel extraño que parecía dominar
el arte amatorio en mucha mayor medida de lo que yo había podido leer.
Una de sus manos ascendió muy lentamente por la cara
interna de mis muslos hasta llegar a su confluencia, mirándome a los ojos y
esbozando una sonrisa con su boca amplia que no dudó en utilizar para sellar la
mía antes de que yo pudiera confesarle el secreto de mi virginidad más
absoluta, como si ya lo intuyera y no le importara nada. O tal vez como si
aquello le excitara mucho más. Comprendí que sólo tenía que dejarme llevar, permitirle
hacer a él y a mis instintos libidinosos, fuertes como nunca imaginé que pudieran
ser.
Me despojó del albornoz que aún se apoyaba sobre mi
espalda y caí completamente desnuda sobre la cama, empujada levemente por su
cuerpo. Él mantuvo el equilibrio y permaneció en pie durante unos segundos que
me parecieron eternos, mirándome de arriba abajo con lascivia y un deseo
reflejado en sus ojos que me intimidó. Y me gustó, haciéndome notar un cosquilleo
entre mis piernas que me obligó a apretarlas una contra otra y revolverme ante
su gesto de aprobación.
Se inclinó sobre mí y sujetó mis manos elevándolas sobre
mi cabeza, haciéndome sentir excitantemente expuesta, vulnerable, y comenzó a
recorrer mi piel por entero con la boca y con sus manos, cada pliegue, cada
pequeño rincón ignorado hasta por mí, besándolo, lamiéndolo, pellizcándolo.
Recobré la libertad de mis manos y le correspondí, acariciando su espalda, su
pelo, sus brazos torneados y su pecho desnudo, su sexo, sus nalgas. Me sentí
feliz, desinhibida, pletórica por aquella opera prima tan excitante que abriría
paso, sin duda alguna, a otras muchas funciones a partir de aquel momento.
Mi respiración acelerada comenzó a descontrolarse a medida
que su entrepierna abultada presionaba la mía cada vez más, moviéndose
insinuosamente, buscando un hueco por donde colarse dentro de mí, mientras sus
gemidos me susurraban al oído que había llegado el momento más temido. Y el más
deseado, tal vez.
Aprisionó mi cuerpo bajo el suyo y esperó, incrementando mi
excitación de manera sublime al sentir cada centímetro de mi piel unida a la
suya. Un reflejo de luna penetró a través de la ventana iluminándolo con
lentitud, avanzando desde el extremo de sus pies hasta besarle la nuca, momento
en que una descarga de excitación lo fustigó obligándome a separar los muslos ampliamente
con ayuda de sus piernas fuertes y musculadas, clavándome su daga de forma
brusca e impetuosa sin ninguna concesión una y otra vez. Un dolor intenso aguijoneó
mi vientre y cerré los ojos, al tiempo que él sumergía su cabeza en mi
clavícula con deseo enloquecido, buscando mi cuello con sus labios henchidos de
fogosidad extrema. Noté el roce de su boca sobre mi piel, abriéndose cada vez
más, percibiendo la calidez de su aliento y la humedad de su lengua como un
animal poseso, completamente fuera de sí. Y entonces los sentí. Entonces sentí
los hilillos de sangre que sus colmillos afilados habían hecho resbalar por mi
cuello mientras él succionaba mi vida y mi preciada virginidad con los ojos
desorbitados y el semblante victorioso, recobrando así una centuria de
vitalidad renovada. La laxitud de mis miembros me impidió moverme, dejándome
llevar, poco a poco, por el sueño inmortal que me acompañaría hasta el otro
lado para siempre. Hasta el lado infinito de las sombras.
Pilar Muñoz Álamo - 2013
Plas plas plas plas, son aplausos por supuesto.
ResponderEliminarMe has tenido todo el rato enganchada, y el final es triunfal. ¿Quién iba a imaginar que la desvirgaría un vampiro? Pobre criatura si antes se estrena, antes se le acaba el chollo.
Ya sabes que me gusta bastante tu prosa, y la manera de narrar que tienes. Te felicito. Pero a la protagonista antes de que se vaya al otro mundo le diría que asegure las ventanas antes de irse a dormir, jijiji. Muy bueno de verdad.
Besosss!!
Entonces me das el visto bueno, ¿no?, jajaja. Gracias, guapa!!
Eliminar¡¡Si es que no se puede ser tan ingenua hoy en día, que hay cada prenda por ahí suelto... :) !!
Un beso!
¡¡Ooohh, Susanna, eso es todo un halago!! ¡¡Profesionalmente, uaaauuuu!!!
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí y dejarme tu impresión ;)
Un beso!
Guauuu.. guauuuu... ¡¡menudo relato!! Y además, como tú dices, del fino y de categoría... Muy bueno Pilar... Vas a tener que dedicarte más en serio a ello!! Besos
ResponderEliminar¡¡Ay, ay, ay, que como me piquéis mucho amenazo con desbancar al Sr. Grey, ¿eh?, jajajaja!! Pero en plan fino y con categoría, como tú dices, Marisa, que relatos burdos ya los hay a montones, jaja.
EliminarGracias, guapa!
Un beso!
Un buen relato con un final original e impactante, de los que deja huella en el lector. Me tienes enganchadita a tu prosa, yo también coincido que debes dedicarte profesionalmente a ello. ¡Te voy siguiendo!
ResponderEliminar¡¡Qué curioso, Rodoreda, siempre pensé que los que enganchaban eran los relatos, pero nunca me habían dicho que mi prosa también enganchara!! ¡Es todo un halago, gracias, guapa!
EliminarY gracias también por pasar por aquí!
Un beso!
No me imaginaba un final así, pero es lo que ocurre con todos tus relatos, que siempre sorprende como los terminas.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Gracias, Mayte, es el "sello de la casa", jaja!!
EliminarUn beso!
Ostras, qué pasada de final. Pilar, insisto en que haces que parezca que sea fácil, es un don que tienes, da la sensación de que llevas la elegancia literaria impresa en tu interior y cuando coges papel y lápiz empieza a fluir con una naturalidad pasmosa. Por favor, somos egoístas, queremos más!!! Qué pena que este acabe!!!
ResponderEliminarQue llevo "la elegancia literaria impresa en mi interior". ¡¡¿Tú te das cuenta de la cosa tan bonita que me estás diciendo, Meg?!! La verdad es que no sé si es un don, pero yo a veces pienso que sí, que debe de serlo, porque yo no soy consciente de hacer, ni de haber hecho, nada para escribir de la forma en que lo hago, fluye sin más, unas veces con más facilidad que otras, pero fluye, yo sólo hago el esfuerzo de entrar en situación, de concentrarme, pero una vez "en trance" -como suelo decir- las palabras y las frases manan sin que casi, casi, tenga que darles forma. ¡No sabes lo que me alegra que guste la manera de expresarme o de contar cualquier historia!
Eliminar¡¡Ah, y si lo pides de esta forma, Meg, no me va a quedar más remedio que escribir alguno más, ¿no?, jajaja!
Un beso, guapa, y gracias!!
¡Esto es literatura y no las "Sombras de Grey" y "Crepúsculo"! ¡A ver si alguna editorial abre los ojos para descubrir tu preciosa prosa y se dejan de tonterías!
ResponderEliminarBesotes
¡¡Qué linda eres!! La verdad es que yo creo que hay ciertos géneros en los que hay que cuidar la prosa especialmente, y en el erótico, en particular, -dentro de que no soy profesional de la materia, jaja- considero que aún más; la elegancia, la sutileza y el tacto para describir y narrar los detalles de una escena no tienen por qué estar reñidos con el objetivo último que persiguen. Yo a eso lo llamo erotismo en estado puro; a lo demás no sé si se le llamará pornografía u otro nombre.
EliminarA mí también me gustaría que alguna editorial hiciera alarde de valentía y me llamara a filas aunque sea novel, jaja.
Un beso!!
El erotismo sutil, fino y delicado, como debe ser. Sin dejar atrás lo arrollador, confirmo las palabras de mi socia, haces fácil lo difícil.
ResponderEliminarBesos
Gracias, guapa, me complacen tus palabras, sobre todo tratándose de un género delicado como éste!
EliminarUn beso!
Ays, chiquilla, que lo bordas todo!!! Esto es calidad! Si es que enganchas de una manera... Logras meternos en la historia. Y cuando llega el final encima nos sorprendes! Porque no me lo esperaba para nada... Esto es talento!!!
ResponderEliminarBesotes!!!
No sé si vosotros os meteréis más o menos en la historia, pero sí sé que yo, cuando llego leyendo al último párrafo, me duele hasta a mí, jajaja.
EliminarGracias, guapa, con lectores como vosotras da gusto contar historias!!
Un besito!!
¡¡¡Toma ya!!! Menudo final de traca, me has descolocado totalmente. Y me ha encantado, sí señora. Si es que eres una artista. :_)
ResponderEliminarQué bien que te descoloque, porque los finales previsibles no tienen chiste, verdad?, jaja.
EliminarGracias, guapa, por el piropo!
Un beso!!