27 dic 2016

RELATO: "NAVIDAD ETERNA".

  

   Aquel quince de febrero subí a llevarle a mi vecina Carmen el pan rústico recién hecho que tanto le gustaba; la flebitis que padecían sus longevas piernas no le permitía moverse en exceso y su triste soledad, compañera de fatigas fiel en su vida, le hacían depender de esos pequeños favores más de lo que ella hubiera deseado. Con plácida sonrisa y suma gentileza, Carmen me incitó a adentrarme en el corazón de su pequeño hogar. Su rostro se iluminó cuando acepté su invitación; entonces se alisó el pelo, se acomodó el refajo y me sirvió una copa de aguardiente y un par de mantecados sobre una bandeja de alpaca que debía rondar el medio siglo de antigüedad.

   Mientras ella relataba un sinfín de avatares de sus años mozos con la emoción inundando sus ojos, contemplé todo cuanto había a mi alrededor, observando con sorpresa que aún pendían de la lámpara algunas bolas de Navidad, trozos de espumillón sobre los cuadros de la pared y un precioso abeto de luz intermitente insinuándose a través de la puerta acristalada del salón.

   —Pero… Carmen —interrumpí—. ¿Aún no ha quitado los adornos de Navidad?
   —¡Ni pienso hacerlo! —respondió entusiasmada—. Si engalano mi casa de esta manera, mis hijos vienen a visitarme.

   El cruel pensamiento que mi padre solía repetir de manera incesante asoló mi mente como una bocanada de hiel amarga: “Quince días trabaja el espíritu navideño, por eso perdura. Hazlo trajinar un año entero y… tal vez muera para siempre”.

   Tal vez. Sólo tal vez.

(Relato recogido en la obra: «Ellas también viven. Relatos de Mujer». Pilar Muñoz Álamo. Ed. Círculo Rojo)

19 nov 2016

MICRORRELATO: "SUS PIERNAS".



   Clavé la vista en sus piernas largas, firmes, torneadas... Y en sus muslos prietos, apetecibles, desnudos ante miradas lascivas como la mía, que delataba el deseo incontenible de mis manos por abrirse paso entre ellos. No podía dejar de observarla. Sus ademanes exquisitos, desbordando sensualidad mientras se perfilaba los labios de rojo carmín, me encandilaron. Como me encandiló su escote, que insinuaba unos pechos perfectos bajo la tela de su vestido. Suspiré entonces al sentirla inaccesible, intocable para quien no la conociera, tan solo imaginable en sueños, al cerrar los ojos.
    Sin esperarlo, una voz susurrada a mi espalda me sacó de mi ensoñación. Me advirtió que tenía precio, que podía comprarla. Mi pulso se aceleró y dinamitó el invisible muro que nos separaba. Excitado, volví a recorrerla entera antes de decidirme a aproximarme a ella. Paseé mis pupilas por su boca, su cuello, sus senos, su vientre, su sexo..., hasta culminar en los delgados tobillos a los que se abrazaban sus zapatos de tacón. La imaginé desnuda y mía, sometida a mi voluntad, con su femenina sensualidad convertida en un trozo de carne destinado al placer.
    No pude contenerme, cegado y nervioso me levanté, frotándome las manos para abordarla y calmar la sed de sexo sobrevenida. Pero en aquel mismo instante, la voz, de nuevo, me susurró a mi espalda, al tiempo que me señalaba a las dos criaturas que, en un rincón de aquella estancia y con los bolsillos vacíos, pacientemente la esperaban para poder comer.
    Perplejo, volví a observarla. Y por primera vez en aquel tiempo reparé en sus ojos, en su rostro... Me acerqué a ella, me senté a su lado y le pregunté el nombre, cautivado por su sonrisa dulce, por su mirada de mujer valiente y digna a pesar de todo.
    Como por arte de magia, su cuerpo dejó de existir.
    Ya solo me interesaba su historia.

©Pilar Muñoz Álamo - 2016.

14 nov 2016

"LA MIRADA DE CHAPMAN" de Pere Cervantes.



SINOPSIS
Dos años después del suceso de la asesina en serie de ancianas en Menorca, la oficial de policía María Médem y el inspector jefe Roberto Rial vuelven a encontrarse. En esta ocasión el motivo es el atroz asesinato del hijo de un reconocido editor y de otros miembros que participan en la primera Semana Negra que tiene lugar en la idílica Ciutadella.
En paralelo a la investigación, María Médem libra una batalla tan encarnizada como cruel por la custodia de su hijo, Hugo. Por su parte, Roberto Rial tiene que vérselas con una noble madrileña arrogante y poderosa que le conmina a olvidarse de la exhumación de un cadáver a cambio de una suculenta cantidad de dinero, mientras que la última foto de John Lennon poco antes de morir a manos de Mark David Chapman cambiará su vida para siempre. La melancolía de un faro, el culto a las piedras infinitas e incorruptibles que caracterizan la isla de Ciutadella, su vegetación verde y el frío viento del norte con sus murmullos enloquecidos, son el escenario en que Médem y Rial acabarán por hallar la ciudad sumergida que todos llevamos dentro.


   Debo reconocer que no soy asidua lectora de novela negra. Es más, llevaba muchos años sin leer nada del género, por mi afición, mucho más arraigada de un tiempo a esta parte, a la novela intimista, a las historias emocionales y, en general, a la Ficción contemporánea en la que busco de fondo, a ser posible, un poco de reflexión y de filosofía de vida. Pero gracias al influjo de mi querida amiga y escritora María José Moreno (que cada día está más «negra», jaja) he ido adentrándome en el género dejándome llevar por sus recomendaciones, y así es como «La mirada de Chapman», de Pere Cervantes, cayó en mis manos.

   No suelo comentar todas mis lecturas, no es este un blog de reseñas, pero hay veces en que una novela suscita en mí la necesidad de hablar de ella, aunque sea de forma escueta, bien por su calidad, por el remolino de emociones que haya podido despertar en mí, por haberme hecho reflexionar en relación al tema que da base a la novela o al punto de vista bajo el que lo trata, o tal vez, como ha ocurrido en ese caso y entre otras cosas, por la capacidad de su autor de agarrarme por las solapas y mantenerme pegada a sus páginas como una lapa, ansiosa por seguir leyendo y graznando, más que de costumbre, por las obligaciones personales que me apartaban de ella.

   No voy a hablar de su trama, no voy a ampliarla más de lo que ya cuenta la propia sinopsis. Lo que sí diré es que su pareja de protagonistas, Roberto Rial y María Médem, ya se dieron a conocer en una novela anterior («No nos dejan ser niños») que yo no había leído. En esta novela continúan con esa historia personal y en común que ya arrastraban de la historia anterior; sin embargo (y aunque a mí me pusieron en antecedentes cuando conocí este detalle allá por la página cien), he de incidir en que no es estrictamente necesario haber leído la novela anterior para entender el hilo que une a los personajes, porque el autor ofrece en esta entrega las suficientes referencias a lo ya vivido como para situarnos y evitar que nos perdamos en el camino, así es que puede leerse de manera independiente, lo cual me parece un gran acierto.

   Juega Pere Cervantes con una trama muy bien hilada de principio a fin, haciendo del mundo literario el escenario en el que se desarrollan los asesinatos que protagonizan la novela. No hay paja. En cada una de sus casi cuatrocientas páginas, el autor nos va ofreciendo datos y detalles que relían la madeja para irla desgranando luego con total maestría, acaparando nuestra atención por completo en ese intento de adivinar lo que está sucediendo y a manos de quien, amén de la originalidad en su planteamiento, que también supone un atractivo adicional que nos invita a seguir leyendo. Pero no son solo estos aspectos los que me llevan a decir que me ha encantado la novela, han sido algunos más:

   Me han gustado esas historias personales que se alejan del «meollo negro» de la trama para hacernos ver que también los policías tienen vida propia, normal y corriente como la de todo hijo de vecino, con sus problemas de conciliación familiar, maritales o sentimentales, alejándonos de la imagen típica del policía o de la policía, solitarios y aferrados al trabajo como a una tabla de salvación, que se ofrecen en otras muchas novelas del género. Historias personales que, además de convertirlos en mucho más reales, cuentan con atractivo propio y que me han parecido como pequeñas islas dentro de ese mar negro que supone la trama principal.

   Me han gustado especialmente esas referencias críticas de Pere Cervantes, concisas pero directas y certeras, a determinadas cuestiones de moralidad, al sistema judicial, a la Administración pública y gubernamental en relación con al ámbito policial, y a algunas prácticas habituales en el mundillo literario a manos de editores, agentes, escritores e incluso lectores que no son, digamos, demasiado loables, pero que por desgracia están ahí.  

   Me ha gustado su narrativa. Ágil, fluida, clara, directa, con un ritmo constante que no decae en ningún momento a lo largo de la novela. Y su forma de estructurar y desarrollar la trama para mantener la tensión y la atención constante en todas sus páginas.

   Y me han gustado sus personajes, tanto los principales como los secundarios. Bien perfilados, profundos, coherentes, reales y, en el caso de los protagonistas, sobre todo, nada lineales, no planos, sino sujetos a una evolución que se hace patente conforme avanza la historia.

   «La mirada de Chapman» me ha durado un par de días, sin leer a plano rendimiento. Es una novela adictiva, por el fondo y por la forma en que está escrita, con una trama muy atractiva y muy bien desarrollada como argumento principal al que acompañan otros hilos secundarios que, no por ello, dejan de resultar atrayentes al lector, y con personajes muy potentes de los que a mí, personalmente, me gustaría seguir sabiendo.

   ¿La recomiendo? Creo que está clara la respuesta, ¿no? :)



8 nov 2016

ESCRIBIR EN TIEMPOS REVUELTOS.



   Corren tiempos revueltos para la escritura literaria. O tal vez sería mejor decir que corren tiempos de indecisión.

   Cuando hablamos de cambios a velocidad vertiginosa, la mente se nos va al ámbito de lo tecnológico, pero no es lo único que ha mutado de forma rápida, las letras también parecen haber emprendido un baile a lo largo de estos últimos años que las ha dejado revueltas y, me atrevería a decir, que hasta ilegibles. Incluso podría compararlas con esos ciclos económicos que trazando círculos vuelven al comienzo después de haber disfrutado de un lapso de tiempo haciendo turismo por nuevos paisajes.

   En los pocos años que llevo inmersa en el mundo de la escritura, he visto cómo nos sobrevenían posibilidades que después, por un motivo u otro, se han ido esfumando, como si este mundo de letras no avanzara por un terreno llano, sino por una montaña rusa donde los papeles y las prioridades se alternaran ocupando distintos planos a lo largo del tiempo.

   Hace tan solo una década, quizá menos, la cadena literaria seguía un patrón, un orden claro en el que no se podía prescindir de eslabones. El escritor, tras escribir su obra, la remitía a su agente literario (si es que lo tenía) o la presentaba a las editoriales para su valoración. Si estas la aceptaban (según el criterio de cada cual), la editaban y hacían uso de las distribuidoras contratadas que, a su vez, las presentaban a los libreros para su venta y comercialización. Unos años después, ante la demanda de escritores con obras guardadas en sus cajones y sin posibilidades reales de acceder a una editorial convencional, el mundo de la autoedición empezó a abrirse paso. Con buena vista comercial y aprovechando esa coyuntura, proliferaron las "editoriales de pago", como yo las llamo, empresas registradas en actividades de edición que, previo abono de los costes reglamentarios, facilitaban al autor la publicación de su obra en papel bajo un "sello editorial" que parecía aportarle a la novela de turno el caché necesario para presentarse en sociedad, dado el desprestigio que suponía por aquel entonces imprimir tu propia obra sin filtros literarios, teóricamente necesarios para garantizar la calidad de la misma. Y casi, casi de forma paralela, el gigante Amazon abría las puertas también a esa posibilidad con una diferencia sustancial: no editaba las obras en papel, sino en digital y sin coste previo alguno para el autor. Fue entonces cuando surgió la llamada Generación Kindle, a la que muchos de vosotros ya conocéis, que supuso toda una revolución en el mundo de la escritura literaria por cuanto que contribuyó a espantar fantasmas en cuanto a la falta de calidad de lo no aceptado por editoriales convencionales (movidas en gran medida por lo comercial y/o el nombre del autor) y a dignificar el papel del escritor autoeditado ofreciéndole la posibilidad de hacer llegar sus letras a muchos lectores sin ser tachado de ególatra, o de autor soberbio que no termina de asumir su escasa valía como escritor tras haber sido rechazado por editoriales convencionales, como tantas veces hemos podido leer y escuchar. Durante esa época, asistimos a un acontecimiento único: editoriales convencionales claudicaron ante el hecho evidente de que muchas de esas obras no solo tenían calidad suficiente como para ser editadas, sino además, éxito y aceptación por parte de los lectores, por lo que fueron rescatadas por estas y publicadas bajo su sello aun sin ser inéditas, algo inaceptable hasta el momento. A raíz de esto, se convirtieron en escritores en catálogo muchos de los autores a los que conocíamos a través de las redes sociales, amigos con los que podíamos codearnos casi a diario, asequibles, al alcance de la mano, con quienes se podía comentar la novela tras su lectura sin ninguna cortapisa ni protocolo. Una nueva imagen alejada del escritor intocable, anónimo, con su imagen de ídolo y su halo de divinidad que muchos de ellos habían venido luciendo hasta entonces, como si hubieran sido dotados, poco menos, que del ansiado gen de la inmortalidad.

   Pero todo ese panorama tan versátil, tan hecho a la medida de unos y otros y en el que todo parecía tener cabida, ha comenzado a astillarse, y ahora, me atrevo a decir de nuevo, que afloran espinas por todas partes.

   Las plataformas digitales y la posibilidad -abierta sin censuras- a la autoedición, está colapsando el sistema. Si antes la oferta de lectura ya era alta para la escasa demanda de los lectores españoles, ahora se sale de madre. Hay más autores/escritores que lectores. Pero el problema no es ese. El problema es que un porcentaje muy alto de esos autores no "autofiltra" sus obras antes de subirlas y ponerlas a disposición de los lectores. Y oiga usted, una cosa es que prescindamos de los filtros editoriales y otra, muy distinta, es que prescindamos de los filtros de calidad, y con calidad no me estoy refiriendo solo a una cuestión de forma (que para mí es básica y fundamental), sino también de fondo, de la historia que se cuenta. Por decirlo de alguna manera, estamos abusando de la posibilidad de publicar que se nos ha ofrecido y nos estamos cargando el sistema, porque si bien antes era relativamente fácil encontrar una buena obra y a un buen escritor autoeditados en plataformas digitales como Amazon, ahora se va haciendo cada vez más complicado, con la consecuencia inmediata de que los lectores están volviendo a confiar casi en exclusiva en las obras publicadas por edición convencional, que, dicho sea de paso, continúan en su afán de dar salida, casi de forma exclusiva, a lo comercial y a todo aquello en lo que (por criterios que solo ellos conocen) deciden invertir a mansalva a nivel de promoción y publicidad. 
   ¿Y cuál es el panorama con el que se encuentran ahora los autores/escritores que no han tenido la suerte (o la destreza, por supuesto) de ser tocados por la fortuna literaria y situarse en lo más alto? Pues yo os lo digo sin paños calientes: un panorama desolador.

   * Hay escritores con obras de calidad guardadas en un cajón, invocando a la suerte para ser aceptados por editoriales convencionales que no quieren arriesgar en géneros minoritarios o en nombres que no son lo suficientemente conocidos, y que ahora ya ni se plantean volver a la autoedición porque todo el prestigio que esta adquirió en sus buenos tiempos se está yendo a pique a marchas forzadas. Y con razón. 
   * Hay escritores que no han tenido una relación satisfactoria con sus editoriales convencionales, o bien, que no han vendido el alto número de ejemplares que su editorial pretendía vender sin promoción ni publicidad, y que, por tanto, no han querido publicar la siguiente obra del mismo autor; escritores que, reacios a la idea de llevar su obra al olvido después del esfuerzo de haberla escrito, han preferido volver a autoeditarse, viendo como su novela se perdía en el océano digital sin que apenas un puñado de lectores acudiera a rescatarla, con la consiguiente impotencia corroyéndole el cuerpo que les ha llevado, a algunos de ellos y en determinadas ocasiones, a perderse en el burdo mundo del insulto y el desprestigio del lector por su aparente elección errónea a la hora de comprar. 
   * Hay editoriales pequeñas, cargadas de buenas y loables intenciones, que dan opción de publicar de manera convencional a quienes apenas tienen nombre ni curriculum, pero con un presupuesto tan escaso que no alcanza para darlas a conocer ni tampoco para contratar buenas distribuidoras que coloquen las novelas en las librerías. La obra estará publicada en papel, pero sin posibilidad de que el lector la compre porque no tendrá donde encontrarla, y eso suponiendo que la conozca.
   *A su vez, hay editoriales potentes y adineradas que compran obras pretendiendo que sea el propio escritor el que realice toda la labor de promoción y casi venta de la novela, mientras ellas se dedican a dar salida a escritores consagrados u otros "sin nombre" de los que me da hasta grima hablar, pero que no dejan de ser una buena fuente de ingresos de los que ellas dependen para subsistir como empresas privadas que son.
   *Hay agencias literarias pequeñas que dan cabida a autores no conocidos, pero sus posibilidades de acceso a las editoriales son escasas. Hay agencias literarias fuertes con influencia en las editoriales, pero difícilmente aceptan a escritores poco conocidos o sin un buen curriculum literario-profesional. Y vosotros me diréis: "Pues, ¡pasa de agente, ¿para qué lo quieres?!" Y yo entonces os contestaré que cada vez hay más editoriales que solo aceptan manuscritos a través de agencia. Ahora entendéis, ¿verdad?
   *Hay distribuidoras con preferencias especiales por determinadas editoriales, al igual que hay libreros y grandes librerías comerciales que eligen lo que vender en función de su propia política, negando la igualdad de condiciones tanto a editoriales como a escritores. 
   *Hay críticos literarios que solo leen "lo que se lleva", las últimas novedades en las que las editoriales ponen su empeño absoluto. Otros que valoran -para bien o para mal- en función de sus propios gustos, sin más criterios objetivos, y otros que no pueden evitar dejarse influenciar -también para bien o para mal- por la simpatía o antipatía que el autor les merezca a nivel personal, porque si bien en un principio la cercanía de los escritores a los lectores fue acogida con aplausos, ahora ya empiezan a verse los efectos secundarios que este estrecho acercamiento puede acarrear a la valoración de sus obras.
   *Hay géneros que se leen en mayor medida que otros, lectores que parten ya de sus propias expectativas y no quieren aventurarse a salirse de ellas a la hora de elegir, prejuicios insalvables que se ceban en las portadas y las sinopsis a la hora de comprar, estilos que se desechan por demasiado retóricos o demasiado sencillos, asemejando ambos a una falta de calidad narrativa...
   *Y hay escritores poco autoexigentes y poco autocríticos, que no dudan en tachar a los lectores de incultos antes de admitir que puedan ser ellos los que aún tienen mucho por aprender.

   Casi todos los puntos que acabo de mencionar tienen sus excepciones positivas, ¡menos mal!, pero aún así, es como veis un terreno bastante pantanoso por el que moverse, en el que poner los pies. Un terreno que invita a hacerse miles de preguntas antes de comenzar a escribir: qué género abordar, qué tema elegir, qué tipo de trama desarrollar, qué número de páginas emplear, a qué público potencial dirigirla, cómo publicar, cómo darla a conocer, cómo garantizar su calidad, cómo afrontar las críticas y comentarios malintencionados, cómo superar la presión de unas ventas escasas o, incluso, la presión que provoca haber puesto alto el listón literario con la novela anterior... Las preguntas: "¿Cómo escribir una novela que guste a todo el mundo?" o "¿cómo alcanzar el éxito como escritor?" me las ahorro directamente por tópicas y, a priori, utópicas.

   Tal vez la respuesta más sencilla y más sensata para todo ello sea esta: "Escribe para ti, lo que de verdad te plazca y te llene, como si no existiera nada ni nadie más." Aunque claro, para que esta respuesta te sirva tienes que sentir que eres escritor de puertas para adentro, SOLO de puertas para adentro, y que el éxito verdadero es el que te viene de tu propia mano, no de la mano de los demás. A partir de ahí, que te llegue lo que te tenga que llegar.




12 sept 2016

"LA FUERZA DE EROS. TRILOGÍA DEL MAL" de María José Moreno.


SINOPSIS

 Un club selecto de pedófilos actuando impunemente en la red.
Dos niñas asesinadas y otra desaparecida.
Un secuestro.
Una intensa investigación policial.
Y la lucha encarnizada de la psicoterapeuta Mercedes Lozano contra un despiadado asesino en la que perder es morir.


   Siempre escuché decir que "segundas partes nunca fueron buenas", con lo cual, de seguir la misma lógica, de las terceras... mejor no hablar. Es cierto que ya ha habido veces en las que he podido comprobar que este dicho no se cumple, pero si existe un claro ejemplo que demuestra ser una contundente excepción a esa regla, ese es el de la Trilogía del Mal, de María José Moreno. La buena amistad y la cercanía que desde hace tiempo me viene brindando su autora me han permitido conocer no solo la parte visible de esta obra, sino también su sentir al idearla y escribirla, y si algo estaba claro antes de poner la primera letra de esta última entrega era que debía mantener como mínimo el nivel de las anteriores, si no más, es decir, debía ser más atrayente, más intrigante y más potente que las dos primeras entregas para que así fuera el colofón perfecto, el broche de oro ideal que dejara a los lectores con la boca abierta y sin poder cerrarla. Y lo ha conseguido.

   En "La caricia de Tánatos" vi, eminentemente, un thriller psicológico magistral, inquietante por real, basado en el maltrato psicológico sufrido a manos de un psicópata por Marina, una paciente de la gran protagonista de esta trilogía, la psicoterapeuta Mercedes Lozano.  En "El poder de la sombra", María José Moreno mostraba la cara más "negra" de la trilogía; en ella cobraba relevancia la investigación soberbia de unos crímenes cometidos en serie, aunque el hecho de que esa investigación no fuera policial, sino llevada a cabo por el psiquiatra Miguel Vergara y, de nuevo, por Mercedes Lozano para la defensa de la inculpada, hacía que lo psicológico continuara siendo uno de los elementos comunes de las tres tramas. En "La fuerza de Eros" para terminar por todo lo alto la autora hace que confluyan, con una habilidad excelente, distintos subgéneros: vuelve con mucha fuerza al thriller psicológico, aderezándolo con tintes de novela negra y de novela policíaca, en una trama compleja y muy bien hilada que no da tregua de principio a fin. La intriga, el suspense y, por qué no decirlo, el miedo racional se nos pegan al cuerpo desde el comienzo, y ni aún cerrando la contraportada de la novela podremos desprendernos de él. Y digo racional porque sentimos que el origen de tal miedo es real como la vida misma, el Mal por excelencia que nos rodea allá por donde vamos sin ser conscientes de que nos acecha; en esta ocasión, revestido de pedofilia, adolescencia, oscuridad en las redes sociales y pérdida de control ante los mismos.

   No voy a desvelar nada de todo lo que sucede a lo largo de la trama, que es mucho, porque solo leer desde el desconocimiento permitirá al lector disfrutar al máximo de las sorpresas y giros que se van sucediendo a lo largo de la historia. Solo añadiré un apunte en relación a la forma en que está contada, y es que María José Moreno juega con diferentes voces, lo que hace que, además de ser testigos directos de una relación de hechos, nos metamos también de lleno en la piel de quienes lo cuentan, viviendo en primera persona aquello que sienten. ¿El estilo? Ágil, directo, claro, contundente, sencillo pero muy cuidado... El estilo propio de María José Moreno.

   No sé si leísteis las entregas anteriores, sé que muchos de vosotros sí, y que estáis esperando esta como agua de mayo. Si es así, no cojáis el paraguas, calaos de ella hasta los huesos desde ya, desde hoy mismo 12 de septiembre en que "La fuerza de Eros" sale a la venta. Si no habéis leído ninguna, como siempre digo, mucho estáis tardando, porque las vais a disfrutar con toda seguridad.

   Mucha suerte, María José, y mucho éxito.



5 sept 2016

MICRORRELATO: "PERDÓNAME."



   Vuelvo a casa, arrastrando los pies sobre los adoquines mojados, pisando mi propia sombra que la luna proyecta delante de mí. Una pareja se besa, rozándose los labios con la timidez de un primer encuentro. Otra camina entrelazando sus manos, con la felicidad balanceando sus cuerpos al tiempo que se sonríen, sin hablar. Hay luces encendidas en las ventanas, siluetas de vida tras las cortinas. Susurros en los portales.
   Al subir las escaleras, escucho el eco de mis pasos solitarios; ya no tienen quien los acompañe. Tampoco quien los espere bajo el quicio de la puerta junto a un beso deseoso de alcanzar mi boca. Mi corazón se estrecha, susurra y se lamenta. Por mi maldita inconsciencia.
   La oscuridad me recibe aferrada al silencio. Me quito los zapatos y camino descalza para no importunarlo, y aun así la nostalgia despierta y me sale al encuentro. Me me parece aspirar su aroma y me ahogan los recuerdos que dejaron de sumar. ¿Dónde estará?
   Un juego tenue de luces y sombras traspasa el umbral de mi habitación. Mis pupilas se encienden, mi pulso crepita. Avanzo con el alma en vilo, temiendo disipar la magia que mi mente adivina, dispuesta a soñar. Hay velas encendidas, sándalo en el aire. Y una rosa de papel en la cama. Siento ganas de llorar.
   La sujeto entre mis manos y luego, la acuno en mi pecho tras leer nuestros nombres tatuados en las hojas de su tallo. Un suspiro corta el aire y que me quedo quieta, no me muevo. Es mi respiración la que ahora se agita. La que me revela que él está detrás de mí.

  Sus manos me recorren la cintura, su aliento se aposenta en mi nuca. Y mis ojos se humedecen cuando mi cuerpo estrecha, cuando un desfile de besos acomoda en mi cuello como hiciera antaño tantas veces antes de desnudarme.
  Enmudezco. No quiero hablar. Prefiero entregarle mi alma, deseo redimirme.
   Me susurra que me quiere mientras cae la ropa al suelo. La , sus caricias me estremecen, mi corazón revive. Y mi conciencia le grita «te amo» hasta quedar sin voz. Nos enredamos entre sábanas, desnudos en cuerpo y alma. Con el deseo arrebolado por la ovación de sentimientos reencontrados. Fundidos hasta el amanecer.

   Cuando la luna se apaga y él todavía no duerme, le susurro al oído:
   «No me dejes nunca. Perdóname».
©Pilar Muñoz Álamo - 2016.


20 ago 2016

MICRORRELATO: "MIENTRAS NO HAYA LUZ."




   Enredas tu piel con la mía, para que no pueda separarnos el amanecer. Tu pecho en mi pecho. Tu boca en mi boca ahogando un susurro. Y el abrazo de nuestras manos, resistiéndose a tocarnos para alimentar el deseo con lentitud desesperada. Nuestros poros se alcanzan, uno tras otro, y despiertan mariposas que aletean suaves como una brisa, en mi nuca, en mi espalda, en mi vientre..., entre mis piernas. Nos envuelve el aroma a azahar. Y tú tomas una flor caída en el suelo para acariciarme el cuello y esconderla en mi pelo, mientras yo me empapo del olor a canela que desprende tu cuerpo. No hay palabras, sino gemidos cargados  de un significado que tan solo tú y yo entendemos. Mi corazón palpita, al compás del tuyo que crepita dentro de ti como un fuego de invierno, cálido, envolvente, acogedor... Me regalas una mirada furtiva que me traspasa, huida bajo tus párpados que pretendían apresarla para no delatar que sientes lo mismo que yo. Amor, pasión y dulzura en una misma esencia. Locura, deseo y temor.
   La luna se asoma. Te ilumina el contorno cubriendo el mío como una silueta única, como si formáramos parte de un mismo ser. Tus pupilas imploran. Y entonces mi carne se debilita bajo el dictado del corazón. Entorno los ojos y te cedo el paso. Tú suspiras y yo suspiro. Sintiéndome. Sintiéndote. Sabiendo que volveremos a ser dos entes cuando se haga la luz.


10 ago 2016

PRÓLOGO PARA UN BONITO PROYECTO.



  PRÓLOGO.
   
    Cuántas veces habremos escuchado que cada cual debe actuar como siente que ha de hacerlo, sin importarle la aprobación o la condena de los demás. Pero tal afirmación es cuanto menos ilusoria, una sencilla utopía que pretende calmar la conciencia sin conseguirlo. El dolor causado con nuestra actitud a quienes amamos se vuelve contra nosotros como un bumerang envenenado y no nos deja vivir en paz. Quizás por ello se haga necesario confesarse, exorcizar los demonios dándoles forma y mostrándolos al exterior para que dejen de corroernos por dentro, redimir las culpas que sentimos tener, aunque a lo largo de los años nos hayamos repetido de manera incesante que hemos sido un producto de las circunstancias, que nuestra libertad de acción se ha podido ver condicionada por causas ajenas a nuestra voluntad. Nos mueve la necesidad de restablecer el orden, de colocar los afectos en su justo lugar, tanto los nuestros como los de aquellos que nos rodean y cuyas vidas se entrelazan con la nuestra, víctimas de las acciones y desafortunadas decisiones, de la mentira construida para paliar el dolor de la realidad.
   
    Esta es mi historia. Una historia de la que no solo yo soy protagonista. Porque la vida, tal cual se dice, es una gran obra de teatro. Y todo aquel que entra en escena tiene sus propias razones para sentir, para pensar, para actuar, para vivir.

***


   Así comienza mi nuevo proyecto cuyas primeras palabras brotaron hace ya bastantes meses, demasiados, diría yo. En otras épocas habría graznado por la etapa de cuasi-sequía literaria que estoy atravesando; pero a fuerza de disciplina y autocontrol voy aprendiendo a tomármelo con calma, a no lamentarme hasta la saciedad de ese tiempo que me falta, a no menospreciar mi capacidad de organización, de rentabilización de las horas, de productividad multidisciplinar a lo largo de cada día. Quizá porque al fin me he dado cuenta de que no me falta la habilidad de compaginarlo todo, sino que me sobran actividades y obligaciones a las que hago frente religiosamente por imperativo vital,  a las que debo sumar, además, las que el corazón me dicta, que no puedo obviar. Y abarcarlo todo se hace imposible. 

   Pero hay un problema, Houston, y es que no puedo dejar de escribir. Sería como cortarle las alas a un pájaro, el motor a un barco -o las velas-, como quitarle las ruedas al coche, o..., lo que es peor, como cerrar ventanas al exterior por las que poder respirar gran parte del oxígeno que te ayuda a caminar alegre, ilusionada, emocionada y un poquito más feliz. Así es que, haciendo alarde de raciocinio y sentido práctico, me propuse abordar una historia sencilla, sin pretensiones, corta, ligera, lineal, bonita, eso sí, pero que me permitiera sentarme a escribir a saltos, a cualquier hora, en cualquier lugar, con apenas un argumento esbozado que no implicara hacer cábalas con la trama, por aquello de no perderme cada vez que pudiera continuar la historia a saber cuándo. Y así lo hice. Así la tracé. 

   Pero aquí, Houston, vino un segundo problema. Que se me quedaba corta. Que yo aspiro a más. Que me sentía a disgusto conmigo misma exigiéndome tan poco. Y a la vez, y fundamental también, que no me convencía la idea de ofrecer a los lectores una cuarta obra que fuera pobre, que rayara la monotonía en la historia, que pudiera ser tediosa por sencilla, que careciera de esas reflexiones y, sobre todo, de esos giros argumentales que considero que ya forman parte de mi seña de identidad a la hora de escribir, y que, por tanto, muchos lectores podrían esperar. Y me compliqué. Hice un alto en el camino con veinte mil palabras escritas, saqué el argumento, lo relié, y no conforme con eso, ideé otro hilo paralelo con una trama independiente para entrelazar. 

   ¿Que cuál es el resultado? Papeles y más papeles, anotaciones por doquier, notas sobre las notas, apuntes y ocurrencias en cualquier parte... y el reto de construir unos personajes cuyas actitudes resulten verosímiles, por aquello de que a las novelas no se les permite, alegremente, las mismas acciones que sí tienen lugar en la vida real. Y este es el balance a día de hoy:

   Situación argumental: un lío (que terminaré por desenredar). 
   Tiempo disponible: escaso.
   Mente: hirviendo.
   Ilusión: mucha.
   Prisa: ninguna.
   Estado psicológico: en calma, dispuesta a tardar lo que sea necesario.
   Opciones de futuro: ni me las planteo.
   Objetivo prioritario: disfrutar escribiendo y crear una historia bonita, que guste, que llegue, que emocione, que invite a reflexionar, que sorprenda y con calidad narrativa suficiente para no defraudar.

   Y no pararé hasta conseguirlo.
    Por vosotros y por mí.

1 ago 2016

'YARNING': LA NUEVA WEB DE LOS AMANTES DEL RELATO.

   Bajo el emblema "Pequeñas historias, grandes momentos", nace 'Yarning.es', una nueva web dedicada al relato que pretende citar a lectores y escritores de este género en un espacio en el que primen los textos de calidad, permitiéndoles interactuar de manera parecida a la de una red social. 
   Celebré la creación de Yarning cuando recibí hace tiempo el correo de presentación, porque toda iniciativa que aspire a promover y fomentar la cultura y la literatura en cualquiera de sus ámbitos es bien recibida, pero si, como en este caso, dicha iniciativa se centra en un género al que le tengo especial cariño mi alegría aumenta. Y sobre todo si, como es aspiración de sus creadores, el espacio pretende que ondee la bandera de la calidad literaria para garantizar el deleite de quienes se animen a acercarse a él, e incluso se inscriban en dicha comunidad para vivirla de una forma mucho más interactiva. 
   En palabras de su equipo editorial, Yarning "es el nombre de un nuevo e innovador espacio web que nace con el objetivo de ofrecer un punto de encuentro a contadores y devoradores de historias. Historias breves que hagan pasar un rato agradable al lector y, por qué no, le animen a compartir las suyas propias." Y añade: "Nosotros tenemos el convencimiento de que disponer de un punto de encuentro de referencia en la Red va a permitir que aflore y se consolide toda esa gran comunidad de personas aficcionadas a este apasionante género literario. Pero esta idea no está ni mucho menos exenta de retos. Sabemos que para lograrlo Yarning debe ser algo más que un simple agregador de historias, algo que haga de esta iniciativa un espacio único y diferencial. Por ello, durante los últimos meses hemos centrado nuestros esfuerzos en definir y desarrollar un conjunto de funcionalidades para la publicación y consumo de relatos que esperamos que resultarán del agrado de la comunidad. En esencia, hemos diseñado Yarning como una red social temática, abierta (de acceso libre y gratuito), donde los usuarios podrán leer y publicar relatos tanto desde sus ordenadores como desde sus dispositivos móviles (apps iOS y Android). Pero también podrán valorarlos (“Me gusta!”), comentarlos, compartirlos, seguir a sus autores favoritos, recibir notificaciones cuando estos publican nuevos relatos, obtener relatos recomendados (calculados de forma automática por el sistema en base a sus gustos y preferencias), ver los relatos/autores mejor valorados, participar en concursos que las distintas entidades organicen a través de la plataforma (una de nuestras grandes apuestas), etc.".
   Sé que hay amantes del género que no dudan en acercarse a él. Como también sé que para otr@s much@s lector@s, leer novela o relato se convierte en una elección entre géneros. Pero no tienen por qué ser excluyentes. Hay muchos momentos, tal vez de tiempo apurado o en los que no disponemos de nuestra novela de cabecera, en que puede resultar muy placentera la lectura de breves aunque grandes historias. Y ahora se nos presentan al alcance de la mano, a golpe de clic, clasificadas todas por temática, por autores, incluso con un indicativo del tiempo estimado de lectura, para que la enfermera no nos deje a medias cuando nos llame a abandonar la sala de espera de la consulta médica en la que estamos matando el tiempo de esta forma tan agradable :) 
   Y tú, escritor o escritora que dejas volar tu imaginación y vuelcas sobre el papel, o sobre la pantalla de un ordenador, esa pequeña trama tan intensa a pesar de su brevedad... Ahora podrás disponer de un espacio donde compartirla, a la vez que recibes de vuelta la impresión de quienes te leen.
   Yo ya pertenezco a la comunidad Yarning, algunos de mis relatos ya están allí. ¿Os animáis a conocerla?

   Desde aquí quiero desear mucho éxito a los creadores de esta iniciativa, y que este espacio web que vio la luz hace una semana se convierta con el tiempo en un gran lugar de encuentro para los amantes del género. 



30 jul 2016

RELATO: "ROMANTICISMO 'NOIR'". (Antología "LA LIBRERÍA MÁS BONITA DEL MUNDO")



   De nuevo una voz quebró el silencio de mi habitación, atravesando las sombras. Debería de haberme asustado. Pero llegó a mí como un susurro cálido y envolvente, amoroso. Y yo lo seguí, embaucada, dejándome arrastrar hasta la calle desierta, apenas bañada por la luz cenital que las farolas alcanzaban a derramar sobre ella. El mundo dormía, mientras yo me deslizaba por la acera escuchando el batir de mis pasos, amortiguados por los restos de lluvia caída durante la tarde. El eco de aquella voz, llamándome, se adentraba en mis oídos guiándome como un faro en alta mar, hasta recalar en una bocacalle coronada por un establecimiento centenario que yo solía frecuentar, la librería París, de cuyo escaparate fluían reflejos que chispeaban en el cristal, como si alguien hubiera prendido velas tras él.

            Me acerqué con cautela y empujé la puerta. Estaba abierta. El calendario que había tras ella había retornado en el tiempo, sorteando un siglo que había perecido ya. La madera del artesonado y de las paredes se había rejuvenecido; no así sus libros, que lucían antiguos y polvorientos, apilados sobre las mesas, rezumando olor a tinta y a pergamino. Avancé bajo una nube de claroscuros en dirección a una pequeña escalera de caracol situada al fondo, al tiempo que paseaba las yemas de mis dedos por algunos volúmenes para apreciar la rugosidad del papel, los bordes y letras repujados en sus tapas, sus lomos torneados con puntos de libro aflorando al pie como lenguas rojas.

            Subí los primeros peldaños de la escalera, atraída por la intensidad de la luz que bajaba por ella. Me sorprendió observar que, en uno de ellos, yacía abierto el libro que yo había estado leyendo la tarde en que abandoné aquella estancia a toda prisa. Faltaban letras, palabras, incluso algunos párrafos en sus páginas. Habían sido arrancados y derramados en el camino de ascenso de aquel caracol. Extrañada, alcancé el final. Y entonces, el susurro de la voz se magnificó y una silueta masculina cobró forma a unos metros de mí, turbándome la mente y el corazón. Cerré los ojos por un instante y cuando volví a abrirlos pude ver un paisaje maravilloso, resplandeciente. Pareciera que los muros de aquella librería se hubieran derrumbado, conectándola con otro mundo, con otro tiempo. Observé una pradera inmensa, infinita, con retazos de hierba y salpicada de margaritas, violetas, brezos, como creada por el pincel caprichoso de un artista. En su margen derecha discurría un río bordeado de álamos y en cuya superficie acristalada se reflejaban los rayos de sol que alcanzaban a iluminar mi tez pálida, más pálida de lo habitual. El pálpito de mis sienes se acentuó al percibir un aroma a vainilla y limón precediendo a aquel hombre atractivo y de porte arrogante, ataviado con pantalón blanco, levita y botas altas de montar. Pude reconocerlo. Era Rodolfo. Insinuándome una sonrisa, con la mano abierta, extendida hacia mí.

Comencé a temblar. Di un paso en dirección a él y aquella pradera me acogió en su seno como si hubiera vivido allí durante toda la eternidad. Me vi imbuida repentinamente en un corsé apretado bajo un vestido que cubría mi cuerpo hasta los tobillos, vaporoso en las caderas y abotonado hasta el cuello, mis manos enguantadas y un sombrero ocultando parte de mis cabellos. La presencia de Rodolfo volvió a despertar mis pasiones ocultas, mi deseo contenido, mi necesidad de amor… La atracción irrefrenable que provocaba en mí competía con la actitud apática de mi marido, al que no me atrevía a ser infiel, a pesar del clamor de mi piel, de la poesía que brotaba en mi alma al sentirme enamorada de aquel otro hombre que irrumpió en mi vida de un forma tan casual. Me desgarraban mis pensamientos por indecorosos. Me quemaban sus labios besando mi mano, pretendiendo mi boca. Pero darse por vencido no era afín a su temperamento. Había huido de aquellas páginas de libro y me había reclamado en mitad de la noche para devolverme a su mundo. Con él. Una nueva y halagadora declaración de amor.

El rumor del viento sofocó el calor y me dejó helada al amplificar otra voz, en la lejanía, a mi espalda. Él me miró suplicante mientras yo daba nombre a quien me llamaba, a quien me buscaba con aparente preocupación: era mi esposo. Me giré hacia la escalera con las manos de Rodolfo apresando las mías, nerviosa y con un latido amargo en la boca del estómago ante mi indecisión. La pradera a un lado, la librería al otro. El idilio, la pasión, el amor, el éxtasis… a mi derecha; el decoro, el honor, la decencia y mis deberes de esposa a mi izquierda. ¡¿Qué hacer!? ¡¿A dónde ir?!

El semental cabalgado por mi amante continuaba ensillado y amarrado al tronco de un álamo. Me dirigí hasta él para montarlo y salir huyendo de allí, hacia ninguna parte, hacia cualquier lugar donde acaparar minutos para reflexionar. Rodolfo corrió despavorido hasta adentrarse en la librería. Salió de ella tras unos minutos, sudoroso, gritándome, con un trozo de papel escrito de su puño y letra que dobló aprisa para entregármelo. Me besó en los labios, ajeno a las miradas de las parejas de enamorados que paseaban en los carros tras el vallado, y me ayudó a subir a la grupa del caballo, sin atreverse a un adiós. Agarré las riendas. Y al escuchar tan próxima la llamada de mi esposo, le clavé las espuelas para iniciar el galope. El animal, embravecido, se revolvió en un trote brusco de apenas diez metros hasta hacerme caer estrepitosamente. Perdí la conciencia, al compás de la cordura que me había acompañado hasta el mismo instante de disponerme a dormir.



**


Despierto confusa. Una luz blanquecina aflora tras mi cabeza. No puedo moverme, solo mis pupilas parecen tener autonomía propia. Y alguno de mis dedos, que a duras penas oscila sobre las sábanas. Un pitido suena a intermitencias y alerta a quien se encuentra sentado a mi lado, adormilado en un sillón de… hospital. Él toma mi mano, me acaricia la cara con cierta rudeza y corre hacia la puerta, atrayendo con sus gritos al personal sanitario que viene raudo a reconocerme. Un sinfín de modernos artilugios, cables y gomas penden de mí, de mi pecho, de mis brazos, de mi cabeza… «¡Has despertado, gracias a Dios!» —escucho decir.

Un médico se acerca, lo reconozco por el fonendoscopio que le cuelga del cuello y las órdenes que imparte. Acerca una pequeña linterna a mis ojos y abre cada uno de mis párpados mientras los ilumina. «Pupilas reactivas» —informa—. Me ausculta, toma mi pulso, visualiza los valores marcados en cada pantalla, comprueba los reflejos en mis piernas… Y me pregunta si puedo escucharlo. Asiento con lentitud. Consciente. De quién soy y… de dónde estoy.

—Hola, Beatriz —me saluda, cortés—. ¿Sabe dónde está? ¿Y por qué está aquí?

—En el hospital —balbuceo con esfuerzo, paseando la vista por cada rincón.

—Así es. En el Doce de Octubre. Sufrió un accidente de coche circulando por la autovía y ha estado en coma. Pero esté tranquila, se pondrá bien. Ahora debe descansar.

Alguien me aprieta de nuevo la mano, con fuerza. Giro levemente la cabeza para observarlo. Hay lágrimas de emoción en sus ojos.

—¡Oh, cariño! —exclama, con voz entrecortada.

—¿Sabe quién es? —me pregunta el doctor, temiendo que haya quedado amnésica.

—Charles, mi marido —contesto con rotundidad.

Se me humedecen los ojos. Desprendo mi mano de entre las suyas y pido que me acerquen la ropa que vestía en el momento fatídico. Rebusco en los bolsillos y consigo encontrarlo. Contengo el aliento al tacto con el papel. Lo despliego temerosa y leo:

«No permitas que separen nuestras pobres almas, han nacido la una para la otra. Están destinadas a encontrarse. Tuyo, Rodolfo Boulanger.»

Un profundo suspiro se clava en mi pecho. ¡Deseo ir con él! ¡No me importa lo que hablen
 de mí! No me importa ser condenada, perseguida, calumniada... ¡Es amor!

—No puede levantarse, Beatriz —asevera el médico, apaciguándome con ignorancia.

Lo miro extrañada y le advierto con gravedad:

—Se confunde usted, doctor. Mi nombre es Emma. Aunque, si lo prefiere, aún puede llamarme Madame Bovary.  


©Pilar Muñoz Álamo - 2016.

**************** 

Este relato forma parte de la antología "La librería más bonita del mundo", 
publicada por Editorial Playa de Akaba en junio 2016. 


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