6 ago 2017

UN MES EN CONCURSO: «UN CAFÉ A LAS SEIS».




   Hoy se cumple un mes de la publicación de «Un café a las seis», mi última novela, y, paralelamente, se cumple un mes de su participación en el cuarto Premio Literario, convocado por Amazon en este año 2017, para autores independientes. Aunque no sé en realidad por qué incido en este aspecto, tal vez porque a mí misma me sorprende haberme embarcado en esta nave, cuyo viaje no había contemplado en ningún momento hasta el mismo instante en que fue convocado hacia finales de mayo. 

   ¿Y por qué no lo había contemplado? 

   Seré franca: por miedo. Así de simple. Porque la experiencia sufrida en convocatorias anteriores por algunos escritores conocidos mostraba un aparente cariz turbio en el desarrollo del concurso, en la forma de proceder de algunos participantes, en determinadas prácticas no muy ortodoxas utilizadas para escalar puestos en el escalafón de popularidad y en las ventas de ejemplares que parecen ser determinantes para llegar a la final, incluso en la manera de conseguir comentarios halagadores para la novela en cuestión que convencieran casi más al jurado que al propio lector. Sin contar con las polémicas suscitadas por todo esto en las redes sociales donde, alguno que otro, habría estado dispuesto a sacarle los ojos a algún competidor ajeno en momentos de exaltación. Y a mí me gusta escribir, no pelear ni agredir, ni por supuesto que me agredan. 

   ¿Y por qué finalmente decidí presentar la novela al concurso? 

   Porque me propuse mirar al frente y obviar polémicas (si es que se suscitaban), ignorar las malas artes con las que me pudiera topar (si es que surgían), defender mi trabajo sin menospreciar el de los demás, no entrar al trapo ante directas o indirectas que pudieran involucrarme y demostrar que este es un paso más en mi carrera literaria, uno de tantos en esta carrera de fondo que me ayude a consolidarme como escritora y que me permita seguir haciéndome un hueco en el que termine sonando mi nombre y no solo el título de una novela. Porque ganar un concurso te lanza a un estrellato efímero que no se sostiene si no hay un nombre de escritor/a tras él que lo avale con su estilo literario. Y eso es lo que debemos buscar. 

   Esta novela nació a partir de un relato corto que escribí para una antología benéfica y que, a día de hoy, permanece inédito (el relato). La historia de Raquel, Juanma y Gonzalo me pareció tan bonita, tan humana y tan real que los propios personajes comenzaron dentro de mi cabeza a pedir más papel. Deseaban explicarse, contar el porqué de sus decisiones, de sus recelos, de sus conflictos internos, de sus reivindicaciones vitales que siempre existieron sin que nadie -ni ellos mismos- las escucharan...; sus incertidumbres, sus dudas, esas puertas a medio cerrar que nos los dejaban vivir en paz, alterando su presente y su futuro en mucha mayor medida de lo que consiente la felicidad. Y decidí concederles ese espacio. Sin excesos, sin rollos innecesarios que hicieran, a quienes los escucharan, dispersarse por la historia. El resultado fue el de una vivencia relativamente corta pero intensa en cuanto a la forma de contarla, apelando al núcleo de cada conflicto y a los sentimientos que se han movido en torno a ellos en la mente y en el corazón de sus protagonistas, describiendo así una serie de experiencias y de reflexiones solapadas que han llegado a conformarse como propias de muchos de nosotros, de nuestras vidas personales ajenas a la ficción. 

   Y ahí es donde radica el éxito de esta historia. En la empatía que produce; en la manera en que el lector llega a identificarse con los personajes y con aquello que les sucede. Ese aspecto, unido a las emociones que se viven, se palpan y se sienten, es lo que ha hecho que, un mes después de haberla publicado, las críticas de vuelta estén superando con creces mis expectativas, además de la respuesta lectora, que no se puede obviar y mucho menos despreciar: más de doscientos ejemplares vendidos y sesenta y cinco mil páginas leídas a través de Kindle Unlimited (lo cual me parece un logro excelente, porque de nada sirven las descargas de un ebook si este pasa a formar parte del montante de pendientes en el lector digital; sin embargo, esto sí que son páginas leídas, que es lo que realmente buscamos al vender). Y un apunte extra: si bien parece que la novela va dirigida a un público potencial femenino, de los hombres que hasta ahora la han leído he recabado las mismas buenas críticas que de mis congéneres, por lo que se amplía el universo lector con respecto a las expectativas iniciales. 

   Quedan unas tres semanas para que concluya el concurso. Pero no me preocupa ni me pone nerviosa. «Un café a las seis», por lo que estoy apreciando ya, es una obra que podría considerarse atemporal, alejada de modas en cuanto a temática y género, con componentes universales que pueden hacer de ella una novela que perdure en el tiempo. Aunque lo haga caminando lento, sin subidas fogosas, sin fuegos de artificio. Pero con paso constante, firme y seguro. 










Lecturas 2018.

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