18 ene 2013

UNA ADICCIÓN CULTA

   Este mundo de las letras engancha. No sólo engancha, te abduce, te absorbe y hasta es capaz de engullirte en una vorágine de la que puede resultar complicado salir. Como cualquier otra droga. Pero no os asustéis, ni os llevéis las manos a la cabeza por lo que estoy diciendo aquí. Existen varias formas de clasificar las drogas, aunque hoy en día, la más extendida y acertada parece estar en consonancia con el tipo de efectos que produce, y la adicción a ellas puede ser incipiente o con un fuerte grado de dependencia, pasando por todo un continuo de intensidad variable. O incluso ser aún perfectamente controlable, con lo cual ni siquiera podríamos hablar de adicción. Eres tú el que debes dilucidar en qué punto estás. ¡Pero ten cuidado! Asegurate bien de que tu respuesta es cierta, porque la negativa inmediata a reconocer que se podría estar enganchado a este mundo literario en sus diversas vertientes (lectura, escritura, blogosfera, redes sociales, o todo ello unido), así como la afirmación rotunda de que todo está bajo control sin detenerse a analizarlo en profundidad, se convierte en el camino directo a la perdición en cualquier adicto, o en todo aquél aspirante a serlo.

   El último artículo que tuve ocasión de leer en torno a ello, concluía que para que una conducta sea adicta deben existir:

   1º Una sustancia con características capaces de generar abuso.
   Cuando yo abordé este mundo de la escritura, lo hice con la única intención de que mi familia me leyera, después siguieron los amigos, luego algunos otros conocidos y el planteamiento mayor vino con la idea de publicar el libro porque las críticas me alentaban a darlo a conocer a un conjunto de lectores aún mayor. A continuación me dije que tan solo lo presentaría una vez, en mi Córdoba natal, y después pensé que debía salir de la localidad y que la mejor forma de conseguirlo era crear un blog y entrar en el mágico mundo de internet.

   Sé que muchos de vosotros, como lectores, también decidisteis un día compartir vuestra opinión en torno a vuestros libros, a vuestros gustos literarios, y qué mejor manera que a través de un blog literario personal, o tal vez de una página en facebook, cuyo propósito inicial seguro que no pasaba de plasmar vuestras impresiones en la pantalla para que algún que otro despistado acabara aterrizando en él y leyera lo que habíais escrito y si os había gustado o no. Con eso os conformábais, con un par de visitas diarias y esa especie de album de reseñas colgado en la red. ¿Pero cuánto tiempo duro eso? ¿Durante cuánto tiempo os conformasteis con esa grata sensación? Apuesto a que en unas cuantas semanas ya estabáis habituados y necesitabais más. Cada nuevo seguidor os producía un subidón, cada comentario nuevo os aumentaba la autoestima por haber sido leídos. Cada crítica positiva os servía de incentivo para reseñar mejor y con más detalle. Y comenzásteis a hacer concursos para ganar adeptos, a visitar blogs ajenos para daros a conocer aún más, a participar en retos de lectura para estrechar vínculos blogueros con los ya consolidados. Y poco a poco, el hecho de saber que vuestros cada vez más numerosos seguidores dirigían la vista a vuestro blog cada vez más a menudo, os animó a publicar con una mayor frecuencia para mantener su atención; en un principio, reseñas, pero cuando el tiempo no daba de sí como para leer con tantísima avidez, comenzásteis a exponer cualquier otra cosa que pudiera despertar un mínimo de interés. Y en el caso de los escritores, lo que comenzó siendo un portal publicitario exclusivo para el libro recien publicado, también fue necesitando de ideas innovadoras que atrajeran al público lector en general, porque si el blog no se visita, el libro escrito no se conoce, eso es claro y cristalino. Entonces tomásteis la opción de abrir el campo. Y de los puntos de venta, las reseñas de internautas relacionadas con vuestro título, o la crónica de las presentaciones de turno, pasasteis a utilizarlo como medio de expresión de otros muchos variados temas, y acabasteis por reseñar libros ajenos, porque además de escritores sois lectores, empedernidos, tal vez, y ahí ya se juntan dos pasiones que se compenetran a la perfección, la de expresar "por escrito" lo que antes se ha "leído".

   Hasta aquí todo está bien. Aparentemente. Porque todo este proceso evoluciona de manera directamente proporcional al tiempo invertido en él, y eso ya empieza a constituirse como un primer problema. ¿Pero qué viene después? Mantenerlo. Y ahí, como se dice en mi tierra, ¡con la Iglesia hemos topao! Lo más peliagudo no es comprarse el bólido, es mantenerlo. Y aquí ocurre exactamente igual. Si no estamos dispuestos a perder lo conseguido, hay que mantener el ritmo de entradas publicadas, de lecturas para reseñar, y por supuesto no podemos dejar de innovar, porque es la única forma no solo de seguir creciendo, sino de evitar el aburrimiento ajeno que haga que se evaporen los adeptos conseguidos. Y lo que comenzó como un hobbie la mar de distendido para combatir los ratos libres, ahora empieza a engullir también el tiempo de los ratos "ocupados". Y en mayor medida de lo aconsejable. A no ser que te importe un bledo volver a los orígenes en los que empezaste.

   ¿Miras tu número de seguidores cada vez que entras al blog? ¿Te afecta en mayor o menor medida haber perdido alguno? ¿Te ilusiona especialmente el número de comentarios que dejan en tus entradas o te decepciona el hecho de que sean escasos? ¿Compites sanamente con el resto de blogs consagrados por acaparar audiencia? ¿Te sorprendes en algunos ratos en los que no estás delante de tu ordenador, o móvil, dándole vueltas al coco intentando idear iniciativas innovadoras con las que sorprender a la blogosfera? ¿Te preocupa que haya pasado una semana entera sin haber publicado nada? ¿Te molesta tener que dejar a un lado la inspiración gloriosa que te ayudaría a escribir un buen texto, para acompañar a tu marido o a tus propios hijos a realizar alguna actividad familiar? ¿Te sientes mal si han pasado unos días y nos has encontrado un momento adecuado para juntar unas cuantas letras de esa novela que estás impaciente por terminar? Cuando planificas tus obligaciones del día, además de "ir al supermercado", "recoger a los niños del cole", "hacer la comida del día siguiente" o "asistir a una reunión de la comunidad de vecinos", ¿incluyes la expresión "tengo que publicar la reseña de..." (no la expresión "debería", sino tengo=imposición), o "tengo que terminar de leer la novela tal porque si no llegaré tarde a la lectura conjunta y me comprometí a tenerla lista para antes de tal fecha"? Son sólo algunos ejemplos, pero suficientes como para ilustrar que el tiempo y la dedicación invertida en todo esto pueden llegar a ser abusivos, y lo que es mucho más grave, inconscientemente obligatorios.

   2º Un individuo con necesidad de consumo frecuente.
  Estrechamente ligado a lo anterior, aunque voy a aportarle matices ligeramente distintos. El abuso lo he centrado en nuestro propio trabajo, en nuestro campo personal de creación, en lo que nosotros ofrecemos a los demás. ¿Pero, y lo que los demás nos ofrecen a nosotros? ¿Podemos prescindir de ello una vez que hemos pasado a formar parte de este mundo?

   La blogosfera en general es un entramado en el que existen, si no de forma expresa, sí una serie de normas tácitas que todo el mundo asume y cumple si no quiere verse exluído literal y automáticamente de él. Todo debe estar en armonía y el quo pro quo es el pan nuestro de cada día. Si quiero que me visiten, tengo que visitar. Si quiero que me comenten, tengo que comentar. Si quiero que participen en los concursos que yo convoco, tengo que participar en los ajenos también yo. Si quiero que lean mis reseñas, o aquello que yo escribo como autor, tengo que leer de igual forma lo que ellos publican. Si quiero que la gente sepa de mí, tengo que darme a conocer sacando a flote mi nombre por donde pueda, eso sí, sin publicitar mi blog de forma expresa, ni soltar mi enlace por doquier, simplemente por quien soy y por mi actividad en la red. Y si eres escritor, perdona que te lo diga, pero lo tienes aún peor. Porque además de actuar de esta misma forma, tendrás que publicitar tu libro con la frecuencia que estimes, hablar incesantemente de él a la menor oportunidad, incentivar a su compra a potenciales lectores (y no tan potenciales), a ganarte la confianza de quienes podrían ayudarte a escalar posiciones (llámense blogueros, escritores, editores o simplemente amigos), sin contar con la lectura analítica y detallada de lo que otros escriben como forma ideal de mejorar y perfeccionar nuestro estilo literario. Y todo ello, nuevamente, absorbe mucho tiempo, esfuerzo y dedicación. Y en muchos casos, más del que se dispone.

   ¿Alguna vez has pedido disculpas por no haber pasado por la casa bloguera de los demás en una semana o dos (cosa que no haces si transcurre el mismo tiempo sin visitar a tu familia o amistades físicas, dicho sea de paso)? ¿Has publicado una entrada en tu blog y no has podido dejar pasar ni dos horas sin consultar si ya tienes algún comentario?  ¿Has lamentado tener que marcharte de casa dejando una conversación a medias en face que en muchos casos incluso era intrascendente? ¿Has decidido compartir el tiempo con algún amigo o familiar fuera de casa y no has podido evitar "echar un bicheo rápido" a la red a través del móvil? ¿Te preocupa dejar de publicitar tu libro durante un par de semanas por temor a que baje en el ranking de Amazón (aunque eso en realidad no tenga una implicación directa)? ¿Comentas las entradas de otros blogueros y no puedes dejas de mirar si te contestan o no? ¿Tienes con relativa frecuencia la sensación interna de "estar perdiéndote algo" si no haces casi a diario un barrido rápido por tu red social?

   3º La concurrencia de factores tales como tolerancia, dependencia física y dependencia física. 
   Según la acepción médica publicada en la Wikipedia, el término tolerancia indica la reducción de la respuesta del organismo a los efectos producidos por una sustancia determinada. 

   Tal y como ya he comentado en el primer punto, cada vez queremos más, ansiamos experimentar sensaciones y emociones placenteras nuevas, porque nos habituamos muy rápidamente a los logros conseguidos. Pero abarcar tanto conlleva, en bastantes casos, la obligación inconsciente de mantenerlos, y aunque sea de forma temporal, hay veces en que eso escapa a nuestras posibilidades reales de tiempo y dedicación. ¡Y ahí es donde aparece uno de nuestros mayores enemigos: el miedo, artífice indudable de gran parte de la dependencia física y psíquica provocada por toda esta vorágine. Miedo a perder lo conseguido, a no dar la talla exigida por los demás, a ser ignorados en favor de otros, a no cumplir las expectativas que de nosotros se formaron, a defraudar por no atender los compromisos lectores o de escritura diversa, a perder los beneficios placenteros que nos aporta este mundo a diario, a través de la lectura, de la escritura, del intercambio de opiniones, de las charlas literarias, de los encuentros de autores, de las bromas gastadas con esa complicidad que el roce bloguero nos reporta. Y eso es lo que podríamos denominar como una dependencia psíquica clara, porque nos obliga a seguir al pie del cañón. Y si dejamos el cañón abandonado, entonces aparecerá el nerviosismo, el estres o la ansiedad que nos produce el hecho de no secundar lo anterior, toda esa actividad frenética que nos hemos autoimpuesto de manera progresiva y, repito, casi completamente inconsciente. ¿Nunca has notado un cambio de humor por este motivo? ¿Ni te has sentido nerviosa por no poder cumplir los planes que te habías trazado en torno a ello? 

   4º Deterioro el individuo, de su relación con el medio familiar y con el medio social.
   ¡¡Y aquí llegamos a la madre del cordero!! Seguro que más de uno de los que habéis llegado leyendo hasta aquí, habéis visto el cielo abierto y habéis dicho a voz en grito: "¡¡Eeehhh, de deterioro del individuo, nada, esto no produce daño alguno!!" 

   Pues me vais a perdonar, pero no me queda otra que discrepar. Os permito que la llaméis como el título de esta entrada, "Una adicción culta", pero adicción es, y como tal, también tiene efectos perniciosos incluso para nosotros. Hay dos formas de castigar: aplicando directamente una consecuencia negativa sobre la persona, o mediante el refuerzo negativo, es decir, retirando una consecuencia positiva y placentera para ella. Este tipo de adicción o dedicación extrema tal vez no tenga efectos perniciosos claros y directos para nosotros, pero sí que nos puede impedir gozar de otro tipo de experiencias, sí que nos puede cerrar la puerta a la posibilidad de descubrir actividades nuevas tan placenteras como éstas, aunque a priori no nos lo parezcan, de vivir la vida con todos sus matices y en toda su amplitud. No significa que este mundo lo desmerezca, no, tal vez siga siendo nuestra máxima prioridad en el ranking absoluto de lo que nos produce placer, pero no debería acapararnos por completo. 

   Y si todo ello puede tener efectos negativos para nosotros -aunque sea de manera indirecta-, ¿que me decís de quienes tenemos alrededor? ¿Os paráis a pensar en ellos con todo detenimiento? ¿Sois capaces de desviar la vista del ordenador para mirarlos frente a frente y haceros cargo de lo que sienten? ¿Tenéis la valentía suficiente para escuchar sus demandas sin echaros a temblar porque os puedan distanciar de lo se mueve en la red y en vuestro mundo literario?

   Para nosotros, la vida tal vez se pueda resumir en dos palabras: leer o escribir, o, como mucho, ambas cosas a la vez. Pero ése es nuestro mundo, no el de ellos. El hecho de que nosotros podamos llegar al éxtasis leyendo o escribiendo, no significa que ellos lo deban disfrutar igual, y no van a ser "bichos raros" por dejar de hacerlo. Querámoslo o no, convivimos con ellos, con nuestra pareja, con nuestros hijos, con nuestros vecinos, con nuestros amigos físicos -que no virtuales-, y también nos debemos a ellos, por cuanto que las relaciones hay que cultivarlas, cuidarlas, mantenerlas y disfrutarlas. Y el tiempo que nos demanda todo esto no nos permite prestar la atención debida a quienes también nos merecen. Al igual que hablamos de fumadores pasivos como aquellos que sufren los efectos nocivos de la adicción de quienes tienen cerca, también podríamos hablar de lectores pasivos, escritores pasivos o blogueros pasivos en la acepción negativa del término. Y lo que es realmente una pena es dinamitar nuestra vida conyugal, familiar, social o laboral por no tener las suficientes agallas para decir ¡basta!, frenarnos en seco y redistribuir nuestra dedicación de una forma bastante más racional, que nos permita seguir disfrutando de este mundo maravilloso sin perdernos las demás delicias que nos brinda la vida y, sobre todo, sin destruir las ilusiones y las expectativas de nuestros seres queridos y la relación que tenemos con ellos, porque, al fin y al cabo, lo único que tal vez demanden sea disfrutar la vida junto a nosotros. Y nuestro egoísmo -por la búsqueda del placer propio-, o nuestra falta de voluntad no les permiten hacerlo. 

   No vayáis a pensar que todo esto os lo digo solo a vosotros, no. Toda esta disertación la vengo rumiando desde hace tiempo y la sarta de preguntas que os he hecho a vosotros, también me las vengo planteando yo casi a diario, con el único fin de no perder nunca el norte de dónde estoy y hacia dónde voy. (Por cierto, tal y como suele aparecer en los test de las revistas juveniles: Si has contestado afirmativamente a más de la mitad de las preguntas planteadas = mal te veo). 


   Y ya para terminar, os diré que hoy, después de volver a meditar sobre este tema, he apreciado un detalle que me ha hecho sentir bien: tenía 105 seguidores en mi blog y en estos tres últimos días se me han caído dos, por lo que me he quedado tan solo con 103. ¡¡Pero me da igual!! ¡¡No me preocupa!! Lo cual me induce a pensar que todavía no está todo perdido, que aún estoy a tiempo de decir ¡basta! 

   Y ahora ya podéis sacrificarme con vuestros alegatos, estoy dispuesta a convertirme en carne de cañón. Pero disparad con cuidado, por fi.

   Besitos.

12 ene 2013

NOVEDADES DEL SORTEO NAVIDEÑO DE AUTORES DE CÍRCULO ROJO

Hola, amig@s!!

   Tenemos novedades en relación con el Sorteo Navideño de autores de Círculo Rojo. 
   Según las bases que establecíamos en el mismo, los participantes ganadores de los libros sorteados debían ponerse en contacto con una de nuestras compañeras, Marisa Sama, a través del correo electrónico atrapadaen1800@gmail.com para reclamar sus libros antes del día 11 de enero a las 23:59 h. Sin embargo, dos de las personas agraciadas no han dado "señales de vida", a pesar de la difusión que desde la celebración del sorteo, el día 4 de enero, hemos venido haciendo a través de La Universal Radio, facebook y blogs literarios de algunos de nuestros compañeros. Incluso hemos intentado contactar con ellos a través de un mensaje privado en facebook para evitar que a pesar de haberle sonreído la diosa Fortuna, se quedaran sin su libro. Pero no ha sido posible, por lo que atendiendo de nuevo a lo establecido en las bases del concurso, hemos procedido a sortear otra vez los dos libros no reclamados entre todos los participantes en el mismo. Y cuando digo "todos", digo TODOS, incluyendo por supuesto a los tres ganadores directos, a los que les han sido adjudicados, en esta ocasión, tantos números como puntos obtuvieron con su participación.

   Los libros no reclamados y sorteados de nuevo son:

HOLA, SOY TU LIBRO de Mercedes Jiménez y TOMA MI MANO de Miren E. Palacios. 

   Pinchando en el este enlace, podéis recordar los números que os fueron asignados a todos en el primer sorteo. A nuestros tres ganadores directos, les han sido adjudicados los números siguientes: 

MARGALIDA RAMÓN MARTORELL: del 257 al 271
TIZIRE: del 272 al 284
BARTIRTZE: del 285 al 295

   Y sin más preámbulos, comunico que los nuevos dos ganadores son: 

ESTHER BORRERO (nº 94)
        Libro: HOLA, SOY TU LIBRO de Mercedes Jiménez
ELENUSQUI (nº 80)
        Libro: TOMA MI MANO de Miren E. Palacios
   Al igual que en la ocasión anterior, deberéis reclamar vuestro libro en un plazo de tiempo máximo que terminará el próximo 18 de enero de 2013, a las 23:59h, mediante un mensaje de correo electrónico a atrapadaen1800@gmail.com, en el que especifiquéis vuestro nombre completo, dirección postal para el envío y si deseáis que el libro vaya dedicado. De no reclamarse en dicho plazo, volveremos a sortearlos, porque si algo tenemos claro es que os los queremos regalar cueste lo que cueste :)
  Felicidades a las nuevas ganadoras y un beso para tod@s!!
 

10 ene 2013

EL BLOGUERO INVISIBLE: UN FINAL FELIZ!

   Esta noche he dormido como una marmota, pero no como una marmota cualquiera, no, ¡como la madre de todas las marmotas del mundo mundial! ¡Y sin tomarme ninguna de las píldoras tranquilizantes que mi médico de familia -Emilio Aragón- me prescribió intentando evitar, con su carácter pacífico, que yo montara un pollo descomunal -y no asado, precisamente- ante el organismo oficial de Correos y Telégrafos por la presunta desaparición de mis Gigantes en extrañas circunstancias. Pero no adelantemos acontecimientos. Vayamos al principio para no perder detalles de esta iniciativa maravillosa que se repite por segundo año consecutivo y que aspira a convertirse en una tradición navideña con más estabilidad en el tiempo que la del buey y la mula en el Portal de Belén.

  Todo comenzó el día en que recibí ese preciado mail de nuestra madrina de ceremonias, Ana Kayena, invitándome a secundar tan genial iniciativa. Ya os conté en mi primera entrada bloguera-invisible la historiada noche de semi insomnio a la que tuve que sobrevivir para decidir si participaba en ella o no, y, finalmente, con qué libro lo haría. ¡Menos mal que dije que sí, porque a estas alturas tendría una alopecia aguda irrecuperable por los tirones de pelo que me habría pegado yo sola al ver la movida que me hubiera perdido de haberme quedado entre bastidores! Los gorritos monos de mercadillo que usó una de mis niñas en cierta ocasión se me hubieran quedado escasos. Pero accedí a participar, más feliz que Cristobal Colón con un GPS, observando cómo la blogosfera comenzaba a hervir y a movilizarse para decidir lo que iban a regalar y lo que cada cual ya tenía en su poder para no hacer acopio de ello como yo con los cromos de las princesas cuando era pequeña (mentira, yo coleccionaba canicas, pero dicen que esta feo decirlo porque soy una chica!).

   ¡La aceptación que mis Gigantes tuvieron entre los participantes de esta iniciativa me hizo muy feliz; tanto, que pasadas unas semanas ya no pude esperar más y rebosante de ilusión, decidí ir a recogerlos a la librería de turno en la que suelo comprar libros. "¿Se los va a llevar usted o se los llevamos nosotros a casa?" -me preguntó el librero-. Me quedé un poco perpleja, ojiplática, diría yo, sin comprender muy bien lo que aquel tipo me estaba insinuando. Hasta que los vi aparecer. A los Gigantes, digo, por la compuerta de carga y descarga del establecimiento porque no había forma de hacerlos pasar por dónde entraba el común de los mortales, mientras el resto de clientes se aferraba con fuerza a las vigas de hormigón para combatir el temblor sísmico que provocaban con cada uno de sus pasos. ¡¡La madre del cordero, qué pedazo de tíos!! ¡Maldita fue la hora en que se me ocurrió regalarlos! ¡¡Aunque la culpa la tiene el Sr. Follet, qué bien podría haberle puesto de título "La caída de Torrebruno", jolín!! "¡¡¿Y los dientes?!!" -pregunté levantando la ceja izquierda hasta la coronilla al ver que estabán más mellados que yo en el día de mi Primera Comunión-. "¡Los Gigantes se han caído, señora, ¿qué quiere?!"  Con ese morro impresionante me despachó de allí el señor librero. Les relié a cada uno una bufanda XXXXXL de la sección de oportunidades para disimular el desaguisado y salí arreándolos hasta casa como el que lleva un rebaño de cabras lisiadas, temiendo la reacción de mis chicas que no se hizó esperar. Cuando llegamos, huyeron corriendo despavoridas a los submundos del sotano con un acojonamiento en grado sumo, como si ellos hubieran dicho de desvirgarlas. Allí permenecieron ocultas y haciendo guardia militar hasta que bajé a decirles que hicieran las maletas, que la encantadoramente persuasiva madrina Ana me había terminado convenciendo de que ellas también viajaran. Y ahí se les acabaron los temores. Porque cuando de ir de parranda se trata, preparan el equipaje más rápido que un veraneante en un centro nudista.

   Y llegó el día de la despedida. Mi chicas, en tren. Mis Gigantes, paseando. Y paseando. Y paseando. Ellas, como buenas viajeras y por sorpresa total y absoluta, arribaron a su destino, la casa de Lidia Casado en un pueblecito de Castilla-La Mancha, sin mapa ni nada parecido, a pelo, orientándose por las indicaciones oficiales sin problema alguno. Pero mis Gigantes... ¡¡¡Ay, mis Gigantes cómo me lo han hecho pasar!!! ¡¡Doce días de extrema preocupación hasta verlos llegar sanos y salvos!! Mellados, eso sí, pero a salvo. ¡Los muy cabeza loca decidieron, por su cuenta y riesgo, hacer el Camino de Santiago  y "darse una vueltecita" por Galicia antes de terminar en Málaga!, donde mi querida Meg llevaba clamando a voz en grito por todas las redes sociales que su sorpresa aún no había llegado, y que quería a toda costa tener entre sus manos de lectora ávida a esta trupe de la estirpe de Goliath. ¡Insensata!, ¿dónde pensará meterlos? Y yo preocupada. Irritada. ¡Ligeramente cabreada! ¡¡Y Kayena lanzando advertencias al aire de que los carteros no pasarían de Despeñaperros para abajo!! ¡¡Y Marilú amenazando con regalarle a mi bloguera los Gigantes antes que yo!!! ¡¡¡Tilas progresivas y algún que otro valium me ha costado la odisea, que ya me veía yo avisando al Cuerpo entero de Bomberos  por si los pobres míos se habían caído de nuevo por algún barranco, porque si el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, una representación hombruna tan ejemplar tiene que tropezar siete veces!!!

   Menos mal que entretanto -antes de que el grito tarzanero de la pequeña Meg me perforara el tímpano avisando de su llegada-, tuve ocasión de divertirme de lo lindo con las anécdotas blogueriles de mis compañeras lectoras, de brindar con una ronda de chupitos virtuales de cuya resaca no me he recuperado aún y sobre todo, y ante todo, de emocionarme y entusiasmarme más que Vikie el vikingo con el regalito bloguero de mi querida Shaka lectora bloguera, o lo que es lo mismo, Sara Montero Dueñas facebookiana. El viernes, día 4, hice sentada en el portal esperando a la representante oficial del Cuerpo de Correos, preguntándome qué libro vendría en el paquetito sorpresa. ¡¡Y llegó!! ¡Puntual! ¡Y lo vi un poquito obeso -al paquete-! ¡Y me entusiasmé aún más! ¡Y desgarré la solapa como una energúmena a la que nunca le han regalado nada! ¡¡Y vi dos libros!! ¡¡¡¡¡Dos: La Tribu maldita, que era el anunciado, y La ciudad de los ojos grises, ¡de sorpresón divino de la muerte, con las ganas que tenía de echarle el guante! Venían acompañados de una bonita nota de Sara y me emocionó que se hubiera deshecho de dos de sus mejores lecturas para cedérmelas y que las pudiera disfrutar tanto como ella.

   ¡¡Gracias!! A Sara, por hacer de Rey Melchor en tiempos de crisis; a Meg, por su entusiasmo y por la buenísima acogida que le ha brindado a mis Gigantes, aún con el hándicap de tener que hacerle una ortodoncia de urgencia; a tod@s los participantes por la ilusión que desbordan y que hace que todo esto resulte muy, muy especial, y por supuesto, a mi madrina Ana, por haberme dado la excusa perfecta para descorrer de nuevo la cortinilla del blog, por hacer que brote una semilla de alegría, ilusión, entusiasmo y diversión que nos hagan olvidar en parte las pestilencias que manan de las noticias políticas y económicas del momento, por hermanar a unos blogs con otros, trazando lazos entre desconocidos o estrechándolos entre quienes ya tienen la suerte de haberse descubierto, y por brindarnos la oportunidad de conocernos a nivel personal más profundamente de lo que en principio imaginábamos. 

   Estoy encantada de haber participado y espero ilusionada la siguiente convocatoria... 
    ...con el hospital de campaña preparado :)

   A los que hayáis tenido la santa paciencia de llegar leyendo hasta aquí, os quiero mostrar mis dos librazos, que aunque hayan pasado a ser de mi propiedad, siempre conservarán el sello personal que Sara dejó al leerlos.

   Un besazo!!


Lecturas 2018.

Estamos en GOODREADS

Estamos en GOODREADS
Pincha en la imagen.

Blog Archive

Audio relatos

Con la tecnología de Blogger.

Blogroll

Seguidores